Osvaldo Rivera Riffo
"A todos les llega su día: breve e irreparable es el tiempo de la vida para todos; más la obra de la virtud consiste en extender la fama con los hechos"
Virgilio
Se consumó la mayor afrenta a la historia en España el día 24 de Octubre el Generalísimo Francisco Franco fue exhumado después de 43 años enterrado en el Valle de los Caídos y trasladado a un cementerio común en las afueras de Madrid.
Esta acción, impulsada por los socialistas marxistas de nuevo cuño, pretende, como en muchas otras partes del mundo y particularmente en Chile, tergiversar la historia y llenarla de un relato lleno de odio y venganza contra quienes los derrotaron no sólo políticamente o militarmente, sino que también a quienes les ganamos la guerra por la dignidad del hombre; la ganamos enarbolando la bandera de la libertad, les ganamos derrotando la pobreza, esa que les ha servido de alimento desde los albores de su existencia y que buscan incansablemente como aves carroñeras.
La vida de esta pobre gente de pensamiento y acción de izquierda circula y habita el inframundo, ahí donde se encuentran circulando los muertos, de donde poder extraer un triste como espeluznante motivo político. No hay en ellos virtud alguna de misericordias, bondad o respeto Todo se enmarca en la destrucción de la sociedad para imponer la que ellos pretenden, esa que ya a la humanidad le significó 100 millones de muertos, enterrados en fosas comunes o dinamitadas para que la prueba histórica no persiga su responsabilidad.
Han exhumado al líder de España que lideró la batalla de la libertad, han exhumado al hombre que puso de pie nuevamente a España y lo liberó del yugo marxista.
Pues bien, gocen socialistas del festín que otorga a las aves carroñeras el cuerpo sin vida de un ser vivo cualquiera que sea. No importa la afrenta al hombre o a la historia. El ya trascendió, cosa que no logrará jamás Sánchez y sus secuaces de izquierda.
La derecha cobarde, igual que la de aquí, prefirió callar o mirar al costado. Casado y Rivera, dos mocosos irresponsables amparados en su juventud para no hablar de la historia, como si ella se construyera desde que los parieron sus respectivas madres. Nada distinto de lo que ocurre con el actual gabinete chileno cuyos principios políticos se afirman seguramente en ser veganos, andar en bicicleta y pasear el perro.
Recuerdo varias historias elocuentes de respeto histórico, una de ellas el retorno ya muerto de Napoleón a Francia luego de estar preso por los ingleses. Majestuoso, y ahí yace para el honor y gloria de su pueblo en un monumento soberbio en Los Inválidos.
Pero hay uno más reciente Boris Yeltsin quien fuera el líder de la caída del imperio del mal, la ex Unión Soviética, hizo buscar los restos de la familia Imperial. Fueron desenterrados desde los bosques escondidos de Eksterinbuego. Analizadas las osamentas con modernos estudios genéticos y comprobando que pertenecían a la familia Romanov, organizó solemnes exequias y fueron enterrados en el Panteón de los zares en la Catedral de San Pedro y San Pablo en San Petersburgo, donde el pueblo diariamente le rinde tributo y la iglesia ortodoxa los considero mártires, existiendo un ícono de veneración con sus imágenes.
Esto se llama respeto a su historia y tradiciones, las que son contrarias por antonomasia al pensamiento materialista de izquierda. No dan la posibilidad de la trascendencia y reniegan por tanto de la fe de los pueblos que como Rusia, España, Chile, Francia y tantos otros tienen tan fielmente arraigada.
Lo ocurrido con Franco no sólo es indigno para la historia de la hispanidad y del mundo, es un ejemplo categórico de lo que puede llegar a realizar la izquierda, cargada de un odio profundo por el reconocimiento de la historia y del intento por tergiversarla.
Sin embargo, y a pesar de lo anterior, una vez más Sebastián Piñera, como en la ópera de un acto de Puccini, Sour Angélica, cuando la monja, se dio cuenta de su fatalidad gritó llena de arrepentimiento "Sálvame Madre del cielo" En esta otra ópera trágica el ruego fue para el socialista Sánchez de España, el único que le podría tender una mano… para terminar de enterrarlo políticamente.
Así se construye la historia trágica de este pobre Chile. Mientras tanto y tal como lo he hecho muchas veces, cada vez que voy a España dejo un tiempo necesario para visitar el Valle de los Caídos y colocar unas flores sobre la tumba de Franco. Esta vez, si se da la oportunidad, lo seguiré haciendo en el cementerio de Mingorubio. Da lo mismo donde la izquierda ponga el recuerdo del héroe, ahí estará sin duda, el agradecimiento de un pueblo universalmente agradecido.
Los hombres, como dijera Smiles, universalmente grandes y buenos nunca mueren, ni siquiera en este mundo. Su espíritu conservado en los libros se pasea todavía por la tierra.
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