9 marzo, 2021 

 

 

 

José Antonio Kast
Presidente Partido Republicano


El joven del puente Pío Nono, la quema de un bus del Transantiago, el incendio de un carro de Carabineros y lo ocurrido con la estatua del General Baquedano el viernes pasado son hitos dentro de una larga serie de provocaciones violentas que se verifican semana a semana.


Durante el 2019, la imagen recurrente de los matinales y diarios vespertinos era la de encapuchados encaramados en el techo del Instituto Nacional, tirando molotovs, piedras e insultos a Carabineros y a transeúntes por igual. La imagen se hizo tan habitual, que se tendió a normalizar: un par de minutos de refriega intensa, interrupción del tránsito y luego se retomaba la vida normal. Por eso, cuando en la previa del 18 de octubre fueron los estudiantes del Instituto Nacional los que lideraron la ocupación de las vías del Metro y el llamado a evadir, nadie debía sorprenderse: llevaban un año “avisando”.

Algo similar ocurre todos los viernes en Plaza Italia. Intensamente al principio del estallido antisocial y luego con regularidad hasta el comienzo de la pandemia, se hizo habitual que barristas, anarquistas y la primera línea antisistémica se congregara para el rito de violencia semanal. La interrupción sanitaria tampoco fue permanente, sino que solo un aro dentro de una práctica ya instalada que, una vez que llegó la primavera, volvió a ver a los mismos de siempre interrumpir la vida y libertad de los demás. El joven del puente Pío Nono, la quema de un bus del Transantiago, el incendio de un carro de Carabineros y lo ocurrido con la estatua del General Baquedano el viernes pasado son hitos dentro de una larga serie de provocaciones violentas que se verifican semana a semana.

Promesas más, promesas menos, el Gobierno ha sido incapaz de controlar la violencia y la ciudad de Santiago reacciona inerte frente a esta vulneración regular. ¿De qué sirven las querellas contra quienes resulten responsables? ¿De qué sirven las grandilocuentes condenas a la violencia por parte de autoridades y dirigentes políticos? El mensaje, para cada agitador de la violencia, es categórico: vengan todos los viernes, que nada les va a pasar. Ni las amenazas ni el lenguaje fuerte de condena han servido para atenuar la violencia. Se ensayan decenas de tácticas y estrategias para anticipar los problemas, pero siempre se llega al resultado similar. Es una fiesta de odio e intolerancia que va consumiendo el alma de Chile.

Es cierto que desde afuera y sin poder ejecutivo es muy fácil pontificar. No tenemos las responsabilidades ni las atribuciones para hacer la diferencia y podemos criticar abiertamente sin asumir ninguna de las consecuencias de una acción determinada. Pero el rol que ejercemos actualmente y el liderazgo que nos convoca hacia el futuro, nos obliga a elevar la voz y alertar al gobierno de su continua inacción frente a los graves hechos que ocurren cada viernes.

Lamentablemente, la censura y presión de la izquierda se hacen demasiado evidentes, porque en la batalla por recuperar el Estado de Derecho, el Gobierno parte derrotado por el miedo y la autocensura a la hora de defender las convicciones. Por lo mismo, seguiremos insistiendo y empujando al Gobierno a que asuma la defensa del Estado de Derecho como algo urgente y fundamental; a que respalde con fuerza a las Fuerzas Armadas y de Orden; y a que ponga, de una vez por todas, los Derechos Humanos de la inmensa mayoría de los chilenos en primer lugar.

Fuente: https://ellibero.cl/opinion/jose-antonio-kast-el-fuego-que-consume-a-chile/

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