Gonzalo Rojas S.


“No puede haber cosa más grave para una colectividad que el que sus parlamentarios estén completamente divididos sobre votar 'Apruebo' o 'Rechazo' en abril”.


Lo que las izquierdas están obteniendo —el poder real al margen de las instituciones— es mucho más de lo que jamás soñaron, desde que comenzó para ellos la pesadilla de Piñera II.

Ese poder real —entre otras muchas dimensiones que no comentaremos hoy— se está expresando en un resultado que ha podido pasar algo inadvertido. En efecto, con su presión por un proceso constituyente, las izquierdas están logrando, de rebote, una victoria tanto o más decisiva que la ruptura institucional: están quebrando a los dos partidos principales de Chile Vamos.

Sí, los están quebrando.

Y la palabra se aplicará gradualmente en los próximos dos años, tanto a la UDI como a RN, en su doble acepción: fractura e insolvencia.

Los quebrarán, porque se ha sembrado el germen de la división más rotunda que pueda experimentar un partido en su interior: la desavenencia sobre el contenido de las normas que fundamentan la democracia. Efectivamente, no puede haber cosa más grave para una colectividad que el hecho de que sus parlamentarios estén completamente divididos sobre votar “Apruebo” o “Rechazo” el próximo mes de abril, lo que significa obviamente “quiero cambiarlo eventualmente todo”, versus “quiero mantenerlo casi todo”. Se suponía que todos ellos militaban en RN o en la UDI porque estaban fundamentalmente de acuerdo con el modo en que se consagran las instituciones en la Constitución vigente, sin perjuicio de desavenencias menores. Pero si un grupo en cada partido busca sacarla de circulación y partir de cero, no es lícito pensar que eso se deba a la pura frivolidad política de querer salir del paso de un momento de angustia extrema, como fue el martes 12 de noviembre, sino a que realmente están abiertos a un nuevo texto muy diferente.

Más grave aún resulta la existencia en cada uno de esos partidos de parlamentarios contrarios a la vigencia del actual texto, si se considera que las declaraciones de principios de ambos conglomerados —originalmente escritas por el mismo redactor principal del texto constitucional vigente— siguen siendo en gran medida coincidentes con la Carta Fundamental actual.

Por eso, cuando avance la campaña para el plebiscito, tanto la UDI como RN se seguirán quebrando en dos sectores, enfrentados no por el tag o por las AFP, sino que por la concepción de la persona humana, el Estado subsidiario o el rol de las Fuerzas Armadas. Y esa quiebra, que durante el período constituyente será solo una fractura, puede convertirse para la UDI y para RN en auténtica insolvencia después de las elecciones parlamentarias de 2021.

Los sectores más fieles e ilustrados de sus respectivos electorados lógicamente se preguntarán: ¿Cómo va a ser coherente que figuren en la misma lista de candidatos al Congreso personas que habrán manifestado divergencias profundas entre sí, por ejemplo, nada menos que sobre el régimen de gobierno (presidencial o parlamentario), sobre el contenido y alcance de los derechos y libertades, o sobre las atribuciones del Estado en Educación? Sí, políticos que, enfrentados al eventual plebiscito ratificatorio, quizás voten de modo distinto, reflejando sus radicales diferencias en lo fundante.

Hace años que venimos insistiendo en la necesidad de que tres partidos muy definidos expresen las diferentes visiones de la centroderecha chilena. Hoy, la mirada liberal ya cuenta con Evópoli y la opción conservadora ve desplegarse con fuerza al Partido Republicano.

Quizás sea la quiebra electoral de la UDI y RN en 2021 lo que termine por centrifugar a sus actuales tendencias hacia aquellas otras dos, y permita generar, de paso, la tercera, la socialcristiana.

Eso se le debería a la izquierda, hoy victoriosa.

Fuente: https://www.elmercurio.com/blogs/2019/12/18/74841/RN-y-la-UDI-quebrados.aspx

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