14 DE DICIEMBRE DE 2020 

 

 

 

 

 

Hermógenes Pérez de Arce


En alguna carta a un diario un lector critica a Piñera por sostener en "Tolerancia Cero" que la actual Constitución "divide a los chilenos" y, en cambio, de la Convención Constituyente va a surgir otra, "la casa de todos" y un texto que los una. ¡Pero si eso es lo mismo que sostiene la oposición!, se lamenta el lector.

Pero, estimado lector, ¿cuál es la novedad? Siempre Piñera ha sido "del otro bando". Cuando el nuestro estaba con el "Sí", él era del "No". Cuando, después del '90, estábamos en la oposición, él negociaba con el gobierno (entre otras cosas, su compra de acciones de LAN a la Corfo) y le daba mayoría a Aylwin.

Cuando nosotros defendíamos a los militares de la venganza de éste y de la izquierda, Piñera era el peor cuchillo de aquéllos, votaba en el Senado por la destitución de un ministro que aplicaba la amnistía y, después, llevado al gobierno en brazos de la derecha, multiplicaba por tres las querellas contra exuniformados y trasladaba a los oficiales presos a un penal peor (con el aplauso comunista). 

El primer gobierno de Piñera ya fue un desastre para la derecha, que perdió 62-38 % en la siguiente presidencial. Los autores norteamericanos William Sater y Simon Collier, autores de una objetiva "Historia de Chile", afirmaban: "Los chilenos coinciden en pocas cosas, pero una de ellas era que Piñera parecía manifiestamente inepto, o en palabras de un senador de la derecha, el suyo ha sido de los peores gobiernos de la historia de Chile".

La cita está en un artículo del historiador Gonzalo Serrano del Pozo, de la Universidad Adolfo Ibáñez, quien añade por su cuenta, dado que Sater ha sobrevivido a Collier, y podría ampliar la "Historia..." de ambos e incluir al actual gobierno de Piñera: "el Presidente... sigue perpetuando una conducta que llega a ser, en contexto de crisis social, económica y sanitaria, insoportable".

La falla estructural se llama Piñera. Lo advertí desde un principio.

Pues el éxito de Chile consistió en la Constitución que garantizó la libertad y en el modelo que legaron Pinochet y la Junta. Eso lo sabemos, pero nadie se atreve a decirlo, pues cuando el embajador Otero lo expresó, Piñera lo echó.

El "segundo milagro chileno" residió en que la Concertación, durante cinco gobiernos, incluido el de Piñera, preservara las bases del modelo y la Constitución. Pues ésta, al revés de lo que dijo Piñera en "Tolerancia Cero" y según palabras del propio Ricardo Lagos en 2005, "se pone a la altura del espíritu de TODOS los chilenos y EL PAÍS SE UNE tras este texto constitucional". ¡Ya tenemos "la casa de todos"! Pero ahora Piñera quiere derogarla porque, según su inepta opinión, "divide a los chilenos".  

Ése es el origen de la crisis. Víctimas de la violencia generalizada, pues el gobierno no es capaz de combatirla; en medio del desinterés por la política (en la útima elección de presidente de la UDI votaron menos que en la elección del Colegio Médico), entraremos en un torbellino electoral artificial y caótico.

Paradójicamente, velan públicamente por los fueros de la libertad, alarmados, la falange de columnistas de izquierda de "El Mercurio" (Carlos Peña, Agustín Squella, Eugenio Tironi, José Luis Brunner). Ahora se autodenominan "liberales". Son los únicos encargados de desenmascarar a los "kerenskys" y demagogos, como Ignacio Walker o el cura Berríos. Esos columnistas de izquierda son, a la vez, favoritos de los empresarios (varios de éstos ¿serán...? se ufanan de haber votado "Apruebo", junto con la izquierda, en el plebiscito surgido del conato revolucionario). Convidan a dichos columnistas de izquierda como expositores preferentes a sus eventos. Quieren parecer "pluralistas", pero en ellos hay, de antemano, una palabra con censura previa: "Pinochet" (a quien todo le deben). 

En fin, el hecho es que la falla estructural se llama Piñera. Y es estructural porque, por ejemplo, en "El Mercurio" Eugenio Tironi sostiene que los empresarios deben dedicarse al bienestar social y no al lucro, y él va a querer que la nueva Constitución lo diga así; y Jorge Quiroz lo contradice y sostiene que los empresarios deben privilegiar el lucro. Pero lo importante es que la actual Constitución no se pronuncia, sino que les garantiza a ellos y a todos la libertad de hacer lo uno o lo otro u optar por una meta diferente. Eso es lo que se llama "libertad". Eso es lo estructural. 

¡Y la falla lo es porque, según parece inminente, vamos a perder nuestra libertad!

Quedará un solo salvavidas: el plebiscito de salida. Pero si ya en el de entrada las ideas liberticidas triunfaron con el 78 % ¿qué esperanza hay?

Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/

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