viernes, 15 de septiembre de 2017

 

 

          El odio ha triunfado completamente en Chile. De eso no cabe duda. De partida, nos gobiernan los que siempre profesaron como doctrina la eliminación física del adversario y que personificó como nadie su apóstol, el “Ché” Guevara, organizador confeso de una “fría máquina de matar”, como él mismo escribió, según cita del historiador Álvaro Góngora en su última columna de “El Mercurio”, que ha suscitado las iras de los intelectuales de izquierda, pues ellos habían logrado impunemente transformar ante la opinión pública a los victimarios en “víctimas” (con enorme rédito económico, por añadidura) y, por tanto, a lo que más temen es a la verdad de los hechos que los delata como portaestandartes del odio.

          El triunfo de éste ha impedido la reconciliación de los chilenos y se ha producido acá exactamente el fenómeno previsto por Orwell en “1984”, en que el manejo de la opinión pública requiere, tal como en la novela citada, en que periódicamente el gobierno convocaba a “dos minutos de odio” de toda la población contra su “Enemigo Público N° 1”, Emmanuel Goldstein, acá lo mismo se haga contra el Enemigo N° 1 de los portaestandartes del odio, Augusto Pinochet.

          Doña Michelle Bachelet quiere terminar su mandato con tres medidas de exacerbación del odio: el traslado de los ancianos Presos Políticos Militares a una cárcel común, la plena publicidad de los relatos formulados ante la más escandalosa de las comisiones formadas bajo la Concertación para falsificar la historia reciente, la de “Prisión Política y Tortura”, que su fundador y formador, Ricardo Lagos, en un rapto de pudor que es propio de los conversos (él ponía bombas en su tiempo, como lo denunció Clotario Blest, pero terminó siendo “amado por los empresarios”), había decretado que no podrían publicarse en 50 años; y la renovación, como se hace cada cuatro años y cuando se avecina una elección, del supuesto “asesinato de Eduardo Frei”.  

          Michelle Bachelet sabe que el odio reditúa en política. Cuando su antecesor, Sebastián Piñera, caía a los más bajos niveles de aprobación durante su mandato, tras ser sorprendido manipulando la elección de directiva de la ANFP para favorecer al club del cual era accionista controlador, y ello redundó en el despido de Bielsa, discurrió  como maniobra publicitaria y para remontar con la adhesión de los profesionales del odio, trasladar a los oficiales presos políticos en el penal Cordillera a Punta Peuco. Eso le permitió dejar el poder con un 34 % de aprobación, según la encuesta CEP, porque se ganó el aplauso de los comunistas cuando una decena de oficiales ancianos fueron transportados en buses que recibían las piedras de los frentistas al atravesar el pórtico del penal Cordillera, sobre el cual convenientemente se había instalado el emblema de la hoz y el martillo.

          Ella espera similar cosecha pronto, al trasladar a los Presos Políticos a un penal común, cumpliendo la petición que le formulara Carmen Gloria Quintana, que fuera sorprendida en 1986 portando recipientes altamente explosivos para incendiar buses de la locomoción colectiva, uno de los cuales fue volcado accidentalmente y la quemó a ella, convirtiéndola en mártir internacional y consiguiendo, además, que el Enemigo Público N° 1 de la izquierda sea execrado adicionalmente por “quemar a personas que pensaban distinto”, como declarara un político de derecha cuyo cerebro, como el de la mayoría, había sido convenientemente lavado.

          La publicación de los relatos ante la Comisión de la Tortura (necesarios para conseguir una pensión y otras prebendas), se espera, provocarán similar efecto, sobre todo si se evita la publicación de similares relatos de torturas de presos del MIR bajo Frei Montalva, que un grupo de abogados en que estaba Ricardo Lagos denunció a la Corte Suprema en 1970, o los relatos de políticos opositores a la UP, como Juan Luis Ossa y Maximiano Errázuriz sufrieron a manos de Investigaciones bajo Allende, cuando no había guerrilla armada (salvo la que éste organizaba) y se torturaba para no interrumpir la antigua tradición chilena en esa materia, que ahora se oculta para poder culpar exclusivamente al Gobierno Militar y pertrechar con otros cientos de millones de dólares fiscales anuales a los agentes del odio.

          En fin, la peritonitis mal operada de Frei Montalva, de la cual estaba consciente la hermana de Martita Larraechea que lo tenía a su cuidado y un yerno médico del mismo paciente, que nunca se hizo parte de la denuncia, servirá también de “broche de odio” para el término del mandato de Michelle Bachelet.

          Ésta podrá así dejar el poder cultivando odio hasta el último día de su mandato, sin otro riesgo que el de que cada vez más chilenos sigan acordándose de que bajo la Presidencia de su Enemigo Público N° 1 había paz en la Araucanía, los delincuentes eran castigados, y no los carabineros, y la inversión aumentaba y fluía al país, que crecía a una tasa de dos dígitos anuales y se ponía a la cabeza de América Latina.

Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.cl/

 

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