Causas, efectos y defectos

Colección cuadernillos: diagnósticos y repercusiones

 

 

Presentación

 

Osvaldo Rivera Riffo
Presidente
Fundación Voz Nacional


 

Una de las razones fundamentales de la creación de Voz Nacional, fue la preocupación por articular un pensamiento crítico para nuestro sector, basado en los nuevos paradigmas que cruzan nuestra convivencia.

Tenemos claro que nuestro sector, aquel que se identifica con las raíces profundas de occidente, carece por ignorancia o dejación de actualización de las corrientes de pensamiento que han iluminado a distintos sectores. Hoy vemos como una gran amenaza los resultados prácticos de las acciones que sobre nuestra convivencia a diario ocurren.

La discusión actual de la política se centra en la cotidianeidad de graves y duros problema que nos afectan a todos. Esta vorágine ha dejado de lado las causas que las han provocado. Por lo tanto, para estar mejor preparados, no solo hay que tener claro el problema que se está generando sino las causas que lo han provocado. En este contexto hay que apuntar a la causa y raíz de ella, buscar en quienes antes de nosotros ya la determinaron profundamente. Aquí no está en juego lo que dijo o hizo persona o grupo determinado. Aquí lo que importa son las motivaciones y causas que nos han llevado a la crisis total que cruza el mundo occidental.

Aquí se hace necesario separar aguas y darse a la tarea para entregar las herramientas conceptuales, hurgar en la filosofía y expresar con claridad cuál debe ser nuestra concepción de lo que queremos como sociedad, partiendo de la base que todo entramado social por su naturaleza es dinamismo, pero debe estar regido por normas claras.

Más aún cuando estamos en trincheras opuestas a "otros” debemos saber cuáles son esos "otros”, ya que la caracterización del lenguaje de hoy nos confunde. Hay corrientes de pensamiento que ya han analizado esta problemática y nos han señalado un camino.

Es hora de darse el tiempo y comprender el significado de la Nueva Derecha Mundial para enfrentar al adversario, a los "otros” de verdad y actuar en consecuencia. En estas páginas iniciamos hoy un ciclo del tema que se irán abordando con rigurosidad para mejor uso del lenguaje y haciendo un esfuerzo pedirles que se den a la tarea de leer.

Hoy escribirá Jesús Orellana un joven filósofo de la nueva generación de intelectuales chilenos y abriremos su planteamiento dejando plasmadas tres interrogantes:

¿Dónde se sustenta en lo económico el planteamiento político de la Nueva Derecha?

¿Cuáles aspectos centrales hacen la diferencia entre Capitalismo y mercado?

¿Dónde están los errores de ambos?

 

 


 

El Capitalismo y sus Culpas

 

 

 

por Jesus Orellana G

En esta columna me adentraré en el terreno del Capitalismo principalmente y el liberalismo tangencialmente, en trabajos posteriores pretendo detenerme en los errores del Liberalismo Clásico.
Para comenzar desde un punto de definición, considero junto con De Benoist (2019) que el Capitalismo como sistema es autorreferencial, es decir, tiene como único fin que el dinero produzca más dinero; en otras palabras, el beneficio consiste únicamente en el medio más eficaz de conseguirlo. Solamente como instancia segunda o, mejor dicho, como consecuencia vendría la acumulación de bienes materiales y con ello el incremento del poder adquisitivo, siguiendo esta línea los autores Chiapello & Boltanski (2002), han definido el capitalismo como: un proceso regido por una norma de acumulación ilimitada de capital. Por tanto, en su fundamento intrínseco, el Capitalismo es el sistema que hace del capital un fin en sí mismo, en un sentido más abierto, de mayor amplitud abarcante, podemos afirmar que “el Capitalismo también es la civilización que hace de los valores económicos, financieros y mercantiles las normas ineludibles de su visión del mundo” (De Benoist, 2019, pag. 7), con esto podemos precisar que el Capitalismo pasa de ser un sistema estrictamente económico, apropiándose de la esfera política y social, para ser lo que abarca toda la dimensión de lo humano, sin duda alguna, este el modelo que triunfa en la actualidad.

