Gerardo Varela


Esta izquierda tan arrogante como ignorante proviene de la elite académica, política y de ONGs.


Me he dedicado a escuchar las propuestas de los candidatos de izquierda, así como de sus asesores e intelectuales, y el panorama es desolador.

La falta de rigor se impone con total desenfado: jornadas de trabajo falsas en Alemania, crecimientos de impuestos inexistentes en Dinamarca, intereses bancarios mentirosos en Chile; propuestas de tributos y cargas expropiatorias que no afectan el empleo ni la inversión. La verdad es que Chang, Garay o Jadue (el corrupto del fútbol) aparecen como figuras consulares en comparación.

Alguien decía que una de las leyes inexorables de la política es que toda persona será siempre de izquierda en los temas que no entienda. Estas propuestas honran esa máxima.

Todos reclaman de la supuesta falta de valor agregado de nuestras exportaciones, como si ellos exportaran mucho. Dicen que debiéramos fabricar “baterías de litio”. Tenemos litio y toda la electromovilidad se sustenta en baterías de ese mineral, parece obvio fabricarlas acá. Nuestros empresarios son ineptos o hay una razón que lo explica. Una batería de litio tiene un 4% de litio, un 16% de cobre (hasta aquí vamos bien) y un 80% de minerales que no tenemos en Chile, como cobalto, níquel y grafito. Sería ruinoso importar todo eso para fabricar una batería para exportarla a China, Corea o EE.UU., adonde se demandan pagando fletes innecesarios. Nuestros empresarios otra vez demuestran más racionalidad que los candidatos.

A otro le escuché que todos los que hacen la misma pega deben recibir la misma paga. Suena bien, pero es injusto y funciona mal. A los albañiles se les paga por ladrillo colocado. Hacen la misma pega, pero unos son más productivos que otros. Los doctores, abogados y demás profesionales ganan diferente en función de la experiencia y el conocimiento de cada uno. No es lo mismo la prohibición liberal de no discriminar arbitrariamente que este axioma autoritario que obliga a tratar igual a los que trabajan distinto. A los que nos gusta el fútbol sabemos que hacer un gol es mucho más difícil que tirar la pelota al córner. Por eso los goleadores ganan más que los defensas. En la música, lo mismo: McCartney y Ringo Star no ganaron distinto porque el mundo sea arbitrario y discriminador. Solo quien no sabe de fútbol ni de música podría parecerle injusto que Messi y Bob Dylan ganen más que el resto.

Otro genio —contrariando la abrumadora evidencia— decía que en economía no existe la creación de valor. Un amigo en su escritorio tiene una hoja sacada de un taco de papel de recados donde Roberto Matta en un minuto dibujó una dama haciendo una reverencia de agradecimiento firmando con la “M” en el pubis de la dama en cuestión. Eso vale más que el lápiz, la hoja y el tiempo empleado. Es un “Matta” y su genio creó valor.

Por eso no es raro que estos cerebros digan que el modelo se agotó cuando en realidad lo agotaron ellos. Le robaron la bencina, le pincharon los neumáticos y ahora alegan que no corre. A punta de impuestos y burocracia han ahogado el emprendimiento y la inversión. No es casual que Notco, Cornershop o Crystal Lagoons, emprendimientos que generan la admiración erótica del FA (son innovadores, verdes y no “extractivistas”), se organicen en sociedades extranjeras. Los emprendedores y las ideas están acá, pero los inversionistas quieren la protección de países con instituciones creíbles y reglas predecibles. El capital escapa de países con impuestos expropiatorios, que fijan precios y vulneran la propiedad privada. Nunca tendremos los beneficios de una economía libre y próspera si ignoramos las reglas que la hacen posible.

Esta izquierda tan arrogante como ignorante proviene de la elite académica, política y de ONGs. Lugares donde las ideas pueden sobrevivir sin validarse en un test de realidad. En el sector privado una idea se pone a prueba y si fracasa se abandona rápido porque se arriesgan capital y esfuerzo propio. En la izquierda, las malas ideas subsisten en el mundo de la abstracción y la teoría. Y cuando se prueban y fracasan, insisten en el error, no cambian de opinión y culpan al patriarcado o al neoliberalismo porque, total, la plata y el esfuerzo lo ponen los demás y las repercusiones y costos los sufren otros.

Fuente: https://www.elmercurio.com/blogs/2021/06/26/89381/misma-pega-misma-paga.aspx

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