Martes 18 de junio de 2013

 

"La educación, aunque el dogma de moda diga lo contrario, es un bien económico, y no un derecho. Los bienes económicos por definición son escasos y satisfacen necesidades o deseos. La educación claramente cuadra con esa definición..."

 
 
Axel Káiser

 El Estado -observó Frédéric Bastiat- es esa gran ficción en virtud de la cual todo el mundo intenta vivir a expensas de todos los demás. Probablemente no existe una teoría que confirme mejor esta definición que la de los "derechos sociales". Cada vez que un grupo determinado pretende extraer un beneficio material de los demás miembros de la comunidad, lo hace escudado en el manto de moralidad que ofrece esta popular doctrina de los derechos.

 Un análisis exento de emotividad, sin embargo, permite advertir que la moralidad de estos supuestos derechos se sustenta en una serie de confusiones. De partida, "la sociedad" no es más que una abstracción, y las abstracciones, a diferencia de los individuos, ni pueden ser titulares de derechos, ni por supuesto tampoco sujetos de obligaciones. Un derecho llamado "social", entonces, no es más que una exigencia de beneficios materiales que un grupo determinado de individuos plantea a otro grupo en general indeterminado de individuos sin ofrecer una contraprestación a cambio.