Sentencia De Benoist (2019) “Los valores[1] de clase han dado lugar a una ideología planetaria: el capitalismo era antes un sistema económico que ha pasado a ser un modo de vida”. Con esto podemos sentenciar que lo internacional o los internacionales han venido a constituirse como el nuevo género humano, teniendo como evidencia: “nunca la política económica europea ha estado tan sometida a las leyes del mercado” (De Benoist, 2019), y siguiendo a Ramonet (1997): “¿es una casualidad que las democracias, minoritarias en el mundo cuando se esforzaban en yugular a las potencias económicas, se hayan vuelto ampliamente mayoritarias desde el día en que se han puesto a su servicio?”.

Ya podemos ir vislumbrando que la doctrina del Capitalismo Liberal reposa sobre dos claros postulados, el primero de ellos se puede resumir de la siguiente manera: (i) los individuos nunca son más ultiles al interés general que cuando intentan maximizar egoístamente sus propios intereses. Representando un cambio radical desde lo moral y lo político. La segunda de ellas la podemos expresar de esta manera: (ii) toda economía de mercado tiende hacía un orden espontáneo que corresponde a un equilibrio óptimo. Constituyendo con esta afirmación nada más que un acto de fé o el acto de creer en aquello de lo cual no-se tiene certeza ni medios probatorios, dado que es imposible afirmar que una situación es absolutamente mejor que otra, cuando no existe ninguna otra que sirva de contraste. Nos dice (De Benoist, 2019) que ante esta perspectiva, la sociedad sólo está constituida por átomos individuales que nunca preceden a sus fines, en otras palabras, lo que nos quiere decir el autor es que el mercado se percibe actualmente como un mecanismo natural cuando en realidad es una institución histórica atada a unas prácticas sociales muy precisas.

Es evidente que el Capitalismo de mercado se ha impuesto progresivamente, con un sistema de precios fluctuantes que generan una repercución sobre la producción de bienes, “como el sistema de crecimiento y desarrollo más eficaz de la historia”[2] (De Benoist, 2019), una eficacia que no se puede negar, los datos y estadísticas así lo demuestran y respaldan, y con esto dejo de manifiesto en concordancia con pensadores que podríamos denominar como nacionalistas “Anti-Capitalistas”[3], que no se puede prescindir del mercado en una economía de especialización de intercambio, considerando además que todas las doctrinas que han afirmado lo contrario han fracasado en sus intentos. Sin duda su error en buena medida se debe a que han querido derrotar al Capitalismo jugando en su propia cancha, compitiendo en su terreno, no teniendo en cuenta que por definicion: “nada puede ser más eficaz en economía que el sistema económico en el que la eficacia, el resultado calculable y mensurable, constituya el criterio absoluto”. (De Benoist, 2019)

Por tanto, el problema radica no en cuestionar la eficacia del Capitalismo ni en su capacidad para generar riquezas, la cuestión viene dada por discutir y sentar las bases sobre su límite y alcance. Podríamos aventurarnos en afirmar que el Capitalismo desde sus origenes ha manifestado los siguientes caracteres intrínsecos:

“Primado de la utilidad y de la cantidad, búsqueda del beneficio máximo a cualquier precio, racionalización integral de los comportamientos, legitimación de la búsqueda egoísta del interés particular, transformación de los deseos humanos en necesidades, tendencia al reconocimiento del mundo como simple fuente de utilidades comercializables, etc.” (De Benoist, 2019, pag. 8)

Tomando en cuenta aquellas características, podemos sostener que el Capitalismo ha influido en la evolución de las costumbres y las maneras de ser de la persona humana[4], ocasionando un grave deterioro en la vida social, tanto en la concepción proposicional, como en la disposicional que de ella se tiene como concepto y como desarrollo connatural de la persona. No logrando comprender esa dimensión de lo humanos que va más allá de los horizontes de la producción y el consumo, pues, la sociedad en el capitalismo se vuelve cada vez más opulenta y desesperante, es decir, “su riqueza material aumenta mientras su vinculo social se empobrece” (De Benoist, 2019) .

Como dice Zárate (2017) citando a Lionel Jospin[5] “sí a la economía de mercado, no a la sociedad de mercado”, en este caso se entiende a la sociedad de mercado como la sociedad concebida de acuerdo con el modelo del mercado. La fórmula parece muy sensata, pero trae algunas complicaciones que vale la pena preguntarse: ¿tiene algún sentido en una sociedad que ya es administrada como apéndice[6] del mercado? Pero por sobre todo ¿es posible impedir que la primera[7] parte de la formula se apodere mecánicamente de la segunda[8]?

