5 septiembre, 2020 

 

 

 

 

Manuel Bengolea
Economista


 Es curioso, pues mientras muchos políticos se regocijan de alegría y hacen todo tipo de bienaventuranzas con el cambio de Constitución, los inversionistas tienen una opinión diametralmente opuesta.


En el último tiempo se ha hecho común el empleo de la mentira, la versión sesgada y la retórica interesada entre los políticos y los aspirantes a cargos de elección popular. Y lo que es peor, los verdaderos intereses de los ciudadanos, aquellos que los políticos dicen representar y proteger, se dejan al final de la lista de prioridades. En efecto, Chile se encuentra ante la peor crisis económica de los últimos 40 años y los políticos no tienen dentro de sus prioridades esenciales y primordiales generar las condiciones para que los 2,5 millones de personas que se encuentran hoy sin trabajo, lo recuperen lo más rápido posible. Para ellos es mucho más importante el plebiscito o propinarle una derrota al Gobierno. ¿Por qué? Simple, porque ahí se juega el poder del futuro, mucho más relevante para ellos que el bienestar del ciudadano.

Los inversionistas financieros, que a muchos pueden no gustarles por insensibles e implacables, tienen la gracia de no mentir cuando toman sus decisiones, pues no les interesa perder dinero, con lo cual al hacer fluctuar los precios nos están diciendo qué piensan sobre el devenir económico del bien, o activo subyacente, que compran o venden. Un ejemplo de ello es el valor del dólar, reconocido mundialmente como un resumidero de expectativas, tanto las económicas como las políticas. Y es curioso, pues mientras muchos políticos se regocijan de alegría y hacen todo tipo de bienaventuranzas con el cambio de Constitución, los inversionistas tienen una opinión diametralmente opuesta. En efecto, cuando se observa la trayectoria del dólar en el 2019, sólo ese año – para dejar fuera los efectos de la pandemia- el peso chileno fue la moneda que más valor perdió contra la divisa norteamericana, con la excepción de Argentina, donde su tipo de cambio se desplomó por el retorno de los populistas al poder.

A mediados del 2018, un barril de petróleo costaba 24,7 onzas de cobre. A fines del 2019 ese mismo barril costaba 21.8 onzas de cobre, y hoy el barril cuesta 13.8 onzas de cobre. En ese escenario, uno debería esperar que el dólar, que a mediados del 2018 se cotizaba a $650 pesos, costara menos hoy, pero no es el caso. El veredicto del tipo de cambio, que flota libre de intervenciones, es lapidario con los políticos chilenos. Por eso los populistas, en países poco serios, lo primero que hacen es tratar de intervenirlo para que no exprese o delate lo mal que lo hacen. El dólar, con los términos de intercambio actuales -así se denomina en jerigonza económica la relación entre lo que exportamos e importamos- debería estar a lo menos en $650. Es decir, el costo económico, no el contable, de la incertidumbre por el cambio de Constitución es aproximadamente $100 pesos por cada dólar.

El Banco Central, independiente por ley del poder político, en su último Informe de Política Monetaria (IPOM) sostiene explícitamente que para retomar la senda de crecimiento económico se requiere abordar seis grandes desafíos: (1) Recuperar el mercado laboral, (2) Suavizar la transición de hogares y empresas desde una fase de apoyo en emergencia a una fase de reactivación, (3) reestructurar los sectores más afectados por la pandemia, como el turismo, el transporte, restaurantes, hoteles y parte del comercio, (4) materialización de inversiones, adecuaciones productivas y aumentos de los niveles de actividad requerirá de financiamiento adecuado, que no provendrá del mero dinamismo de los ingresos, (5) Reducir significativamente la incertidumbre, que está a punto de completar un año muy por encima de sus niveles históricos, (6) Elevar la capacidad de crecimiento de largo plazo.

Los señores políticos deberían leer y entender, y posteriormente hacer un esfuerzo sustancial por alcanzar, los 6 grandes desafíos descritos por el Central, y dejar de lado sus intereses, para enfocarse y lograr de la mejor forma que la economía crezca, para que esos 2,5 millones de empleos perdidos se recuperan los más pronto posible. Más aún, si fueran sinceros, no les debería ser indiferente el desafío numero 5, donde el instituto emisor les dice que la incertidumbre no empezó con la pandemia, sino que con el estallido social, a punto de cumplir un año a estas alturas, tal como lo dice el IPOM. Así es que espero que el llamado de atención del presidente del Banco Central al mundo político no sea ignorado.

La preocupación no es sólo lo que quedará en ese nuevo cuerpo legal que será la Constitución; el inconveniente que incrementa aún más la incertidumbre es que ciertos partidarios del “Apruebo”, que no fueron parte del acuerdo inicial, muestran un fanatismo, incompetencia y deshonestidad que no los califica para redactar ni lo más básico del manual de un puzle. Martín Luther King, activista de los derechos civiles de los afros estadounidenses en los sesenta, sostuvo: “Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda”. Cualquiera diría que King está hablando del actuar de esos políticos chilenos de la actualidad.

Fuente: https://ellibero.cl/opinion/manuel-bengolea-los-politicos-y-la-ignorancia/

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