Por Jorge Andrés Droguett
Director Fundación Voz Nacional


Desde hace más de 40 años existe una inmensa mayoría de chilenos  que creen que los problemas de subsistencia primaria, léase pan, techo y abrigo, además del total de la satisfacción de las necesidades individuales y colectivas se obtienen trabajando, por lo que el producto de las satisfacciones  individuales permite la satisfacción  de las necesidades de  los grupos intermedios y de la sociedad en su conjunto.

Existe también en esta sociedad, un grupo que sueña con que al amanecer de cada día y al salir de sus casas encontrarán el pan caído del cielo, como si éste se creara durante la noche, el cual, obviamente sería de gran calidad, producido mágicamente por el gran “dios” que este grupo de ateos venera como el dios Estado. Un dios milagroso que se auto genera, que se auto financia y se desenvuelve omnicomprensivamente, disponiendo de recursos humanos, materiales y financieros de carácter “ilimitado”, que reparte como   limosna a los mendigos del dios Estado o esclavos de la soñada nueva sociedad revolucionaria. Por cierto que, en la praxis, siempre se conoce el inicio de la revolución pero, jamás su término, menos sus frutos y siempre su profundización.

Aparte de los dos grupos recién reseñados, existe un tercer grupillo de individuos que, muy inteligentemente y por espacio de varias décadas, han observado que estos pobres mortales del primer grupo, que ganamos el pan a diario con el sudor de nuestras frentes, que satisfacemos nuestras necesidades trabajando duramente y que al hacerlo vamos generando otros empleos, riqueza personal y nacional, específicamente centraron su mirada en que al mismo tiempo con parte de nuestro aporte financiamos la infraestructura y el personal de la Administración Pública en cualquiera de sus formas. Esto lo hacemos ahorrando, pagando impuestos, contratando a otras personas, emprendiendo, arriesgando lo que tenemos al invertir o, al hacerlo con recursos conseguidos de terceros, etc.

La gran habilidad o inteligencia de este tercer grupo transversal, radica en que desarrollaron con el tiempo un gran poder de mimetizarse en los intríngulis del poder, comprendiendo y utilizando camaleónicamente las puertas que se abrían  para incorporarse a los grupos de poder y, con ello, alcanzar la posibilidad de capturar los puestos intermedios y de rango superior del Estado, para beneficio personal, logrando auto asignarse remuneraciones que no obtendrían desempeñándose como simples mortales, y de un monto que jamás soñaron y que menos alcanzarían en el mundo privado, hasta ahí no existía gran novedad, ahora desde sus “puestos de aparentes servidores públicos” empujan un apoyo humano y financiero a organismos internacionales pagando así algunos favores del pasado y otros futuros (para ellos mismos) con recursos del dios Estado; la tragedia se profundiza con la creación de cargos y asesorías inútiles en la administración y para coronar estas exacciones del erario nacional, se financia todo tipo de ONG’s que contribuyen a los intereses de estos grupillos. Para qué referirnos al gasto público destinado a falsos exonerados, pensiones e indemnizaciones percibidas gracias a esta maquinaria de hacerse del dinero del gran “dios Estado” que beneficia a sus cultores. En resumen un elenco social de oportunistas bien pagados por el favoritismo político.

Este tercer grupo, enquistado en el engranaje del Estado y que por años ha pasado desapercibido por la gran mayoría ciudadana, cumplió la primera parte del proceso, y ha comenzado la siguiente fase consistente en un proceso de divulgación de un lenguaje agresivo en contra de quienes con nuestros trabajos e impuestos sostenemos la Administración Pública. Estos “jefecitos” que están enquistados al interior de ésta, que se auto denominan con especial resonancia “servidores públicos” se transformaron a poco andar en servidos del y por el público. ¡Es tal  como parece! Los integrantes de este grupo emplean para ser elegidos, o para desempeñarse en sus cargos toda suerte de expresiones que resuenan más en el ámbito emotivo de los electores que en sus intelectos, como son por ejemplo: “daremos solución a los problemas de la gente, eliminaremos la pobreza y la desigualdad, basta de abusos por parte de los ricos, debemos terminar con la mentira, el aprovechamiento de los más débiles y con la desigualdad. ¡Ah! y la última invención genial es que todo lo anterior y cualquier otra dificultad se soluciona con una nueva Constitución, debiendo, por supuesto, elegirlos a ellos para que la redacten.  

¿Quién puede creerle a este grupo de individuos que vela por ellos mismos y sus propias necesidades?

Concluida la caracterización de estos tres grupos, es necesario reconocer que los seres humanos somos únicos y distintos, incluso, los gemelos son desiguales.  La experiencia milenaria, indefectiblemente muestra que ante distintos esfuerzos los resultados son diversos y que, en la lucha diaria por sobrevivir aunque muchos individuos ganen lo mismo, serán sus capacidades, parámetros culturales e inteligencia las herramientas que le llevarán a ser distintos al momento de jerarquizar el gasto aplicado a la satisfacción de necesidades y, en consecuencia, a tener un nivel de vida también diverso (teniendo ingresos y grupos familiares semejantes).

Ahora bien y solo con un fin didáctico caricaturizaremos a los miembros de los tres grupos en comento:

- A los primeros, les llamaremos por su actuar: responsables, trabajadores, innovadores, emprendedores. Por ello, les identificaremos con las hormigas o las abejas ya que laboran, sacrifican y guardan previendo que, por diversas causas, no puedan hacerlo después;

- A los segundos, denominaremos bebés o guaguas, pues lloran para mamar y nada producen que no sea orina y mierda; también podemos llamarlos niños mal criados, pues destruyen con facilidad lo que otros construyen con esfuerzo. De igual modo, podemos identificarlos como adolescentes (“aborrescentes” ya que no se soportan  entre sí y menos a los otros dos grupos) y también se les reconoce por ser generosos para compartir como buenos compañeros lo poco y nada que queda luego de su destrucción y las migajas que son capaces de producir, parecen carroñeros y, por eso, podemos asemejarlos a las hienas;

- A los terceros, que tienen apariencia de buenas personas y son sensibles (a las necesidades de los demás para sacar partido de ellas), llamémoslos, progres, generosos (con el dinero y bienes producidos por los primeros, es decir, del Fisco). Se asemejan a las garrapatas o a las sanguijuelas, que chupan la sangre del Fisco hasta saciarse, pero hasta hoy no se conoce su límite.

En fin, a ninguno de los chilenos nos llega el pan del cielo (maná) pero se nos dieron capacidades que podemos aplicar a la satisfacción de las necesidades de los nuestros, de las propias y a las del grupo social organizado en que estamos insertos, haciendo uso libremente de nuestras potencialidades y respetando las reglas del juego social donde hay deberes o cargas que cumplir y derechos correlativos.

Hoy nos enfrentamos, por una parte, a un pequeño grupo que pretende dominarnos e intimidarnos con el uso de la violencia, por otro, al grupo que tiene capturado al Estado, y además, a una gran masa, en su mayoría indiferente y que hoy empobrecida desde octubre pasado, comienza a despertar.

¿Qué estamos dispuestos a hacer por un Chile mejor?

¿estamos dispuestos a movernos de nuestro estado de confort?

¿estamos dispuestos a defender nuestras ideas y a ejercer nuestros derechos cumpliendo con nuestras obligaciones políticas? O,
¿simplemente nos quedaremos quejándonos desde la comodidad de nuestro hogar?

POR UN CHILE LIBRE, estoy dispuesto a hacer lo necesario, a sacrificarme y a luchar … ¿Y USTED?   

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