28 junio, 2025 

 

 

 

 

 

 

por Andrés Montero J.


Ojalá que quien gobierne nuestro país, sea quien sea, no aumente más los impuestos y sea más estricto en la eficiencia de los funcionarios del Estado. El nivel de laxitud ha llegado a límites inaceptables.


Cuando me titulé de Ingeniero Comercial a los 22 años, empecé a trabajar en un banco y a pagar todos los impuestos que exigía la ley. Ya casado, tomé un crédito hipotecario para comprar una casa. Empecé a pagar contribuciones de bienes raíces. Tuve que asegurar la casa, y ya en 1986 tuve que contratar guardias fuera de mi casa para que no me robaran. El Estado no me entregaba seguridad a mí y a mi familia. Ya por mi automóvil, pagaba permiso de circulación, seguro y pagaba peaje para transitar por las carreteras. Si tenía algún ingreso adicional también debía pagar impuestos. Con el tiempo y después de 45 años de ejercicio profesional, habiendo pagado impuestos toda mi vida, si me muero, mis herederos deberán pagar altos impuestos de herencia, pero como no tendrán liquidez, tendrán que vender bienes a precio de liquidación.

En el intertanto uno observa y lee como el Estado, dirigido por un gobierno que aborrece el lucro y la iniciativa individual, malgasta y muchas veces sus funcionarios se roban el dinero que proviene de los impuestos. Es lamentable que uno tenga que trabajar duro para formar un patrimonio y que deba en paralelo tener que financiar abusos evidentes en el Estado. Miles de miles de empleados contratados sin procesos de selección rigurosos, funcionarios en el Ministerio de Relaciones Exteriores y en otros ministerios, quienes llegaron ahí por ideología y no por méritos, fundaciones truchas manejadas por truhanes que al final del día salen libres de penas. A través de Chile se ven hospitales a medio construir, útiles escolares no distribuidos a tiempo, funcionarios viajando por el mundo en medio de licencias médicas y exonerados falsos que reciben mensualmente su “indemnización”. Le sumamos los intentos de fraude por casa “ex Salvador Allende” y los cuadros no entregados por deudas al fisco. Tener que observar por televisión a un par de candidatas presidenciales, que lo único que quieren es un Estado más grande, da mucha rabia.

No faltan recursos para museos de la memoria, para celebraciones de la Unidad Popular, de la Reforma Agraria y aportes a la cultura, siempre de izquierda. Promueven trabajar menos horas, negociación ramal o multinivel, con el más absoluto desconocimiento de cómo funciona la economía real. Si seguimos revisando temas actuales, TVN pierde dinero a raudales, presidida por un activista político y no por un profesional del área. Codelco sigue 100% en manos del Estado, cuando es evidente que en manos privadas generaría más recursos para el fisco. Tienen terror a privatizar Codelco, aunque sea un 1% por año, con tope de 49%. Si se anunciara su privatización parcial, solo por eso, el valor de la compañía subiría drásticamente. El comercio ilegal está por todas partes y la inmigración ilegal está desatada.

Quienes pagamos impuestos debemos financiar los servicios gratuitos a inmigrantes ilegales. Educación, salud, vivienda etc. ¿Por qué? Cualquiera que quiera ir adelante con un negocio, por pequeño que sea, en algunas comunas patentes municipales expropiatorias y todo tipo de trabas. La eficiencia de los ministerios en Santiago y en regiones es muy baja. Basta ver en televisión cuando entrevistan a los seremis o a los delegados presidenciales. Su experiencia y nivel es muy inferior a lo que se requiere para manejar recursos públicos. Orrego, Hassler, Cariola, Pérez etc. etc. nos hacen reflexionar acerca de la moralidad del Estado a la hora de cobrar impuestos. Los impuestos por aumento de valor en transacciones de bienes raíces es otra injusticia, toda vez que los fondos destinados a su adquisición ya tributaron. En el campo, los predios agrícolas son revalorizados para efectos de contribuciones, a valores comerciales, en circunstancias que su rentabilidad es muy baja y esto obliga a sus dueños a vender para “hacer un buen negocio alguna vez”. Esto incentiva el abandono de los campos y su derivación a proyectos inmobiliarios de segunda vivienda con todos los efectos negativos de parcelaciones mal concebidas.

Ojalá que quien gobierne nuestro país, sea quien sea, no aumente más los impuestos y sea más estricto en la eficiencia de los funcionarios del Estado. El nivel de laxitud ha llegado a límites inaceptables. Como país debemos recuperar los conceptos de autoridad, austeridad, responsabilidad, eficiencia, productividad, esfuerzo individual y sobriedad. Debemos dejar ejemplos positivos a las generaciones que vienen. Debemos pensar en Chile. 

Fuente:  https://ellibero.cl/tribuna/un-estado-abusador/

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