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Osvaldo Rivera Riffo
Presidente Fundación Voz Nacional


A 3.730 metros sobre el nivel del mar, a orillas del río Isluga, se encuentra el pueblo de Colchane.

Es la localidad que cuenta con mayor número de habitantes dentro de las comunas altiplánicas según los datos estadísticos, 1.728 personas. Siendo un paso fronterizo con Bolivia cuenta con aduana, control fronterizo, retén de carabineros de Chile, oficinas del SAG, municipalidad, colegios, residenciales y comercio.

Al otro lado de la aduana se encuentra el pueblo boliviano de Pisiga y entre sus características destacables se realiza entre los controles limítrofes de Chile y Bolivia una feria fronteriza los sábados en la mañana, cada 15 días.

Tan importante es este pequeño pueblo que forma parte de la ruta interoceánica Brasil-Bolivia-Chile.

La comuna fue creada el 8 de septiembre de 1970 con el nombre de Los Cóndores, con parte de las comunas de Pisagua y Huara. En 1979 pasó a denominarse Colchane, situándose a los pies de imponentes montes y volcanes como el Tata Sabaya e Isluga.

El pueblo de Colchane creado con propósitos político-administrativos (establecer una población permanente y controlar la frontera chileno-boliviana) en la década de 1970, fue hasta 1979 dependiente  de la municipalidad de Pisagua.

El municipio local de Colchane fue constituido mediante el decreto con fuerza de ley 1-2868 del 5 de junio de 1980, comenzando una vida de comuna con identidad propia. Su actividad comercial es el comercio mayorista y minorista, turismo y transporte, teniendo un impacto no menor en el desarrollo económico de la región.

Pero a pesar del ingreso de la tecnología, sigue siendo un pueblo con fuertes raíces culturales arrancadas desde sus orígenes, en las tradiciones aimaras.

El cuidado de rebaños camélidos y cabras tiene un ingrediente familiar destacable. Es quizás el núcleo que mayor firmeza le da a sus costumbres y hábitos.

La historia trasmitida boca a boca es un patrimonio intangible de gran valor cultural junto a una arquitectura propia del altiplano.

El 13 de junio de 2005 fue para Tarapacá y para Colchane en particular un momento dramático producido por un fuerte sismo, a lo que se fue sumando la sensación colectiva de frustración y desesperanza ante las pérdidas de construcciones como canales de regadíos, casas, escuelas, etc. A ello también se sumó la pérdida del patrimonio religioso, que no solo es la pérdida de la materialidad; sino que lo que ello significa para la identidad del pueblo, de su historia y de su fe, ligada a estos templos construidos por el esfuerzo de tantas generaciones a lo largo de la historia de la región, como también para el patrimonio de la humanidad, por ser templos de los tiempos de la evangelización hispana.

Así y todo, un pueblo con la resiliencia propia que la tranquilidad de las alturas ofrece, donde pueden respirar un aire puro y contemplar cada noche el esplendor del universo. Tuvieron la entereza de sobreponerse a la tragedia mientras el resto del país ni se enteraba.

Un pueblo agradecido de su historia que sabe la importancia del rol nacional que les corresponde: hacer soberanía.

Agradecido del gobierno que les dio autonomía comunal y cuyo presidente de la época, el único, llegó hasta ellos compartiendo con sus habitantes y agradeciéndoles a nombre de toda la nación su chilenidad y patriotismo.

Ese pueblo humilde pero grandioso hoy ha sido pisoteado por la insolencia de inmigrantes que atravesando ilegalmente la frontera, literalmente han invadido las 300 casas que componen la comuna, arrebatando la tranquilidad de sus habitantes y arrasando con toda regla de un país sujeto al estado de derecho.

Las autoridades nacionales en su afán perverso de quedar bien al juicio internacional, hacen caso omiso de esta barbarie sin tomar las medidas correspondientes y mucho menos aplicar el rigor de la ley.

En síntesis, cómplices de un atentado feroz a nuestra nacionalidad y soberanía. Esto en países civilizados se pena con duras sentencias las que quedan para siempre en los anales de la historia sin posibilidad de reivindicarse.

Pero ha sido peor que esto, han asesinado la moral de un pueblo noble. Les han quitado lo más sagrado, el valor de su dignidad.

Me detengo a pensar por un minuto en la causa de tanta maldad y sólo atino a pensar en la venganza política. Fue un pueblo agradecido de su historia compuesto en su mayoría por un porcentaje importante de adultos mayores. Viejos cuya experiencia de vida les enseñó el valor profundo de la libertad y por tanto no fueron cómplices de la aventura política a las que nos llevó Piñera y su gobierno al llamar a un plebiscito espurio en su forma y origen. El pueblo de Colchane abrumadoramente votó Rechazo.

Por tanto no es aventurado pensar que cerebros mononeuronales estén detrás de esta monumental tragedia.

Mas la historia demora, pero hará justicia.

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