Osvaldo Rivera Riffo
Presidente Fundación Voz Nacional


"Contra la estupidez, los propios dioses luchan en vano”
Friedrich von Schiller


Aunque Ud. no lo crea existen las leyes de la estupidez humana.

Estas no diferencian por ninguna categoría, ni sabio ni leso, ni rico ni pobre, ni feo ni bonito, ni hombre ni mujer, ni poderoso ni humilde. Están dadas como parte de la naturaleza humana y voy a intentar explicarlo brevemente para tener en cuenta y sacar las correspondientes conclusiones.

Basaré mi comentario citando a Carlo María Cipolla un destacado historiador económico del siglo XX y quien escribiera el ensayo sobre: "Las leyes de la Estupidez Humana". Él parte su diagnóstico diciendo que:

"La humanidad se encuentra -y sobre esto el acuerdo es unánime- en un estado deplorable, lo cual se debe en buena medida a la abundancia de los estúpidos, la más peligrosa categoría de seres humanos, que nos rodean por todas partes, dispuestos a hacernos daño (y hacérselo a sí mismos)"
Todo comenzó como un rasgo de humor, asociado a la crítica del fraude científico en "Allegro ma non troppo", una de sus obras, satírica, hasta que sus lectores descubrieron que estas Leyes fundamentales de la estupidez humana no sólo eran una parodia de ciertas formas de análisis sociológico, sino una reflexión llena de lucidez sobre la realidad de los daños que causa el poder político, económico o burocrático, puesto en manos de los estúpidos.

Al escuchar un discurso el día martes pasado reafirmo la convicción que somos víctimas de la estupidez, la que repetidamente hemos denunciado, y el texto de Cipolla que hoy comento cobra una inquietante actualidad.

«La humanidad se encuentra en un estado deplorable». De hecho siempre ha estado en ese estado, lo cual es el resultado del modo de organización de la vida desde sus comienzos. Todas las especies de seres vivos tienen que soportar su dosis diaria cotidiana de «tribulaciones, temores, frustraciones, penas y adversidades». Pero al ser humano se le unen, además, las tribulaciones causadas por un grupo de personas cuya «naturaleza, carácter y comportamiento» está regido por las leyes de la estupidez humana.

Para Cipolla la primera ley fundamental de la estupidez es la siguiente:

Siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que circulan en el mundo.

Por muy alta que sea nuestra estimación de su número, siempre quedamos cortos, porque siempre descubrimos personas que habíamos considerado razonables y que se revelan luego como estúpidas. Y además, día tras día observamos a nuevos estúpidos que entorpecen nuestras actividades.

La segunda ley fundamental de Cipolla es:

La probabilidad de que una persona determinada sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de la misma persona.

Hoy en día tenemos una visión igualitaria de la sociedad, se pretende hacerla una opinión extendida, que personalmente yo no he compartido nunca.

Lo que Cipolla nos quiere decir con esto es que hay personas estúpidas y otras que no lo son, pero este comportamiento se determina por factores naturales, no culturales. Para Cipolla la proporción de estúpidos es la misma, siempre y en cualquier lugar, sin excepciones (de cultura, época, desarrollo, etc.)

La tercera ley fundamental de Cipolla dice:

Una persona estúpida es una persona que causa daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio.

Lo que hace Cipolla es clasificar a las personas en cuatro categorías y para ello ha confeccionado un cuadro geométrico dividido en 4 partes. Los incautos, que están en el cuadrante superior izquierdo, los inteligentes, que se ubican en el cuadrante superior derecho, los malvados, en el cuadrante inferior derecho y los estúpidos en el cuadrante inferior izquierdo.

Si una persona comete una acción y sufre un perjuicio, pero otra persona o grupo de personas se beneficia, diremos que es un ingenuo.

Por otro lado, si esta persona se beneficia y además beneficia a los otros, entonces es inteligente.

Por otro lado, si la acción sólo beneficia a quien ejecuta la acción, y perjudica a los otros, entonces esa persona es malvada.

Los seres humanos no tenemos un actuar coherente. En ocasiones una persona puede actuar de manera inteligente y en otras de forma incauta. Sólo las personas estúpidas tienen una total coherencia en cualquier campo de actuación

Esto nos lleva a la cuarta ley fundamental de la estupidez:

Las personas no estúpidas subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas. Los no estúpidos, en especial, olvidan constantemente que en cualquier momento, en cualquier lugar y en cualquier circunstancia, tratar y/o asociarse con individuos estúpidos se manifiesta infaliblemente como un costosísimo error.

Lo sorprendente es que no nos demos cuenta del poder destructor y devastador de la estupidez. La autocomplacencia y el desprecio, o la tentación de asociarse con el estúpido para utilizarlo por provecho propio, son reveladoras de esta cuarta ley. Es cosa de observar muchos procesos políticos del último tiempo para darnos cuenta aún más de este fenómeno.

Todo esto nos lleva a la última ley fundamental de la estupidez humana:

La persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que existe.
Corolario: el estúpido es más peligroso que el malvado.

A pesar de la existencia de los estúpidos, avanzamos como sociedad. La pregunta es ¿qué es lo que nos lleva a la decadencia?

La razón de que avancemos es que la distribución de personas en tres de los cuatro cuadrantes es mayor, por fortuna. Sin embargo, la decadencia empieza cuando:

  • Los miembros estúpidos de la sociedad se vuelven más activos por la actuación permisiva de los otros miembros
  • Se produce un cambio en la composición de la población de los no estúpidos, con un aumento de los malvados estúpidos y los incautos estúpidos.

Todo país en ascenso tiene una inevitable cantidad de personas estúpidas. Pero tiene un porcentaje insólitamente alto de individuos inteligentes que controlan a la fracción de estúpidos y producen para ellos y para la sociedad ganancias suficientes para que el progreso sea un hecho. En la decadencia, la fracción de estúpidos es la misma, pero los malvados estúpidos y los incautos estúpidos aumentan, lo que refuerza el poder de los estúpidos y conduce al país a la ruina.

¿Le quedó claro? y si no disculpe, pero agradezca a Carlo María Cipolla el haber dado con el “palo al gato” en su aclaratorio estudio que nos da luces de lo que está pasando con la curva de movimiento en Chile.

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