Escrito por Manuel José Correa


Son tiempos de discurso hegemónico en que el cambio climático es provocado por la actividad humana, sin siquiera reparar en que la Tierra, a lo largo de su existencia, vive en constante cambio de sus climas. Sin embargo, la izquierda ha sido hábil en conquistar las mentes incautas de miles de personas para expandir el discurso de que la destrucción medioambiental es culpa del capitalismo. Incluso, si convenimos que las emisiones de gases de efecto invernadero conducen o aceleran el cambio climático, debemos reconocer la necesidad moral y económica de la industrialización de Magallanes, del país y del mundo.

Hasta el inicio de la Revolución Industrial la calidad de vida de los seres humanos poco y nada había mejorado a través de los siglos. La producción, los ingresos, los servicios sanitarios escasamente progresaron para sacar a la humanidad de su condición de miserable subsistencia. De hecho, la esperanza de vida de la población mundial en el 1800 apenas superaba los 30 años y más del 80% de las personas vivía bajo la línea de la pobreza. En consecuencia, y gracias al desarrollo industrial, todo cambió, sacando de la pobreza a miles de millones de seres humanos a pesar del impacto medioambiental.

Es de perogrullo para un economista que la reducción de la pobreza está íntimamente relacionada con el crecimiento económico. Menor es el Producto Interno Bruto de un país, mayor es su pobreza. A mayor crecimiento económico, mayor es la industrialización y mayor será la reducción de la pobreza. Quien diga lo contrario es inmoral o ignorante, y de esos hay muchos con el puño izquierdo alzado. No se detienen en culpar injustamente al “neoliberalismo” y al libre mercado del cambio climático, vociferantes en redes sociales desde sus capitalistas smartphones, protegidos por libertad de expresión de un Chile que sustentado en una democracia liberal les ofrece.

Es engañoso acusar los problemas desde la copa de un árbol y viralizar dibujos estilo Le Petit Prince, para recrear un sueño esperanzador. Hay que conceder puntos por la genialidad. Sin embargo, me parece más real y esperanzador la propia capacidad del capitalismo de auto rectificación y solución de los problemas que inicialmente crea. Y ahí se encuentra la concreta posibilidad de un mejor futuro: el milagro de la innovación de millones de emprendedores y científicos; no del control burócrata de la economía.

Es el capitalismo con su fuerza creadora e innovadora, el que nos llevará a encontrar las soluciones a los grandes retos de nuestra era, desarrollando nuevas formas de crear y proveer energía (eólica, solar, nuclear, etc.) esencial para el desarrollo industrial y crecimiento de una economía verde que permiten al ser humano adaptarse al cambio climático mientras satisface sus necesidades tan triviales como tomar agua, comer un sándwich, leer un libro, enviar los hijos al colegio o desarrollar la vacuna que nos protege de virus letales.

Quienes defendemos la libertad política, económica y social tenemos claro que el capitalismo y el libre mercado es el antídoto a la pobreza y fuente de solución a los desafíos de la humanidad. Por ello, es crucial ganar las elecciones parlamentarias y de consejeros regionales de noviembre con los mejores representantes para ser una compacta y sólida voz de los principios y valores del modelo democrático liberal y capitalista que han permitido a nuestra gente acceder a mejores condiciones de vida, incluida la libre expresión y bienestar de quienes buscan reemplazar nuestro modelo por ideas fracasadas y totalitarias.

Fuente: https://revistaindividuo.cl/opinion/capitalismo-el-antidoto-contra-la-pobreza

.