Por Jorge Andrés Droguett
Director Fundación Voz Nacional


Estimado lector, bástenos recordar que en Chile tan solo 47 años atrás, esto es, al término de la Unidad Popular, teníamos indicadores de mortalidad infantil, desnutrición, morbilidad de la población en general, falta de viviendas y de todo tipo de bienes básicos que afectaban a la mayoría de nuestra población. En concreto no dormían entre sábanas y tenían un solo par de calzado para sus pies (sin ponderar su calidad o estado). Era normal ver a niños pobres que deambulaban descalzos, desnutridos, desdentados y hambrientos. ¡Chile era un país de pobres, pero sus habitantes éramos dignos y orgullosos!

Guste o disguste a cualquiera que lea estas líneas, es preciso recordar que, tan poco tiempo atrás, gran parte de nuestra población dormía recostada en jergones tirados en el suelo, así y todo la UP logró concitar el entusiasmo de un tercio de nuestra población y con ese apoyo pretendieron someter a los dos tercios restantes.

El duro camino que significó salir de esa cruda realidad fue emprendido por el gobierno militar, que recibió un país destruido, quebrado social y económicamente, peor aún, demandado y endeudado con acreedores externos, y además con empresas extranjeras expropiadas, nacionalizadas o chilenizadas. La idea o “teoría” del “resquicio legal” aparte de pintoresca fue un fiasco donde quiera que se planteó. Hoy el dinero ahorrado y mantenido en los fondos de pensiones por los trabajadores de nuestra amada tierra, son mirados con el apetito insaciable de quienes encontraron que el mejor negocio es ser políticos o, según la dialéctica empleada, “servidores públicos” y desde su púlpito demagógico pretenden disponer de los mismos para hacernos tanto bien y de paso convertirnos en mendigos de puestos de trabajo y prestaciones del aparataje estatal, para luego, mutarnos en esclavos de la subsistencia alimenticia.

El tema de fondo es simple, no es posible sostener económicamente en el tiempo (largo plazo), un sistema de gestión estatal en que se gasta más de lo que se genera. ¿Por qué resulta tan atractivo ofrecer dádivas de todo tipo a “la gente”, en lugar de seguir propiciando y perfeccionando un sistema que valore el esfuerzo personal y familiar, el trabajo bien hecho y el consecuente disfrute de lo obtenido por estas vías?.

En otras palabras, todo trabajo y aporte a la sociedad, debe hacerse con responsabilidad entregando lo mejor de sí, esto exige que los trabajadores puedan aportar al país junto con los empresarios, gobernantes, administradores de lo público y gestores de negocios en general, apuntados todos al mismo y único fin, el Bien Común. Sobre este punto es importante reflexionar, puesto que, en la mayor parte de las decisiones que tomamos hemos dejado de lado el actuar ético y así encontramos que cada agente económico pretende maximizar sus beneficios sin respetar la dignidad del otro, pongámonos a prueba y veamos qué ocurre:

- Los trabajadores consideramos baja la remuneración que recibimos y por ello aplicamos en nuestro quehacer laboral el mínimo esfuerzo. En nuestras jornadas de trabajo: “sacamos la vuelta”, conversamos, fumamos, jugamos, tomamos café, vamos de compras, nos duchamos, chateamos, “pelamos”, etc. Pero, si es posible cobramos sobre tiempo y no nos esmeramos en aportar más a la empresa y tampoco en hacerlo de mejor forma, eso sí, después nos sorprendemos al percatarnos que cuando miden nuestra productividad es baja o muy baja, comparativamente hablando … ¿por qué esperar más o menos retribuciones y beneficios en relación con nuestro aporte real en el proceso productivo?

- Los empresarios por su parte y quienes gestionan las empresas, sólo fijan su mirada en obtener más utilidades, aumentar la eficiencia, reducir los costos, lo que nos parece correcto y justo. Sin embargo, no nos preocupa de igual forma el mejorar la calidad y conocimientos de los trabajadores en general, menos en formarlos en materias que no tienen que ver con su función laboral en la empresa, tampoco en fijar las remuneraciones según los objetivos empresariales trazados, y mucho menos les preocupa empatizar con sus trabajadores. En cambio, al parecer, importan más las horas de asistencia al lugar de desempeño que la función ejercida y el aporte efectuado … ¿por qué remunerar y premiar a los trabajadores sin retribuir lo que más o menos, pero que, justamente hayan aportado al proceso productivo y a la generación de utilidades?

- En otras palabras, hemos hecho desaparecer el mérito personal como herramienta para avanzar socialmente, hablar de Dios y de lo correcto resulta ofensivo. Reprobar a un aprehendiente que no cumple con los objetivos académicos de cualquier nivel es malo per sé; mantener en sus puestos a profesores que aprueban a todos sus alumnos, aunque no cumplan con los mínimos (hay quienes son amenazados por reprobarlos o invitados a aprobarlos). En cualquier caso, sacamos del centro de nuestras vidas lo ético pues, si deseamos formar competencias y estas no se adquieren suficientemente, el perjudicado es el estudiante, al mantener este actuar y al estar masificado y enquistado en nuestro sistema educacional. El daño primero se produce a aquella parte de nuestra población que estamos formando, también lo generamos en el propio sistema y, con el tiempo, al país. ¿Qué relevancia tiene una licencia secundaria si en muchos casos nuestros licenciados no saben leer correctamente y menos comprenden lo que leen?

