13 DE NOVIEMBRE DE 2020 

 

 

 

 

 

Hermógenes Pérez de Arce


Una verdadera demolición nacional está teniendo lugar. Piñera ya no es sólo un "pato cojo" sino, como ha dicho un columnista, está "sin pies" y ya ha dejado de gobernar. El régimen de facto instituido en su lugar por la izquierda en el parlamento ha vuelto a usar, por sí y ante sí e inconstitucionalmente, la atribución presidencial exclusiva de presentar proyectos relativos a la seguridad social y en la Cámara ha aprobado un segundo retiro de 10 % de los fondos previsionales, lo que llevará el total sustraído ilícitamente a la enorme suma de 29 mil millones de dólares, un 10% del PIB. Esto tendrá graves consecuencias en el financiamiento de la producción y castigará el crecimiento de la economía, pero el retiro evitará que los respectivos recursos caigan en manos de la burocracia estatal manejada por los partidos políticos.

Chile se está, literalmente, suicidando como país viable. La diputada Pamela Jiles anuncia que ya tiene listo un proyecto para un tercer retiro de los fondos para jubilaciones. Hasta voces de derecha se suman a la "colaboración al Chilecidio" y propone el retiro total de los fondos antes de que se los robe la burocracia roja a través del inminente sistema de reparto que derivará del triunfo del "Apruebo".

Piñera está en pánico y no es capaz de oponerse a nada, porque la persona que más quiere en el mundo, es decir, él mismo, es acusada de "asesino" tan injustificadamente como se acusaba de ello a Pinochet. Y todos sabemos que los comunistas matan a quienes fulminan con sus consignas. Quisieron "Matar a Pinochet", como se titula la película laudatoria del frustrado magnicidio, el cual sí costó la vida a cinco escoltas del presidente. Y mataron al custodio de la Llama de la Libertad, carabinero Heriberto Novoa, al poblador UDI Simón Yévenes, a tres escoltas del general Sinclair, al senador Jaime Guzmán y, antes, a Edmundo Pérez Zujovic, un ministro del Interior DC que sí supo mantener el orden público ante una ocupación ilegal de terrenos en 1970. Y ahora mismo la guerrilla impune está matando parceleros en La Araucanía y ya han caído Pedro Barrios, Pedro Cabrera y, ayer, Pablo Burgos. Piñera, con tal de que no lo maten a él, no hace nada, desmantela Carabineros, regaló la Constitución y se sumó al "Apruebo", en cuya base está el lema "No + AFP", que precisamente se está materializando con los sucesivos retiros de los fondos. 

La Constitución que derivará del triunfo del "Apruebo" ya es de antemano mirada como un árbol de pascua del cual colgarán regalos para todos, consistentes en cosas quitadas a sus legítimos dueños a ser repartidas entre los demás. Como los diez millones de cotizantes de la previsión están de acuerdo en que se les robe a otros, pero no a ellos, se apresuran a retirar sus fondos antes de que el Estado, que manejan los políticos, se quede con los mismos a través del sistema de reparto que propicia "el otro modelo". 

El "proceso constituyente" y la "casa de todos" consisten en robarles a otros, pero no a uno. Por eso los cotizantes quieren dejar sin fondos al sistema de AFP, porque si no retiran, los políticos que manejan el Estado recibirán la plata y lo que reste después de recompensarse por su "servicio público" lo repartirán a su clientela, como lo han hecho hasta ahora con los 70 mil beneficios y compensaciones Rettig, las 160 mil pensiones para "exonerados políticos", las 30 mil otorgadas a los "torturados" Valech (a quienes los tribunales rojos les van a ir dando, además, indemnizaciones adicionales tras cada uno de los juicios "tipo Cristián Labbé", en que bastará decirle a un militar "usted me torturó hace 40 años" para obtener decenas de millones); y los 1.300 procesos contra militares en que no se aplican leyes expresas y vigentes sobre amnistía, prescripción y cosa juzgada, pero sí retroactivamente la de "lesa humanidad", dictada en 2009. Juicios que consagran indemnizaciones de decenas y a veces centenares de millones para la extrema izquierda, por habérsela privado de su declarado "derecho" a tomarse el poder por las armas.

El lado bueno: tras el Chilecidio en curso terminará la inmigración masiva e ilegal y el espectáculo de los cubanos, venezolanos y otros, bajo carpas en la calle, pidiendo visa de residencia para poder trabajar. Habrá, eso sí, chilenos pidiendo lo mismo en algún asqueroso país capitalista y desigual donde, nadie sabe por qué, todos querrán irse a vivir después de haber, el 78 % de ellos, transformado el propio en uno maravillosamente pobre e igualitario.

Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/

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