Cristián Labbé Galilea


¡No hay plazo que no se cumpla…! Esta semana la Convención, terminó de redactar su propuesta de nueva Constitución. Los vítores de “el pueblo unido jamás será vencido”, las banderas indigenistas, los gritos, abrazos y aplausos… dieron cuenta del triunfalismo que se respiró en una Convención dominada por la izquierda radical, la soberbia, el espíritu refundacional y la intolerancia.

Durante doce meses el país fue testigo de situaciones que lindaron entre lo absurdo, lo increíble y lo inaceptable: sahumerios, bailes, descalificaciones, asesores con jugosas remuneraciones, viajes millonarios, etcétera… Qué duda cabe, se cumplió el plazo, pero la tarea encomendada resultó ser un desastre. En esto hay coincidencia trasversal.

Por lo mismo, no sorprende que las encuestas recojan esa percepción. Lo que sí llama la atención es que cada día sean más los intelectuales, emprendedores, dirigentes políticos, gremiales y sociales, gente común y corriente, los que, desde distintas trincheras, expresan que el trabajo de la Convención no los representa y que están decididos a cruzar “la frontera binaria de izquierdas y derechas” para votar Rechazo.

El gobierno y los “gurús de palacio” lo saben y tienen claro “para donde corren las aguas”… saben que su suerte está ligada a la Convención como “verdaderos siameses”… saben que tienen que estar dispuestos a todo para contener la tendencia que les anticipa una eventual derrota… saben que, así como están las cosas, “podrían tener que llorar más de lo que hasta ahora han reído”.

Por lo mismo, hay que evitar los triunfalismos; está bien que aparezca una sutil y leve sonrisa en los rostros del Rechazo, pero no hay que confiarse y tampoco dejarse amedrentar por la “campaña del terror” que augura grandes convulsiones si gana el Rechazo.

A quien debiera intranquilizar el terror es al gobierno porque, de producirse hechos de violencia, terrorismo, anarquía o cualquier acto de movilización vandálica asociado al resultado del plebiscito, la autoridad es quien debe responder por el orden, la seguridad y la estabilidad institucional y, si la situación se descontrolara, quien puede caer es el gobierno.

Por el contrario, de ganar el Rechazo, será una demostración que la mayoría está: por un futuro de libertad, progreso y bienestar; por avanzar… en un ambiente de orden, respeto y paz social, de acuerdo con nuestra bicentenaria historia institucional, democrática y republicana.

Al perder el apruebo, lo que se habrá logrado es rechazar un proyecto que busca la refundación institucional, que establece, entre otras materias: la plurinacionalidad; la eliminación del Senado; las autonomías regionales; el debilitamiento del derecho, la propiedad y la libertad… Son 388 artículos que hablan de un país que no es el nuestro y menos aún “la casa de todos”.

Han sido años difíciles: estallido, acuerdos incumplidos, elecciones espurias, una Convención vergonzosa… pero, como decía un poeta español: “no hay mal que dure cien años… cuando se vive lejos de la ley, no hay más remedio que volver a ella… así, lo que parece imposible, resulta posible”.

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