Gonzalo Rojas S.


La primera página de cada medio de comunicación es un retablo de dolores.

La violencia ocupa entre el 20 y el 40% de los titulares principales.

Y todos sabemos que la proporción sería aún mayor, si no hubiera medios que, por sesgo ideológico, procuran transmitir una sensación de cierta normalidad, simplemente porque creen así estar ayudando a Boric.

Pero a cualquier presidente solo se le ayuda -y el objetivo de hacerlo es que cumpla con su compromiso ante la Constitución-  si se le dice la verdad por todos los medios.

Y la verdad en esta materia es doble: la violencia está desatada y, en medida importante, las fuerzas gubernamentales son cómplices pasivos de ese fenómeno.

La complicidad tiene varias dimensiones, no es puro silencio o pasividad.

Es, por una parte, fruto del postulado ideológico por el que siguen creyendo que existe una ‘violencia institucionalizada’ que justifica las diversas formas de violencia insurreccional.

Por otra, porque la han venido practicando en los años anteriores: respecto de la violencia, han hecho de la ideología, praxis. Marx.

En tercer lugar, porque confunden la fuerza legítima del Estado, que hoy conducen, con esa misma supuesta violencia represiva. Así se cierra el círculo.

Es imposible entonces que haya coherencia: se procura una amnistía para criminales de la revuelta, se decreta un estado de excepción atenuado (un placebo, nada más) se omite la querella imprescindible contra Llaitul, se difiere la protección legislativa de la infraestructura crítica, se anima desde una delegación provincial a un paro y toma de un colegio, etc. etc.

La violencia no solo comienza en la mente de los que la planifican; se aloja también en la cabeza de los que con pasividad miran para el lado. Los devorará.

Fuente: https://viva-chile.cl/2022/05/violencia-devoradora/

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