Por Jorge Andrés Droguett
Director Fundación Voz Nacional


 

¡Jesús, María y José! Exclamaría una de mis abuelas al ver que entre nuestros legisladores hay algunos que ignoran por completo las nociones económicas elementales y, peor aún, entre los que saben o debieran saber, encontramos personajillos que se muestran indiferentes a los problemas que enfrentamos en este orden de materias. Como si esto fuese poco, otros con una hipocresía a toda prueba, emplean en forma distorsionada nuestra actual situación de salubridad pública, económica e internacional para emplearla como material discursivo inflamable para, de este modo, generar más demagogia.

Como los miembros de la izquierda en general, los llamados de centro y algunos de la “nueva centro derecha” operan sobre la premisa… “Gastar, gastar, que el mundo se va a acabar y la gente por nosotros tiene que votar”… sea porque están convencidos o son preclaros creyentes de que el Gobierno debe gastar lo que tiene presupuestado, lo ahorrado y aquello en lo que puede endeudarse, para su propio beneficio electoral, según ellos “en el desarrollo de la sana política”. Todo lo hacen por ganar o mantener sus puestos al servicio de la comunidad sentados en torno al hemiciclo, esperando que mágicamente se arregle la marcha de la economía nacional despilfarrando recursos escasos, poniendo cara de circunstancia y preparando la crítica por la irresponsabilidad en el manejo de las finanzas públicas.

Les recuerdo a estos verdaderos “genios de las finanzas” (del juego monopolio, claro está), lo siguiente:

Consideración número uno, sin un aumento en la INVERSIÓN, no habrá incremento en los puestos de trabajo (EMPLEO), ni tampoco en la PRODUCCIÓN. Ahora bien, si no se mantiene la primera, tampoco lo harán las magnitudes del empleo, su calidad y estabilidad, mucho menos lo hará la producción de bienes y servicios. Respecto de este punto, es importante tener presente que la Inversión debería crecer porcentualmente (+ ó – 20%) en relación a la del año anterior para absorber la mano de obra que se incorpora al mundo del trabajo, y mejor ni pensar en cuánto se debe incrementar la inversión para absorber la mano de obra inmigrante;

Consideración número dos, si disminuye el INGRESO de los agentes económicos, lo hace como consecuencia directa el CONSUMO, dicho en términos duros, habrá menos satisfacción de necesidades de las familias. Sobre este punto en particular debemos pensar en los mucho más de 300.000 puestos de trabajo perdidos a causa del “estallido social”, o como propone don Hermógenes, “antisocial”. Para qué escribir de las consecuencias económicas de la pandemia que nos golpea, si hay quienes no podemos trabajar por casi dos meses ya.

Como consecuencias de lo anterior, enfrentamos un cúmulo de problemas y destacaremos solo dos: por un lado, se recaudan menos impuestos; por el otro lado, se producen menos transacciones entre los sujetos económicos que, no olvidemos, disponen de menores ingresos personales, es decir, satisfacen menos necesidades, por tanto, cabe preguntarnos ¿cómo pretenden los magos que deciden en el Congreso, financiar esta fiesta populista que recién comienza? Al parecer, ahora algunos inocentes se dan cuenta que determinados proyectos “solidarios”, generados por ley, constituyen gasto público de tipo ordinario que deberán financiarse con ingresos extraordinarios. ¡Caramba!  La trampa está hecha y estamos atrapados en ella. Cualquier experto en economía doméstica entenderá que llegamos sin darnos cuenta a gastar más de lo que producimos. Es cierto se puede financiar, pero la pregunta es ¿por cuánto tiempo y quiénes lo pagaremos?

El peligro de los “iluminados” y de los “genios” recién destacados, es pues, que proponen subir los impuestos a las empresas, cargarles el aumento de las cotizaciones previsionales a los empresarios, exigirles inversiones para adaptar las instalaciones a la nueva realidad y, para coronar, sugieren expropiar las cotizaciones previsionales acumuladas por cada trabajador. En otras palabras, estos sujetos que viven y profitan colgados de las barbas de Karl Marx proponen que hagamos más cara o costosa la contratación de mano de obra y que exijamos al mismo tiempo que disminuya la cesantía. Con una total caradura nos pretenden imponer la solución genial y “novedosa”…  ¡que el Estado contrate! Es decir, otra vez tendremos entre 3 y 5 porteros de cada puerta de cada una de las reparticiones públicas. Si más adelante se normaliza esta situación, el Presidente de turno será llamado dictador y el Estado pagará a estos nuevos exonerados indemnizaciones y pensiones (me parece que esto en algún país bananero lo he visto y vivido ¿será en chilito?).

Otra consecuencia de lo que proponen, es que lo único que conseguiría dicha locura es aumentar el Gasto Público, y veamos a quiénes contratarían, seguramente serán sus correligionarios. La conclusión de este cuento es la de siempre, y de todo régimen de izquierda o “progre” (mejor dicho, “regre o regresistas”, se crean o no marxistas), o sea, ellos gastan lo que otros producen y ahorran; trabajarán y aportarán los de siempre; al final la mágica solución propuesta consiste en robar y esclavizar a toda la población, muy particularmente, a los que producen bienes y a aquellos que, cándida e inocentemente, les creen y que precisamente les hicieron creer que eran los destinatarios o beneficiados de tanto altruismo, bondad, compañerismo y solidaridad. La carnada es la legendaria cazuela con monedas de oro ubicada al final del “arco iris” de lo que queda de la Concertación. Sin embargo, como hay seres pensantes y críticos en medio de la gente en sus discursos, se remitirán a expresiones como “esfuerzo fiscal”, “Inversión Social”, entre otras, que emplean al modo de carnada para que los electores entren felices en su trampa dialéctica.

Como si las calamidades fuesen pocas y faltasen superdotados, si algún trasnochado propone (ya lo han hecho) entregar alimentación, educación, salud y vivienda gratuita a los extranjeros inmigrantes, sean residentes documentados o simples indocumentados pero regularizados, para los efectos de votar en los comicios municipales, al menos, desde luego y una vez más, con cargo al erario nacional vía Gasto Público… ¿a quién le convendría que estos extranjeros voten?  

Basta por ahora, en otra columna podríamos dedicarnos a visualizar los efectos de la situación en que estamos, analizando la fluctuante relación entre los bienes y servicios que se transan en una economía con el total de los medios de pago existentes en la misma, tarea que aún conserva el Banco Central de Chile (se la pretenden quitar). Hoy se perciben pequeñas presiones inflacionarias para el corto y mediano plazo, sus consecuencias serán duras, en especial para quienes disponen de menos recursos económicos y en particular con rentas fijas y bajas; así podríamos ver los efectos y consecuencias de lo que ocurre en cuanto a la velocidad de circulación del dinero, la masa monetaria, el “dinero giral” y su velocidad de circulación, el crédito, el dinero plástico, el ciber dinero, la regresión del Multiplicador y del Acelerador, ambos de la Inversión, etc … Como colofón exigido y en modesto verso escribiremos:

con pocos o menos bienes y servicios en producción,
 de dinero gran cantidad en apoyo al sistema entra en inyección,
el aumento del riesgo país, más nueva deuda que pagar;
multicausales que impulsan el quehacer, nos hacen presagiar
económico en el horizonte, la negra sombra de la temible inflación;
capaz que ésta nuevamente nos haga arar
”.

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