¡Despierte señor lector!  Preocúpese si sus respuestas a las últimas tres interrogantes planteadas se orientan en las siguientes líneas argumentativas:

  • Quiero recibir más de lo que aporto o similar.
  • Pago lo que dispone como mínimo la ley por gratificaciones, el resto es para mí y sólo para mí como persona o empresa.
  • La Licencia Secundaria sirve para que puedan postular a un trabajo o para sacarlos del sistema educacional al mundo laboral o de educación superior en general.

Cuidado compatriota y, ponga atención, la izquierda canta tan bien, ya que, sin que las sirenas tengan una existencia real, ellos entonan melodías y componen exordios  que nos llevan como país a las rocas y a naufragar estrepitosa y dolorosamente. Ya han agitado las aguas volviéndolas tormentosas perjudicando a cientos de miles de personas desde el lamentable estallido. Por décadas han desplegado una batería de ideas como son la deconstrucción, el “iliberlalismo”, entre otras, con las que han degradado nuestros esquemas y parámetros de valores y principios que son la base o soporte de nuestra sociedad, han debilitado a las iglesias y, entre nosotros, especialmente a la Santa Iglesia Católica: primero por tratarse de una de las bases sobre las que se construyó nuestro país y, en general, la cultura judeocristiana occidental y; segundo, por las innumerables aberraciones y abusos de varios órdenes, cobardía moral de los superiores, ocultamiento de información, ambición, participación político partidista en los extremos, entre otras. Pretenden convencer primero; luego poner en pugna a los hijos con sus padres, alumnos con sus maestros, a los habitantes con la autoridad, a los homo contra los hetero, a las mujeres contra los hombres; asimismo, nos muestran y validan como bello, armónico y bueno aquello que no lo es; por último, suprimen del lenguaje y del actuar el respeto y amor a la patria, a nuestros héroes y figuras importantes creando una nueva fe o ideologismo: “los derechos humanos”. Con el paso que pretenden profundizar luego de haber iniciado su revolución el 18 de octubre pasado, sueñan con controlar a quienes les escuchan o a quienes llaman con aparente respeto y parsimonia: “la gente” o “el pueblo” (unido imagino) teniendo menos apoyo del que tuvo en su momento la tristemente célebre UP. ¡NO SOMOS OVEJAS QUE CAMINAMOS AL MATADERO, PELEAREMOS SI ES NECESARIO!

                Algunos integrantes de esta revolución refieren al Estado como opresor, asesino o violador ¡qué raro y curioso actuar! Pues pretenden apoyar la creación de un régimen revolucionario el cual requiere, por esencia, un aparato estatal todo poderoso y enorme. Seguramente, por arte de magia, no tendrá las características ominosas que tanto detestan, ¡la idiotez humana no tiene límite!

Para enraizar el amor a la patria y reforzar el sentido de pertenencia a nuestra sociedad políticamente organizada, de cada uno de los habitantes y, para que seamos beneficiarios de los apoyos, subsidios, bonos y diversas prestaciones públicas; propongo la creación de un Servicio Nacional Obligatorio que dure entre seis y doce meses, el cual debería realizarse en las instituciones públicas y de servicio a la comunidad. Para los extranjeros debiese durar el doble del tiempo si desean residir, más la aprobación de un examen de educación cívica y de lenguaje para los que no hablan castellano (español) o no lo hacen correctamente. Debemos fomentar y desarrollar el actuar responsable de todos los miembros de la comunidad potenciando capacidades que desarrollen la responsabilidad individual y colectiva, por ej.: Todos los escolares deberían asear y mantener sus salas de clases y sus establecimientos educacionales; la población en general lo debería hermosear las calles en que viven, sus plazas cercanas, parques, etc.

El esfuerzo, la responsabilidad, el sacrifico y la generosidad individual engrandecen a las personas y a las comunidades. Sin embargo, los populistas ofrecen regalar a destajo lo que no les cuesta ni tampoco es propio. Proponen soluciones que financiarían teóricamente “los ricos”, mismos que pretenden exterminar. Al eliminarlos y supuestamente repartir la riqueza nacional (sea pública o privada) lo que quedará será pobreza para todos, menos, eso sí, para los operarios de la “repartija” zurda. Tristemente para Chile, hoy vemos aprovechamientos y populismos nefastos en muchos de los agentes políticos de todos los sectores.

La nefasta igualdad en la pobreza, pretenden alcanzarla llevando a cabo una operación revolucionaria que tiene en su esencia lo que denominaremos por el acrónimo “ENRECO”, obviamente por estar integrada por la envidia, el resentimiento y los complejos de los izquierdistas contumaces.

Pretenden transformar a nuestro país, cuna de seres humanos libres, orgullosos y trabajadores, en mendigos de bonos, subsidios y prestaciones públicas para lograr lo que sería una miserable e indigna subsistencia… ¡NO ME PARECE Y NO LO ACEPTO!

Votaré RECHAZO … ¡Viva Chile Libre!

 


NOTA AL LECTOR: He recibido el siguiente comentario de una abogada de la PUC, a la cual admiro, respecto del artículo que antecede que me parece pertinente y transcribo en parte:

El problema, más que de la izquierda o de la derecha, es que somos seres humanos y nos perdimos a nosotros mismos al perder la noción de ética como dices tú, de código moral, y por eso perdimos la noción de lo que es justo o injusto y de cuánto es suficiente ... hemos vuelto al Estado de Naturaleza.”

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