Mario Correa B.


Durante la campaña del “Apruebo” y la de los convencionales constituyentes, se nos hizo creer que, por fin, se reemplazaría la Constitución impuesta por la oprobiosa dictadura por otra, la Casa Común, que nacería de lo más profundo del alma del pueblo de Chile y sus muchas naciones.

Por supuesto, es una serie de falacias. En primer lugar, la Constitución actualmente vigente no ha sido impuesta por nadie. Fue elaborada por una Comisión presidida por don Enrique Ortúzar Escobar e integrada por los mejores constitucionalistas que había en la época, varios de los cuales no eran partidarios del Gobierno del Presidente Pinochet.

En segundo lugar, esa Constitución, durante el Gobierno Militar, fue sometida dos veces a plebiscito, una vez cuando se pidió la aprobación popular antes de su vigencia; y otra, cuando fue modificada en 1989, dentro de una negociación con la oposición para el efecto de la llamada transición. Se ha criticado que no había registros electorales. Eso es cierto en el primer plebiscito, lo que no significa que hubiera habido irregularidades, pues me consta personalmente, porque estuve a cargo de uno de los locales de votación. En el segundo plebiscito, sí había registros electorales.

En tercer lugar, el gobierno autoritario del Presidente Pinochet, tuvo muy poco de dictadura y, desde luego nada de oprobiosa, adjetivo que solía aplicarse al gobierno del Generalísimo Franco en España.

Ahora, lo que está quedando en evidencia a partir del comienzo del funcionamiento de la convención Constitucional, es que se pretende imponer una Constitución que no es la Casa Común, donde caben todos, como se ha dicho hasta la saciedad, por otra de corte absolutamente ideologizada, que entre otras cosas, pretende inventar varias naciones dentro de Chile. 

Chile es una sola nación formada por muchas razas, por los pueblos originarios y por diversas inmigraciones que se han ido asentando a través de su historia, donde lo que ha habido en realidad ha sido, como muy bien dijera el R.P. Osvaldo Lira ss.cc, hispanidad y mestizaje, con el resultado de haber hecho de Chile una Nación, con una religión predominante, la católica, y con una lengua común, el castellano, sin perjuicio de las lenguas propias de los pueblos originarios.

Ese sesgo ideológico que se advierte entre los convencionales, ¿emana realmente del alma del pueblo de Chile?

Pues bien, en el Boletín Oficial del Estado de España, con fecha 16 de julio de 2021, se ha publicado un convenio entre el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales y la Fundación Alternativas para “la colaboración en el proceso de acompañamiento del proceso constitucional, político y social de Chile 2021-2022”.

Este Convenio da cuenta de un acuerdo entre ambas Instituciones, el primero un Organismo Autónomo adscrito al Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Histórica; y el segundo, una fundación privada que nació con la voluntad de ser un cauce de incidencia y reflexión política, social, económica y cultural en España y Europa.

La finalidad de este Convenio es la colaboración para la realización de actividades relativas al proceso constitucional de Chile previsto para 2021 y 2022, obligándose las partes a realizar diversas actividades relativas al proceso de “acompañamiento del proceso constitucional, político y social de Chile 2021-2022”, disponiendo para ello de 14.000 euros.

Ambas instituciones son cercanas al Partido Socialista Obrero Español (PSOE), una del Estado y otra particular.

Yo tenía entendido que la independencia de Chile había sido propugnada por don José Miguel Carrera y se había concretado en la batalla de Maipú, con el auxilio de Nuestra Señora del Carmen, implorado por el Cabildo de Santiago el 14 de marzo de 1818.

Pero transcurren los años y ciertos españoles, parafraseando al Generalísimo Francisco Franco, quien dijera: “Españoles, no se os puede dejar solos” nos dicen: “Chilenos, no se os puede dejar solos”.

Habría que averiguar si esta iniciativa ha sido requerida por algún chileno o si ha nacido motu proprio de los personeros de esas instituciones; pero implica cierto afán neocolonialista y paternalista que es inaceptable.

De las informaciones que han aparecido estos días en la prensa, parece que el propio gobierno de Chile ha estado celebrando convenios para la cooperación internacional a la redacción de la nueva Constitución. Por eso, lo más probable es que sean las Internacionales de los diversos signos políticos las que estén afanosas por entrometerse en este proceso constitucional.

¿Qué queda de esa fértil provincia de remotas naciones, respetada por fuerte, principal y poderosa? ¿Qué fue de esa gente soberbia, gallarda y belicosa, que no ha sido por rey jamás regida ni a extranjero dominio sometida? Aparentemente, poco o nada.

Lo que se advierte es que se pretende una Constitución globalista, bajo los dictados de la Organización de las Naciones Unidas y demás entes que pretenden uniformar y masificar a todas las naciones, como se expresa en la Agenda 2030, suprimiendo todo atisbo de sentimiento nacional y, sobre todo, las tradiciones propias de cada país.

Dentro de ese panorama, es que se están diversificando los frentes de conflicto, para que la antigua lucha de clases propugnada por el marxismo se transforme en muchas luchas de muchas clases, en todos los ámbitos. Un pueblo de Chile dividido y transformado en un país de enemigos es presa fácil de la pérdida de todas las tradiciones y del sometimiento a la hegemonía global.

Por eso, estimo que un convenio como el que hemos mencionado y los otros que se han visto celebrados en los medios de comunicación, constituyen una injerencia inaceptable en nuestro proceso constitucional, que debe ser rechazada con fuerza por todos los chilenos.

Fuente: https://viva-chile.cl/2021/07/globalismo-en-la-nueva-constitucion/

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