Jueves, 21 de febrero de 2019
 
 
 
Cristián Labbé Galilea
 
 

Durante las vacaciones cambiamos de aires, alteramos la tediosa rutina diaria e instintivamente nos damos tiempo para el ocio y las cavilaciones. Del ocio ni hablar… pero de la reflexión tendríamos que partir diciendo que: entre lo humano y lo divino, dados los tiempos que se viven, es lo humano lo que nos preocupa.

 
Ello porque al ciudadano común y corriente le es difícil diferenciar, a simple vista, lo importante de lo accesorio, lo de largo plazo de lo inmediato, las señales de los ruidos (signals & noise), ello porque maliciosa y morbosamente es distraído por los detalles de hechos puntuales.
 
Las reiteradas “funas”, que ahora afligieron a la Maldonado, la Argandoña y la doctora Cordero (“Las Indomables”), la ruptura por la fuerza de un candado en una playa por parte de una Ministro (S), los verdaderos campamentos que han aparecido en el borde costero, las reiteradas ocupaciones de predios y los sospechosos incendios en la Araucanía, son temas que han estado presentes en los encuentros veraniegos, pero ¿cuál es la reflexión?... ¿se está consciente de su gravedad?... ¿qué se hace?...
 
Veamos… por un lado tenemos una minoría intolerante que movida por el afán de mantener ideologías extremistas y de izquierda buscan sembrar el odio, la mentira y el miedo, y por el otro una mayoría que no se siente representada por sus dirigentes, quienes actuando según lo “políticamente correcto” y, con una candidez admirable, ceden autoridad para moverse hacia el progresismo, convencidos que pueden “evangelizar” a la izquierda y sus adláteres.
 
Es esa mayoría la que debe aprovechar lo que resta de estas vacaciones para reflexionar y tomar conciencia de que: ¡el mundo viene de vuelta!... ¡el progresismos esta en retirada!... y que ¡la gente se cansó!
 
El ciudadano pensante se percató de que: si bien no tiene ataduras ¡no es libre!; está más conectado que nunca pero ¡se siente sólo!; el progresismo busca destruir todo aquello que tenga identidad… (Valórica, histórica, religiosa, sexual… etc.); con tal de ser populares los políticos, salvo excepciones… ¡son fieles a nada!; la sociedad actual está viviendo en la superficie… sin profundidad ninguna, confundida, desarmada espiritual e intelectualmente;…. si seguimos así vamos… de vuelta a la barbarie.
 
Mi reflexivo lector se preguntará ¿hay pesimismo en esta pluma?... ¡En ningún caso… advertencia positiva, sí!
 
La gran mayoría, hoy pasiva, debe dejar de ser “turista de la existencia” para transformarse en actor y protagonista de una sociedad libre, plural y abierta, donde impere el derecho, el orden, la paz social, el bienestar político, social y económico, donde quepan todos y donde la tolerancia deje de ser una palabra y se transforme en una actitud.
 
Debemos dejar las zonas de confort político, asumir un talante resuelto… y contestarnos los que nos pregunta ese viejo refrán… ¿somos o no somos los gatos plomos?
 
Por último, convencidos de que lo ofrecido por la izquierda, además de odio y violencia, son “hojarascas retóricas”, y de que el incauto progresismo mostrado por muchos de nuestros representantes es la negación de la sociedad en que queremos vivir, nuestra única actitud -después de unas reflexivas vacaciones- es dejar de estar plácidamente “al cateo de la laucha” porque… ¡gato con guantes no espanta ratones!
 
 
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