VIERNES, 3 DE MAYO DE 2019

 
 
El primero de mayo no había diarios y para informarme recurrí a la TV del mediodía. Allí me encontré con un foro o panel de partidarios del No, con total ausencia de partidarios del Sí, como se estila bajo la actual dictadura del No que nos oprime desde 1990. Ésta, en su actual etapa bajo Piñera II, llega a extremos tan inverosímiles de totalitarismo como pedir la renuncia al director del Museo Histórico por exhibir una frase y una efigie del ex Presidente Pinochet o destituir al ministro de las Culturas y del Patrimonio, sólo 94 horas después de designado, por haber dicho una verdad del tamaño de una catedral, como la de que el Museo de la Memoria Marxista es un montaje engañoso. Pero así son las dictaduras.

En ese sesgado panel del No estaba el conductor de TV Sergio Lagos, a quien se le escapó que durante "la dictadura" había una extensa lista de revistas de izquierda y un diario crítico del gobierno. Estaba también un ex marino relativamente joven que hacía esfuerzos por mostrarse "arrepentido", diciendo que antes de 1990 "no sabía" o "no se había dado cuenta" de casi nada. También estaban el ex ministro, omnipresente en los foros, Francisco Vidal; asimismo, estaba el más conocido "arrepentido", el ex candidato presidencial, ex ministro y actual alcalde Joaquín Lavín, que nos golpeó a todos en 2000, siendo nuestro candidato presidencial, al declararse así, "arrepentido", porque, decía, "no sabía lo que pasaba"; y, por último, había un sujeto odiosamente izquierdista que, por cierto, no se arrepentía de nada. 

Pero el más severo para juzgar al gobierno militar no fue éste, sino Lavín, el cual, sin embargo, demostró que cuando "no sabía las cosas" era ahora y no antes de arrepentirse. Pues le enrostró al régimen del cual fue el más resuelto partidario el asesinato de Orlando Letelier, al cual, sin embargo, fue comprobadamente ajeno, como lo reconoció hasta el propio hijo de Letelier. ¡Qué cambio desde cuando Lavín era el mejor defensor! Recuérdense su libro "La Revolución Silenciosa" y su condición de "gallo de pelea" en la elección de 1989, acompañado en la lista de una candidata sólo "tibia", como Evelyn Matthei.

Pero, al culpar a la Junta del crimen de Letelier, Lavín demostró que cuando "no sabía" era ahora, pues tal acusación es infundada: "Y lo Negó Tres Veces" se titulaba la crónica de "El Mercurio" del 2 de abril de 2000, confirmatoria de lo anterior y referida al interrogatorio de Pinochet al general Manuel Contreras, que había sido director de la DINA, acerca de si conocía a Townley, autor del crimen de Letelier. 

Ante la Junta en pleno, informó el diario, "Pinochet le preguntó a Contreras: 'Categóricamente, dígame si (la DINA) tiene alguna relación lejana o que usted no sepa con este individuo'. 

'No, ninguna, mi general', respondió Contreras. Tres veces le preguntó lo mismo. 'Como máximo podría haber sido un informante, pero jamás un agente de la DINA', reiteró Contreras. 

"Quiere decir que tenemos que entregar a Townley ¿usted se opone a eso?" dijo entonces Pinochet. "No, por ningún motivo, si no tiene nada que ver con nosotros", reafirmó Contreras." Y ahí se definió la entrega de Townley a los EE. UU.
 
Ese diálogo nunca ha sido desmentido ni contradicho en los 26 años desde que se publicó y prueba el desconocimiento de la Junta y del gobierno de la época acerca del crimen de Letelier.
 
¿Por qué un "arrepentido", supuestamente bien informado, como Lavín, insiste en achacarle ese crimen a la Junta? Respuesta: porque en realidad está mal informado y mal arrepentido. Se arrepintió en 2000 diciendo que "no sabía", en circunstancias que, justamente, si "hubiera sabido" no debería haberse arrepentido. 

Todo le sucedió durante la campaña presidencial contra Lagos, en 1999, dejándonos a sus partidarios de entonces con un palmo de narices que dura hasta hoy y nos induce, a quienes no nos "damos vuelta la chaqueta", a no volver a votar por él. Pues se ha evidenciado que su postura la determinan las consignas falsas de los adversarios y no las verdades propias. 

Mal arrepentido y todo (o tal vez por eso) hoy sube en las encuestas presidenciales y alcanza a José Antonio Kast, confirmando que, en política, cambiarse de bando puede resultar tanto o más rentable que mantener una sola línea. 
 
 
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