5 diciembre, 2020 

 

 

 

 

 

Manuel Bengolea
Economista


Los chilenos, quienes finalmente elegimos a nuestros representantes, también tenemos responsabilidad en este bacanal de insensatez, pues hemos decidido acelerar nuestra inmadurez neurológica permitiendo que nuestras decisiones se funden en conceptos simples, carentes de análisis abstracto y de largo plazo.


La clase política chilena, salvo excepciones, se deja llevar por el “rating”, razona poco, y, si lo hace, su procesamiento es bastante básico, guiado por las emociones. Una parte de ella es más cerebral y, al igual que Maquiavelo, entiende que “la política es el arte de engañar, todo con el propósito de conseguir un objetivo final”.

La discusión del retiro de los fondos de las AFP es un ejemplo de lo anterior. Por un lado, están los políticos cerebrales que quieren apoderarse del ahorro previsional de los trabajadores, pues saben que, de conseguirlo, dispondrían de US$ 200.000 millones de dólares (2/3 del PGB chileno) para capturar voluntades, tal como lo hizo Chávez con la Compañía de Petróleos de Venezuela, y perpetuarse abusivamente en el poder. Por otra parte, están los emocionales o tontos útiles que, con tal de ser populares para tener opciones en la siguiente elección, son funcionales a los intereses de los cerebrales.

Los chilenos, quienes finalmente elegimos a nuestros representantes, también tenemos responsabilidad en este bacanal de insensatez, pues hemos decidido acelerar nuestra inmadurez neurológica permitiendo que nuestras decisiones se funden en conceptos simples, carentes de análisis abstracto y de largo plazo. Por ejemplo, el primer retiro del 10%, que según los tontos útiles sería por única vez, se justificaba porque la gente tenía hambre y el gobierno había llegado tarde con su ayuda a una población muy complicado con los efectos económicos adversos del Coronavirus.

En un informe del Banco Mundial, recientemente emitido, se indica que, en agosto, un 47% de los hogares chilenos más pobres y vulnerables (más del doble que otros países de la región) recibió ayuda del Gobierno. Es decir, el relato es uno, pero la realidad es otra. Ni hablar del segundo retiro del ahorro previsional, ideado nuevamente por los radicales que quieren el dinero de los trabajadores para perpetuarse en el poder con la concomitancia de los tontos útiles, que les allanan el camino, todo bajo la premisa que la gente sufre, lo cual otra vez no se condice con la realidad de los números, pues según los indicadores de actividad económica del Banco Central, el comercio creció entre agosto y octubre de este año en promedio más de 9% anual.

El primer retiro además fue con el regalo adicional, gracias a la falta de coraje de los políticos, de ser libre de impuestos. Es decir, los más acomodados, los que no necesitan de ayuda estatal, no tributaron por un ingreso extra. ¿Por qué los políticos permitieron este regalo a los más pudientes? Simple, porque su objetivo superior es apoderarse de esos ahorros, con lo cual, como diría Maquiavelo nuevamente, “el fin justifica los medios”. Los tontos útiles estaban felices porque subían en las encuestas y se tragaban ingenuamente el relato de las redes sociales sobre hambre y desamparo y aparecían proveyendo soluciones, aunque estas fueran desaconsejadas por sus propios técnicos.

Y lo más insólito es el proceder del Gobierno allanándose y proponiendo una iniciativa legal para sacar otro 10%, que, por supuesto, los políticos avalan, y la discusión versa sobre si paga o no impuestos y si se paga antes de Navidad. Este Gobierno, que abandonó a su electorado y que hasta hace poco negociaba una reforma previsional cuyo objeto era aumentar el ahorro para que las pensiones fueran más dignas, se hace parte de una iniciativa que erosiona significativamente las pensiones de los chilenos, y hace de tonto útil a la izquierda radical y a los populistas. Como decía Winston Churchill, “el que se humilla para evitar la guerra, tendrá la humillación, pero también la guerra”.

La clase política no da más y una nueva Constitución no resolverá este problema, es más, podría ahondarlo porque es probable que ésta le otorgue aún más poder y recursos a los políticos. Los consumidores, contribuyentes también, representamos una mayoría muy importante del PGB de Chile, y al igual como lo hacemos cuando un producto o servicio no cumple con las prestaciones que promete, nos cambiamos de proveedor. Como sostuvo el Premio Nóbel de literatura George Bernard Shaw (1856 – 1950), “los políticos y los pañales deben ser cambiados con frecuencia…. ambos por la misma razón”.

Fuente: https://ellibero.cl/opinion/manuel-bengolea-politicos-maquiavelo-y-panales/

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