Cristián Labbé Galilea


No pretende esta modesta pluma emular a Esopo ni a Samaniego al intentar una fábula, como aquellas que leímos cuando niños. Sólo pretende, mediante este género literario, reflexionar sobre la odiosa situación que afecta a nuestro país a raíz de los 50 años del 73, donde están a la vista, al igual que en cualquier fábula, el entorno, los personajes y los problemas … Sólo falta discurrir: una sencilla moraleja.

Del entorno, ni hablar. Vivimos el mes de la patria, época del año en que siempre se ha rendido tributo a nuestras tradiciones y costumbres; se honra nuestra historia y sus héroes; se renuevan los valores que dan forma al carácter nacional.

Sorprende, entonces, que cuando debiera promoverse aquello que nos une y nos identifica como “una nación en el mundo” (Hernan Godoy, El carácter Chileno) … el gobierno y sus adláteres hacen todo lo contrario: siembran el odio, la inquina y la división.

Es imposible no relacionar tales conductas oficiales con una “jauría de hienas”. Recuerde mi ilustrado lector que las hienas tienen: un aspecto muy poco cordial; una expresión pérfida y agresiva que les da una fisonomía francamente desagradable, y; un semblante que viene acompañado de una risa estridente e histérica.

Esas cualidades de las hienas, sumadas a que normalmente atacan por la espalda, son comunes a aquellos que dicen ser servidores del pueblo y se sirven sólo ellos; a quienes huelen el poder, las remuneraciones jugosas y los privilegios de cargos como si fueran “carroña”; a quienes son capaces de desmembrar y traicionar no solo a sus adversarios políticos, sino incluso a los suyos… a cualquiera… si se trata de quedarse con “el botín”.

En las leyes de “su” selva todo está permitido, particularmente en estos días, cuando se intenta obtener comunicacionalmente “pírricas victorias políticas” que claramente no tendrán ningún efecto real, como por ejemplo: las intenciones de infringir el secreto de la Comisión Valech; el Plan de búsqueda de desaparecidos; las inocuas declaraciones que nadie más que ellos suscriben, la inauguración de odiosos memoriales y, como si eso no bastara, la guinda de la torta: la intención de cerrar Punta Peuco.

Todo ello además, plagiando otra característica de las hienas, su aullido cobarde que imitando una carcajada macabra, busca cohesionar su manada y reírse a gritos de la gran mayoría de “este indómito pueblo” que sólo desea vivir en paz y armonía, que aspira a solucionar sus problemas reales y que sueña con recuperar la senda de bienestar y progreso generada hace 50 años.

Visualizada la contingencia e identificada la amenaza, aparece el otro protagonista de nuestra fábula, el león… que llega a ahuyentar a “las hienas de la mentira”. “El León de la Verdad”, ese soberano personaje que, en esta jungla desafiante, representa: los liderazgos fundados en la Razón y la Fuerza que da la coherencia entre lo que se hace, se dice y se piensa.

Moraleja: La verdad…. Por la Razón o la Fuerza.

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