15 septiembre, 2020 

 

 

 

 

Jose Antonio Kast
Presidente Partido Republicano


Sin el presupuesto multimillonario que tenía en Las Condes, todas las iniciativas de Lavín fracasaron estrepitosamente y su buena onda política no se tradujo en apoyos transversales. Sin pena ni gloria, transitó por el servicio público de verdad y quedó en deuda permanente.


Siguiendo en el desarrollo de su propuesta política, el candidato que encabeza las encuestas en la derecha, Joaquín Lavín, nos clarifica su nuevo propósito: un gobierno de convivencia nacional. Si bien había esbozado el concepto hace algunas semanas, ayer afirmó con toda claridad que en el improbable caso de que él fuera candidato a Presidente (declaración que ha rehuido afirmar, pues pretende ser candidato a alcalde antes), y fuera elegido, propondría un gabinete integrado y transversal, con ministros, asumimos, que representen todo el espectro político, desde la UDI hasta el PC.

La idea de Lavín no es nueva. Este verdadero transformismo político es un concepto impulsado por Antonio Gramsci hace más de 100 años y se sustenta en la llamada revolución pasiva, donde los distintos sectores políticos, lejos de enfrentarse, terminan siendo absorbidos de manera gradual y progresiva por uno hegemónico y las oposiciones cooptadas por la mayoría.

El transformismo que propone Lavín se fundamenta en que las personas están cansadas de la política tradicional, de las concepciones de derecha e izquierda, de las peleas y de las disputas de poder. Según Lavín, si seguimos haciendo lo mismo de siempre, vamos a llegar a los mismos resultados y su propuesta de convivencia nacional no es otra cosa que identificar lo mejor de cada lado (lo social en la izquierda, el orden público y la seguridad en la derecha), lo fusionamos y así sacamos adelante lo mejor del país.

¿Cómo no va a ser genial la idea de Lavín? ¿Quién podría oponerse a esto? ¿Cómo no sumarse a esta propuesta fantástica de unidad nacional donde todos ganaremos y dejaremos atrás las divisiones y diferencias?

En Twitter hay una cuenta cuyo usuario es @IdeasdeLavin, donde a través de distintos aportes se van generando las ideas más extravagantes que se le podrían ocurrir al alcalde Lavín, todo basado en sus hits del pasado, como hacer llover para eliminar la contaminación, habilitar playas en la ribera del río Mapocho o que cayera nieve en Santiago centro en el invierno.

El problema de fondo es que gobernar Chile no es igual a administrar la comuna más rica del país y las promesas que se van tuiteando e imaginando no son lo mismo que concretar la planificación e implementación de políticas públicas complejas para resolver las prioridades que demanda Chile. El mismo Lavín lo vivió en su intrascendente gestión como alcalde de Santiago, ministro de Educación o de Desarrollo Social. Sin el presupuesto multimillonario que tenía en Las Condes, todas sus iniciativas fracasaron estrepitosamente y su buena onda política no se tradujo en apoyos transversales. Sin pena ni gloría, transitó por el servicio público de verdad y quedó en deuda permanente.

¿Por qué pasó esto? Porque Chile no es una burbuja ni un mundo de fantasía. Existe una izquierda intransigente que jamás va a apoyar a Lavín ni menos va a pertenecer a su Gobierno. Porque los verdaderos socialdemócratas no reconocen nada bueno a la derecha y no van a permitir que su modelo de sociedad, tan distinto al que nosotros defendemos y que han permitido el desarrollo de Chile en las últimas décadas, se vea transformado con ideas de derecha, por muy buenas que sean éstas. Lo que Lavín propone es una ilusión sin ningún fundamento en la realidad.

Además, parte de un error fundamental: Chile no ha tenido en los gobiernos de Sebastián Piñera una verdadera gestión de las ideas de la derecha. Si bien en ambos casos, y especialmente en la última elección, el Presidente Piñera fue elegido gracias a que presentó un programa de derecha verdadera, siempre ha terminado cediendo ante la izquierda y capitulando en sus ideas fundamentales. Por temor a fracasar en el Congreso o por el chantaje de la violencia extrema en las calles, Sebastián Piñera ha borrado con el codo lo que escribió en su programa de gobierno y la baja aprobación es el resultado de cientos de miles que lo apoyamos y que hoy vemos con decepción como una vez más se abandonan las ideas que nos llevaron al gobierno.

Chile no necesita un transformista político, sino lideres con convicción y coherencia. Nuestro sector tiene las mejores ideas y los mejores proyectos para llevar a Chile al desarrollo y para levantarlo de la grave crisis que vive en estos momentos. Pero no se hace renunciando a lo que nosotros creemos, sino que al contrario, reafirmándolo en los principios con más fuerza.

Fuente: https://ellibero.cl/opinion/jose-antonio-kast-transformismo-politico/

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