Miércoles 08 de noviembre de 2017
Ciertamente -y en especial después del último debate- será desde la mirada que los electores tengan sobre las capacidades personales de cada candidato. Y que nadie se escandalice: no son unos sesudos tratados académicos los que postulan a la Presidencia de la República, sino personas de carne y hueso, seres humanos...
Que si Piñera tiene en su programa medidas que ya están siendo ejecutadas; que si Guillier solo tendrá programa de verdad después del 19 de noviembre; que si el diseño gubernamental de Sánchez es mitad Bradbury y mitad Asimov, o sea, pura ciencia ficción... Todos esos comentarios tienen su valor, porque las ideas importan, porque los programas indican medios y fines.
Pero no cabe duda de que esos textos van a ser leídos por apenas el 0,8% de los electores. No es una buena señal, pero es un dato clave.
¿Y el resto (el 99,2%) a partir de qué elementos votará?
Ciertamente -y en especial después del último debate- será desde la mirada que los electores tengan sobre las capacidades personales de cada candidato. Y que nadie se escandalice: no son unos sesudos tratados académicos los que postulan a la Presidencia de la República, sino personas de carne y hueso, seres humanos.
Por eso, la primera mirada recaerá sobre la afectividad, sobre la emotividad de los postulantes. Ahí Guillier y ME-O llevan la delantera, con un Kast también en el podio. Se trata de personas con capacidad de conectar con la sensibilidad de los auditores o espectadores. Uno, Guillier, en un tono algo lastimero (y eso siempre da réditos en Chile); el otro, ME-O, con un dinamismo que convoca a ese segmento de hiperkinéticos que pueblan nuestra sociedad.
Pero en un país con una enorme masa electoral juvenil hasta hoy pasiva, también es muy importante otro atributo: la vitalidad, la fortaleza y la proyección que demuestren los candidatos. En esa dimensión, Sánchez y Kast corren con ventaja, por su edad comparativa con los otros postulantes y por el hecho de que algunos de ellos -Piñera, ME-O y Guillier, en concreto- transmiten una sensación de final de fiesta.
En cuanto a la inteligencia y la consiguiente capacidad de trabajo -factor muy considerado por los segmentos de mayor educación-, Piñera y ME-O sacan claras ventajas. Tienen encendida esa chispa que produce admiración de circunstancia en sus interlocutores, entienden los escenarios, se mueven con soltura, dicen cosas que encandilan, porque les cruje el seso.
Pero si de honradez y de coherencia se trata, la mirada cambia por completo y se enfoca en Kast. El pasado es siempre mochila de piedras o de alimentos, y en esa dimensión, nadie puede exhibir trayectoria más limpia que el diputado independiente. No corresponde aquí compararlo al detalle con los demás candidatos: lo harán los electores.
También la audacia es muy valorada. A pesar de que somos un pueblo que busca la seguridad por encima del riesgo, quienes promueven la aventura cuentan también con numerosos apoyos. Y en esa dimensión, Sánchez y ME-O llevan la delantera. Hablan con audacia, casi con temeridad. Proponen un futuro utópico que logra convocar.
En cuanto al sentido común -ese conjunto de percepciones sobre cómo somos los chilenos y qué necesitamos-, de nuevo Kast corre con la ventaja de su insólita mezcla: un huaso de origen alemán. Goic intenta acercarse a ese patrimonio, pero se ha equivocado reiteradamente en sus opiniones sobre temas morales. Así se le ha ido escapando el electorado del sentido común, ese que le podría haber disputado a Kast.
No es poca cosa, para terminar, el atributo de un profundo sentido social. Piñera está intentando revestirse de esa calidad -el candidato del Estado de bienestar, han dicho algunos-, pero no le resulta fácil validarse en esa dimensión. Ahí tienen mayor facilidad para destacarse los discursos retóricos de Guillier y Goic, y la apelación a esa tradicional y olvidada derecha social que hace Kast.
Personas. Se vota por personas. Sin duda, sus ideas importan mucho. Pero su vida, sus capacidades, más.
Pero no cabe duda de que esos textos van a ser leídos por apenas el 0,8% de los electores. No es una buena señal, pero es un dato clave.
¿Y el resto (el 99,2%) a partir de qué elementos votará?
Ciertamente -y en especial después del último debate- será desde la mirada que los electores tengan sobre las capacidades personales de cada candidato. Y que nadie se escandalice: no son unos sesudos tratados académicos los que postulan a la Presidencia de la República, sino personas de carne y hueso, seres humanos.
Por eso, la primera mirada recaerá sobre la afectividad, sobre la emotividad de los postulantes. Ahí Guillier y ME-O llevan la delantera, con un Kast también en el podio. Se trata de personas con capacidad de conectar con la sensibilidad de los auditores o espectadores. Uno, Guillier, en un tono algo lastimero (y eso siempre da réditos en Chile); el otro, ME-O, con un dinamismo que convoca a ese segmento de hiperkinéticos que pueblan nuestra sociedad.
Pero en un país con una enorme masa electoral juvenil hasta hoy pasiva, también es muy importante otro atributo: la vitalidad, la fortaleza y la proyección que demuestren los candidatos. En esa dimensión, Sánchez y Kast corren con ventaja, por su edad comparativa con los otros postulantes y por el hecho de que algunos de ellos -Piñera, ME-O y Guillier, en concreto- transmiten una sensación de final de fiesta.
En cuanto a la inteligencia y la consiguiente capacidad de trabajo -factor muy considerado por los segmentos de mayor educación-, Piñera y ME-O sacan claras ventajas. Tienen encendida esa chispa que produce admiración de circunstancia en sus interlocutores, entienden los escenarios, se mueven con soltura, dicen cosas que encandilan, porque les cruje el seso.
Pero si de honradez y de coherencia se trata, la mirada cambia por completo y se enfoca en Kast. El pasado es siempre mochila de piedras o de alimentos, y en esa dimensión, nadie puede exhibir trayectoria más limpia que el diputado independiente. No corresponde aquí compararlo al detalle con los demás candidatos: lo harán los electores.
También la audacia es muy valorada. A pesar de que somos un pueblo que busca la seguridad por encima del riesgo, quienes promueven la aventura cuentan también con numerosos apoyos. Y en esa dimensión, Sánchez y ME-O llevan la delantera. Hablan con audacia, casi con temeridad. Proponen un futuro utópico que logra convocar.
En cuanto al sentido común -ese conjunto de percepciones sobre cómo somos los chilenos y qué necesitamos-, de nuevo Kast corre con la ventaja de su insólita mezcla: un huaso de origen alemán. Goic intenta acercarse a ese patrimonio, pero se ha equivocado reiteradamente en sus opiniones sobre temas morales. Así se le ha ido escapando el electorado del sentido común, ese que le podría haber disputado a Kast.
No es poca cosa, para terminar, el atributo de un profundo sentido social. Piñera está intentando revestirse de esa calidad -el candidato del Estado de bienestar, han dicho algunos-, pero no le resulta fácil validarse en esa dimensión. Ahí tienen mayor facilidad para destacarse los discursos retóricos de Guillier y Goic, y la apelación a esa tradicional y olvidada derecha social que hace Kast.
Personas. Se vota por personas. Sin duda, sus ideas importan mucho. Pero su vida, sus capacidades, más.
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