20 DE DICIEMBRE DE 2020 

 

 

 

 

 

Hermógenes Pérez de Arce


Los países que no tienen memoria repiten su historia. Chile es uno de ellos. Chile olvida todo. Como la mayoría manda y la mayoría (comprobadamente) no entiende lo que lee, es decir, no sabe lo que realmente ha pasado y está pasando, entonces sólo repite las consignas que más oye (generalmente de origen comunista), y se equivoca una y otra vez. Hace poco esa mayoría acordó cometer un error insigne, increíble: por 78 contra 22 por ciento, de manera categórica, decidió reemplazar la Constitución que le había dado al país los mejores treinta años de su historia. 

Es sintomático que, en las comunas donde vive gente que sabe lo que pasa porque entiende lo que lee, no compra las consignas y no depende del Estado sino, más bien, lo financia (Las Condes, Vitacura, Lo Barnechea, Colchane), el porcentaje de respaldo a la actual Constitución pasó del 60%. Yo propuse que esas comunas se separaran amistosamente del resto, en vista de su sentir tan opuesto, en cuanto al estatuto bajo el cual desean vivir, pero ni siquiera las "fuerzas vivas" de ellas mismas acogieron la idea, porque esas fuerzas están, si no muertas, adormecidas y resignadas a sufrir la suerte del resto, que se prevé ominosa. 

En estos días ha remecido el ambiente la idea de indultar a todos los que han cometido los delitos violentos que han alterado y dañado tan gravemente la vida nacional en el último año. Las voces más sensatas se han alzado escandalizadas ante semejante perdón. ¿Por qué? Yo no recuerdo que hayan dicho prácticamente nada cuando Patricio Aylwin, en 1991, hizo lo mismo, es decir, indultó hasta a los autores de los más sangrientos atentados. El senador Jaime Guzmán, que alzó su voz para oponerse a la reforma constitucional necesaria para permitir semejante indulto, fue desoído. Peor aún, poco después fue asesinado por el brazo armado del partido comunista, el que más armas ilegales había internado, más se beneficiaba de ese indulto y más había patrocinado el terrorismo y la violencia política (y lo sigue haciendo hasta hoy). Su candidato presidencial pelea el primer lugar en las encuestas.

Los que en Chile premian la violencia y promueven que se castigue a las fuerzas de orden, defensoras de la legalidad, son mayoría. Por eso hay centenares de presos políticos uniformados, condenados contra toda legalidad con el beneplácito general, y se sustancian miles de procesos adicionales. A la vez, el presupuesto destina centenares de millones de dólares anuales (y ha destinado miles de millones en el pasado) a indemnizar a los violentistas del ayer.

Si Chile premia la violencia es porque quiere violencia y por eso tiene violencia. Lo único que explica que algunos alcen la voz contra el perdón que una vez más, se propone extender a sus hechores, es la proverbial mala memoria nacional. 

Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/

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