Miércoles 22 de agosto de 2018
"Contra toda evidencia, sin más objetivo que un gran logro comunicacional, unos y otros se empeñan en machacar el mensaje: ¡Frei Montalva fue asesinado!".
De nuevo, el pasado.
Parte de la familia de Eduardo Frei Montalva, algunos dirigentes de un partido que lleva el mismo nombre de aquel al que perteneció el ilustre ex presidente, ciertos dirigentes de izquierda con escasa presencia pública actual, y uno que otro comunicador partisano, repiten el mantra: ¡asesinato, crimen!
Contra toda evidencia, sin más objetivo que un gran logro comunicacional, unos y otros se empeñan en machacar el mensaje: ¡Frei Montalva fue asesinado! No hay prudencia, no hay mesura: todo es simplemente una vorágine de acusaciones y descalificaciones. Se usa la expresión "magnicidio", se condena por anticipado, aprovechando la fuerza de la corriente, aunque se vaya en contra de la razón. Incluso se prenden velas frente a un hospital, el Clínico de la PUC, donde a diario se custodian y salvan cientos de vidas -muchos miles con el paso de los años-, sin que haya siquiera voluntad de reconocer que toda la documentación exhibida demuestra que las acusaciones en contra de sus médicos son falsas.
Pero, ¡qué importa la verdad cuando está en juego la imagen!
La imagen.
Eduardo Frei Montalva es uno de los personajes más aprovechables de la historia reciente de Chile. En efecto, Balmaceda ya prescribió; Arturo Alessandri no es invocado ni por sus descendientes; pero Frei Montalva, vaya qué activo disponible: si incluso dio para una presidencia homóloga.
Por eso, a Frei hay que convertirlo en víctima. Porque, además, al frente, la derecha tiene una víctima real, un senador asesinado a mansalva, un muerto acreditado, un muerto que la derecha no se merece -piensan algunos en la DC-, un muerto al que algunos eclesiásticos incluso le negaron, por eso mismo, ser velado en la catedral de Santiago. Un muerto en cuyo memorial, por cierto, está todo el texto de su vida, a diferencia de lo que afirman quienes quizás nunca lo han visitado.
Pero volvamos a Frei Montalva. Al conseguir que sea una víctima más, se procurará olvidar lo que el propio líder de la DC -en pleno uso de sus facultades políticas- afirmó en octubre de 1973: "Los militares han salvado a Chile y a todos nosotros, cuyas vidas no son ciertamente importantes como la de Chile, pero que son vidas humanas, y todas amenazadas perentoriamente. Y no se puede decir que estamos aún a salvo, porque -ya lo ve usted día tras día- las Fuerzas Armadas siguen descubriendo reductos y arsenales. La guerra civil estaba perfectamente preparada por los marxistas. Y esto es lo que el mundo desconoce o no quiere conocer... Las fuerzas militares han salvado realmente al país del total aniquilamiento... La Democracia Cristiana no deseaba esto, naturalmente. Usted no desea operarse de cáncer, pero llega el momento en que usted tiene que operarse el cáncer. Nuestros cirujanos son las Fuerzas Armadas, y el pueblo solicitó su intervención insistentemente, estruendosa y heroicamente".
¡Qué desagradable verdad!
Y de paso, quizás el PDC logre revitalizarse un poquito y quizás logre también bajarle un par de puntos más al Presidente Piñera.
Pero lo que toda esta cuestión deja en claro es la diferencia con que unos y otros tratan a sus muertos. La derecha los entierra bien enterrados, mientras que las izquierdas perseveran en mantenerlos lo más vivos posibles. Por eso las autopsias recurrentes a Neruda (el cáncer de próstata, elevado a la condición de crimen de Estado), por eso los cientos de cadáveres iquiqueños que nada tenían que ver con la masacre de 1907, manipulados grotescamente por el gobierno concertacionista de hace una década. Por eso, la incontinente frecuencia con que es llamado Eduardo Frei Montalva a comparecer ante la prensa, una y otra vez.
