Cristián Labbé Galilea


En estos tiempos de confinamiento, gracias al Zoom, al Meet y a otras aplicaciones, muchos han tenido la oportunidad de participar frecuentemente en reuniones, tertulias, círculos y otros encuentros telemáticos, en los cuales se comenta latamente la contingencia política y económica. Otros, quizá menos involucrados en grupos de opinión, siguen los acontecimientos por las redes sociales, formándose una percepción propia de lo que está pasando…

Por lo mismo, cada vez son menos los que “viven en el limbo”.

Observando ambos grupos, esta “sagaz pluma” ha llegado al convencimiento que, en general, se respira un moderado optimismo sobre los acontecimientos futuros: “no serán un éxito las próximas elecciones, pero se obtendrán los quorum que garanticen defender los elementos básicos de la actual Constitución”; argumentan, entre otras cosas, que la Constituyente tiene “condiciones de borde” limitados, y que no puede ir más allá de lo que establecen las normas.

Lo sorprendente -y sin exagerar- es que esa “fantasía política” es sostenida aun con mayor ingenuidad por intelectuales, académicos y analistas de la Sociedad Libre (léase, de derecha o centro derecha), porque uno esperaría de ellos… “escenarios más realistas”.

Que la quimera la sueñe un lego y simple ciudadano es admisible, pero que ilustrados personajes no perciban el desastre que se avecina… es un mal augurio, algo no cuadra.

No cuadra, porque otros cronistas de diversos sectores (M. Colodro, A. Cavallo, H. Soto…) están advirtiendo que la situación del país es compleja y de gran inestabilidad… Ellos, como varios otros notables y asertivos analistas, están dando una “alerta temprana” (early warning) sobre lo que se viene políticamente.

Esos intérpretes de la contingencia están descifrando correctamente las amenazas de Fernando Atria, del Frente Amplio, del Partido Comunista y de los sectores más radicales, en el sentido que, una vez elegida la Constituyente, nada de lo acordado será mantenido a firme… porque según ellos “todo se puede cambiar”.

Será entonces cuando los ingenuos políticos, filósofos e intelectuales de nuestro sector, tomarán conciencia de la gravedad del momento… pero será tarde: ya habremos colisionado con el “Iceberg de la izquierda”.

Mi ilustrado lector recordará que, en un mes como este (abril de 1912), ese Titanic que sus ingenieros, armadores y tripulación creían insumergible, y que el mundo entero había idealizado… se fue a pique “por falta de un sistema de alerta temprana” (el radar apareció en los ´40 del siglo pasado).

Por último, esta optimista pluma comparte con sus comprometidos y leales parroquianos la convicción que: debemos anticiparnos a los hechos y “prender las alarmas” para que no ocurra lo del Titanic, cuyos pasajeros se percataron de la tragedia sólo cuando no había nada que hacer, y cuando la realidad hundió la fantasía y la quimera se convirtió en desastre.

Por lo tanto, si queremos mantener a flote los valores y principios de la Sociedad Libre… “debemos corregir el ´rumbo de colisión´ que lleva nuestra contingencia política”

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