Gonzalo Rojas


Que hay en el PC fuerzas que rechazan el acuerdo y procurarán hacerlo inviable, no es un misterio para nadie. ¿Lo era para el senador Macaya al momento de firmar?


Uno de los rasgos más propios de la verdadera mentalidad de derecha es el escepticismo. Se trata de una permanente duda respecto de la eficacia de las acciones que se emprenden en política, y consiste en que la tendencia a mejorar se debe expresar a través de lo que “no es jamás completamente nuevo”, tal como Burke lo recordaba y enseñaba.

Y, por cierto, esa mentalidad escéptica —que no es ni pesimista ni negativa, sino solo precavida y cuidadosa— se alimenta de la experiencia, de ese pasado plagado de piedras con las que ya hemos tropezado… no solo una, sino varias veces.

Y una de esas piedras —más bien, una roca— es el comunismo y, en concreto, el Partido Comunista de Chile. Frente a esa colectividad, a sus palabras y a sus gestos, el derechista toma aún una mayor precaución, y se mueve del escepticismo a la desconfianza total. Eso lo lleva a afirmar: una vez más nos van a tratar de engañar, nos van a tratar de derrotar “a la mala”, tal como lo han intentado tantas veces en el pasado.

¿Por qué esta dureza? ¿Está justificada? Sí, la investigación histórica así lo acredita, pero es necesario condensarla en pocas palabras. Y, al respecto, no existe cita mejor para explicar esas aprensiones que la sincera confesión que hacía Gladys Marín a Televisión Nacional, desde La Habana, poco antes de morir: “Teníamos que decirlo, teníamos que hacerlos lesos. Ni tontos de mostrarles todas las cartas”.

Hay, frente a esta evidencia del persistente engaño comunista, quienes hoy prefieren cerrar los ojos, ponerse tapones en los oídos y mirar al horizonte, sin reparar en los campos minados que tienen por delante. Son quienes abandonan una posición de auténtica derecha y se mimetizan con el centro, con los centros. Están en todo su derecho, pero no cumplen con su deber. Tienen el derecho de abandonar la obvia desconfianza que debe recaer sobre el Partido Comunista, pero al hacerlo, faltan a su deber más básico: siempre enfrentar a los comunistas, nunca creerles.

Por eso, cuando el presidente de la UDI afirma que “el hecho de que desde las posiciones más extremas se esté señalando que el acuerdo fue malo, habla de la fortaleza del mismo”, lo que en realidad devela es la debilidad de su propia mirada.

El acuerdo es muy malo, primero, porque ha contradicho lo que la clase política —el presidente de la UDI incluido, por supuesto— nos aseguraba a los electores: el artículo 142 se aplicaría poniendo fin al proceso constituyente, si ganaba el Rechazo. Y, segundo, porque se ha firmado conjuntamente con los comunistas. Lo primero queda en el pasado; lo segundo, abre una grave incertidumbre hacia el futuro.

Ante la doble postura del PC —que ha anunciado a través de sus parlamentarios su voluntad de modificar el acuerdo—, no le queda más opción al senador Macaya que tratar de justificar su postura llamando “posiciones extremas” a las que se oponen al texto. Pero ¿ha olvidado tan rápido el presidente de la UDI que él firmó unos pocos días atrás el acuerdo justamente con la “posición extrema” que es el Partido Comunista? ¿De qué se sorprende ahora? ¿De su propia ingenuidad o de su propia inconsecuencia?

Que hay en el PC fuerzas que rechazan con energía el acuerdo y procurarán hacerlo inviable, no es un misterio para nadie. ¿Pero lo era para el senador Macaya al momento de firmar?

En una coyuntura como esta, cuando de nuevo se pone en riesgo grave al país, los electores de la derecha verdadera, de la derecha escéptica, de la derecha consciente de la claudicación que ha sido no validar el 4 de septiembre, seguramente sabrán ponderar lo que significa que en la UDI no haya conciencia clara sobre lo que implica llegar a acuerdos con el PC.

Esto no es menor: es lo mayor, es lo decisivo.

Fuente: https://www.elmercurio.com/blogs/2022/12/28/103951/udi-acordando-con-el-pc.aspx

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