Ya es tiempo de que descanse en paz.
Parte de la familia de Eduardo Frei Montalva, algunos dirigentes de un partido que lleva el mismo nombre de aquel al que perteneció el ilustre ex presidente, ciertos dirigentes de izquierda con escasa presencia pública actual, y uno que otro comunicador partisano, repiten el mantra: ¡asesinato, crimen!
Contra toda evidencia, sin más objetivo que un gran logro comunicacional, unos y otros se empeñan en machacar el mensaje: ¡Frei Montalva fue asesinado! No hay prudencia, no hay mesura: todo es simplemente una vorágine de acusaciones y descalificaciones. Se usa la expresión "magnicidio", se condena por anticipado, aprovechando la fuerza de la corriente, aunque se vaya en contra de la razón. Incluso se prenden velas frente a un hospital, el Clínico de la PUC, donde a diario se custodian y salvan cientos de vidas -muchos miles con el paso de los años-, sin que haya siquiera voluntad de reconocer que toda la documentación exhibida demuestra que las acusaciones en contra de sus médicos son falsas.
Pero, ¡qué importa la verdad cuando está en juego la imagen!
La imagen.
Eduardo Frei Montalva es uno de los personajes más aprovechables de la historia reciente de Chile. En efecto, Balmaceda ya prescribió; Arturo Alessandri no es invocado ni por sus descendientes; pero Frei Montalva, vaya qué activo disponible: si incluso dio para una presidencia homóloga.
Por eso, a Frei hay que convertirlo en víctima. Porque, además, al frente, la derecha tiene una víctima real, un senador asesinado a mansalva, un muerto acreditado, un muerto que la derecha no se merece -piensan algunos en la DC-, un muerto al que algunos eclesiásticos incluso le negaron, por eso mismo, ser velado en la catedral de Santiago. Un muerto en cuyo memorial, por cierto, está todo el texto de su vida, a diferencia de lo que afirman quienes quizás nunca lo han visitado.
Pero volvamos a Frei Montalva. Al conseguir que sea una víctima más, se procurará olvidar lo que el propio líder de la DC -en pleno uso de sus facultades políticas- afirmó en octubre de 1973: "Los militares han salvado a Chile y a todos nosotros, cuyas vidas no son ciertamente importantes como la de Chile, pero que son vidas humanas, y todas amenazadas perentoriamente. Y no se puede decir que estamos aún a salvo, porque -ya lo ve usted día tras día- las Fuerzas Armadas siguen descubriendo reductos y arsenales. La guerra civil estaba perfectamente preparada por los marxistas. Y esto es lo que el mundo desconoce o no quiere conocer... Las fuerzas militares han salvado realmente al país del total aniquilamiento... La Democracia Cristiana no deseaba esto, naturalmente. Usted no desea operarse de cáncer, pero llega el momento en que usted tiene que operarse el cáncer. Nuestros cirujanos son las Fuerzas Armadas, y el pueblo solicitó su intervención insistentemente, estruendosa y heroicamente".
¡Qué desagradable verdad!
Y de paso, quizás el PDC logre revitalizarse un poquito y quizás logre también bajarle un par de puntos más al Presidente Piñera.
Pero lo que toda esta cuestión deja en claro es la diferencia con que unos y otros tratan a sus muertos. La derecha los entierra bien enterrados, mientras que las izquierdas perseveran en mantenerlos lo más vivos posibles. Por eso las autopsias recurrentes a Neruda (el cáncer de próstata, elevado a la condición de crimen de Estado), por eso los cientos de cadáveres iquiqueños que nada tenían que ver con la masacre de 1907, manipulados grotescamente por el gobierno concertacionista de hace una década. Por eso, la incontinente frecuencia con que es llamado Eduardo Frei Montalva a comparecer ante la prensa, una y otra vez.
Ya es tiempo de que descanse en paz.
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