Adolfo Ibáñez S.M.


La izquierda chilena ha sido implacablemente negativa. No reconocieron nada del gobierno de Piñera. Desde hace treinta años le han negado todo al Gobierno Militar. Lo sorprendente de estos últimos diez años es que también han negado todo lo hecho por la Concertación. Para sostener esta posición tan negativa se han valido de cualquier expediente: invenciones, distorsiones, explicaciones mañosas, mentiras, verdades a medias, además de explotar hechos positivos que sí merecen crítica. Han necesitado negar y destruir todo. Lo delicado es que ahora los sectores más negativos están en el Gobierno y dominan la Convención Constituyente.

Hoy, no teniendo nada más que negar del pasado reciente, ya no les queda otro recurso que negar también al país y sus cinco siglos de historia: no solo sus realizaciones materiales e institucionales, sino, y esto es lo más importante, el mestizaje que nos vincula a todos dándonos nuestra impronta cultural. Ellos necesitan eliminar todo lo existente para instalar sus utopías; que no quede nada que pueda entorpecer su voluntarismo. Se trata de hacer explotar al Chile de siempre y reemplazarlo por un país inventado, por una entelequia de plasticina a la que se puede dar forma y contenido según dictan las posturas intelectuales de moda: un país que se ubica en la tierra de nunca jamás.

No han sido capaces, como complemento de esta actitud negativa y destructora, de presentar caminos alternativos reales, que señalen un rumbo que nos guíe y aglutine hacia el futuro. Es solo una negación completa de lo que somos. Una actitud de negación sistemática que terminará engendrando a otros que, en el futuro, los negarán también por el motivo que sea. Y así sucesivamente. Repudiar el pasado es negar la labor de los que nos antecedieron, con sus éxitos y sus yerros. Más importante aún, es quedar sin apoyo para desarrollar una aptitud creativa que construya futuro. Y si así negamos a los que nos antecedieron, ¿por qué no negar también a los que vengan después, los del futuro? Es así como solo queda espacio para los iluminados del presente: ellos mismos.

No se trata de vivir vueltos al pasado. Se trata de tener expectativas futuras reales, que movilicen los espíritus para guiar, vivificar y fortalecer nuestras acciones del presente, teniendo al pasado como respaldo y asiento de comunidad y de experiencia para mejor manejarnos. La negatividad es negativa, valga la redundancia. Es en las afirmaciones donde se encuentra el camino para la vida.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio, el lunes 28 de marzo de 2022.

Fuente: https://viva-chile.cl/2022/04/negatividad/

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