La economía hoy en día no es un asunto que resulte ajeno a alguna persona que habite en sociedad, incluso los críticos acérrimos forman parte de ella, y esto es porque la economía no se puede concebir separada o aislada de la sociedad global. La diferencia discurre en que antes estaba anexada a la sociedad global, y ahora se da el caso contrario: la sociedad global está anexada en la economía. El razonar sobre lo político dialoga con esta relación, dialoga con la tensión existente entre estas dos fuerzas, que podríamos decir son contrarias no el sentido de enemigas, sino en intención de dominación de espectro social. Pero no basta con manifestar que existe esta tensión, hay que evidenciar, se debe concebir como la economía ha relegado a un segundo plano a una posición de subalterno a lo político, destacando con un mayor énfasis que la economía tiende a reemplazar a lo político pasando a ser ella misma el verdadero centro estratégico de las decisiones políticas.

Como conclusión podemos afirmar que no existe alternativa al Capitalismo cuando se entra en su sistema de valores. El intento de hacer frente a la tendencia de relegar, discriminadora y expansiva del mercado, que por definición no conoce límite alguno, no consiste en intervenir un sistema tan eficaz para que a la vez sea más “justo”; sino que, el camino va por movilizar los esfuerzos en restringir la influencia de la esfera mercantil, es decir:

“medios externos, con la puesta en marcha de una economía plural en la que la lógica mercantil no sea más que un componente, y con el desarrollo de un tercer sector, ni mercantil ni público, en conexión con las actividades cotidianas de los ciudadanos” (De Benoist, 2019, pag. 9).

De lo que se trata aquí es de relativizar en nosotros mismos y hasta en nuestra manera de ser la parte dada a los valores económicos y mercantiles, en palabras de Vaneigem (2000) “el capitalismo alcanza su estado parasitario cuando el valor de utilización de la mercancia tiende a cero y su valor de intercambio al infinito”.

Bibliografía

Chiapello, È., & Boltanski , L. (2002). El Nuevo Espíritu del Capitalismo (1ª ed.). (C. P. Campo, Ed.) Madrid, Madrid, España: Akal.

De Benoist, A. (2019). Más allá de la izquierda y la derecha: El pensamiento político que rompe esquemas. (1ª ed.). (C. Videla, Ed.) Santiago, Chile: Ignacio Carrera Pinto.

Zárate, R. O. (2017). Bacerlona Center for International Affairs. Obtenido de CIDOB: https://www.cidob.org/biografias_lideres_politicos/europa/francia/lionel_jospin

Ramonet, I. (1997). Un mundo en crisis: crisis de fin de siglo. Madrid, España: Debate.

Vaneigem, R. (2000). De l´inhumanité de la Religión. París: Denoel.


[1] Desde un punto de vista filosófico el concepto de “valor” aplicado a la ética es controversial, considerando que es un término venido desde el ámbito de lo económico, luego, cabe preguntarse, si hay valores en la vida humana cuánto valen. Dónde está la dimensión de ese valor, cuál es su precio. Este término tiene historia, nacido desde la concepción metafísica de pensadores neokantianos como Rudolf Lotze, que haciendo una interpretación de la metafísica tradicional aplica los conceptos de la lógica de la validez y con ello da origen a la nueva dimensión de los valores. Más tarde pensadores como Martin Heidegger serán férreos opositores, que consideran la que aplicar el concepto de “valor” a la vida humana no tiene sentido, puesto que lo humano y las realidades metafísicas no-valen, no tienen precio, no se pueden tasar en términos económicos.

[2] Es importante señalar la inquietud de hasta dónde el Capitalismo soporta la cantidad de cambios y ajustes históricos sin dejar de ser en esencia capitalismo, y no otro sistema de mercado.

[3] Alain De Benoist, Diego Fusaro, Bernard Notin, Carlos Videla, Fernando Saieh, Adriano Erriguel, Javier Portella, FranÇois Busquet, entre otros.

[4] En una interpretación, un tanto forzada pero no menos cierta, podríamos referirnos a la dimensión espiritual de la persona humana, a su naturaleza trascendente si se quiere.

[5] Primer ministro de Francia entre 1997 – 2002.

[6] Se entiende como Auxiliar del mercado.

[7] sí a la economía de mercado.

[8] no a la sociedad de mercado


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