por Remigio Pardo


Ante el reciente llamado de Héctor Llaitul de "Organizar  la resistencia armada", no queda más que recordar a este variopinto grupo en Venezuela, en donde sale Diosdado Cabello, el segundo en el mando chavista, abrazado con Llaitul dirigente de la CAM junto a otros mapuches…  No podemos más que pensar en los motivos de esa cercanía y asociarlo al apoyo y financiamiento  requerido en los eventos y atentados de carácter guerrillero de que somos testigos en la escalada de violencia que afecta día a día al país. Y nos preguntamos hasta donde llegará esta insostenible situación, especialmente cuando las nuevas autoridades tienen una visión perturbadora en relación a la violencia. Son personajes que han crecido, se han formado y desarrollado en la creencia de que nacieron con derechos infinitos, que nada cuesta,. Son individuos que no asumen deberes ni obligaciones con el entorno social, aparentes principios que no aplican con ellos mismos ni con su entorno; seres contaminados con ideologías, que tienen a la violencia como método político; un ejemplo claro es lo que pasa en la facultad de derecho de la Universidad de Chile (entre otras), en donde campeaba como profesor el ideólogo (entre otros) y mesiánico convencional Atria, que hoy expande su nefasta ideología y creencias refundacionales al interior de la Convención, con los resultados que podemos constatar en el texto propuesto para la constitución que rija el futuro  de nuestra nación, si es que llega a ser aprobada.

Constatamos la nefasta influencia que ha fluido por múltiples vertientes a estos jóvenes disruptivos, criados bajo las nefastas corrientes psicológicas del "laisser faire" y que como resultado se han transformado en adultos-jóvenes de la llamada  "generación de cristal", generación débil y despersonalizada que no sólo quiere revolucionar la sociedad sino que desea re-evolucionar a  los ciudadanos. Claramente lo manifiestan: "¡queremos cambiarlo todo!", pero nunca han pensado en el costo ni a qué costo...

Y entonces entendemos por qué ahora, cuando tienen la sartén por el mango y son gobierno y como popularmente se dice "otra cosa es con guitarra", donde el gobernar es llevar el timón de esta nave que se llama Chile y cada accionar tiene un costo y cada decisión un efecto, es con esta responsabilidad  cuando se debe caminar con mucho cuidado para no desbarrancarse (cuesta mucho asumir la realidad), le es difícil al nuevo gobierno gobernar, porque ellos mismos han avalado la violencia como acción política. Entonces hoy, al ser testigos del resultado de lo que por años han sembrado, difundido y alentado les es bastante complejo enmendar el rumbo. Les cuesta tener las respuestas lógicas requeridas, por no decir que les es imposible reconocer que estaban equivocados. Que ese camino a recorrer que promovían para el futuro no es el correcto ni es viable.

Ver cómo la violencia política urbana y rural que han avalado abierta o veladamente, por no decir alentado... bueno, esa violencia se ha desbocado. Porque  cuando se tiene una actuación poco clara del estado frente a la violencia, la delincuencia se da cuenta y procede... ¿total si la violencia está permitida y alentada para unos, porque para nosotros no?... así termina pensando todo aquel que quiere lograr un objetivo disruptivamente.

Los ejemplos sobran en las fronteras del norte: permitir la entrada sin control ni orden de todo tipo de inmigrantes desde luego lleva a que ingresen todo tipo de delincuentes y traficantes que contribuyen a la violencia... ¡obvio!

Avalar y alentar la violencia urbana en la región metropolitana por todos y cada una de quienes hoy son las nuevas autoridades fue sin duda una irresponsabilidad. Pero, para tener el cóctel perfecto, se buscó por todos los medios desprestigiar, descalificar y condenar  a todas las instituciones del estado que tienen el deber de hacer cumplir el orden y contener la violencia social.

¿Entonces de que nos extrañamos que no se quiera, o no se tenga la convicción para usar los instrumentos que la ley le brinda al estado para aquello?

Otro punto que incide en el aumento de la violencia, es que se ha buscado desarmar a la población (es como el cuento del sillón "don Otto"), y así los ciudadanos quedan indefensos ante cualquier incidente o ataque violento. En países como Canadá, Australia, Brasil y EEUU entre otros, el tener la opción de poseer un arma es parte de la libertad. 

Entonces, con policías  arrinconadas y amenazadas ante la violencia, sin tener la voluntad de usar la fuerza coercitiva del estado... No queda más que preguntarnos ¿quién podrá defendernos?

En referencia a la macro zona sur, lo que allá  pasa es más de lo mismo. Las señales se venían manifestando hace años, todos hemos sido testigos  que existe un pequeño grupo de afiebrados que lo quieren todo (tierras, leyes y recursos) sin aportar con nada, solo el camino fácil. Grupos que han desarrollado una ideología separatista con el aval de ideólogos de extrema izquierda y que ya llevan años preparando la rebelión.

Quien crea que quienes utilizan la violencia son solo los delincuentes y/narcotraficantes que se camuflan bajo la etnia mapuche, están bastante equivocados.  Existe un vasto movimiento ideológico de reivindicación del "Pueblo Nación Mapuche", como así la llama el actual presidente Boric, en consonancia con la ideología separatista. Pero no es el total de la población mapuche, no nos confundamos, la gran mayoría de los mapuches no participa de estas ideologías rupturistas.

Hay mapuches ideologizados que esgrimen argumentos de reparación de todo tipo, cuyo actuar y pensamiento es abiertamente fundamentalista y que finalmente su pretensión es apropiarse de todo, que el Estado les entregue territorios, riquezas naturales, independencia jurisdiccional, y para ello ejercen la violencia terrorista.

Imagino que en sus mentes vislumbran un futuro en donde habitan en el paraíso recogiendo piñones y jugando Palin, rodeados de walquirias mapuches que los abanican.

Por eso es importante tener claro que en su gran mayoría la población mapuche es pacífica y trabajadora. Pero también es una realidad que hay individuos de esta etnia que ven la violencia como herramienta para recuperar territorios perdidos por las más diversas causas. Sumado a que también hay mapuches narcotraficantes e igualmente de esta etnia existen individuos que participan del crimen, del robo y desde luego de atentados, incendios y crímenes. En corto: tienen un accionar terrorista.

Dichos grupos que son protegidos por ciertos políticos, quienes levantan cortinas de humo sobre su actuar o sus acciones. Y, como no, unos pocos mapuches se han dado cuenta que ser político también retribuye y  participan por reivindicaciones, participan haciendo gala de sus atuendos, con los más extravagantes personajes en la Convención  Constituyente, cuyo actuar asociados a una izquierda ultra-ideologizada y mesiánica les ha llevado a escribir una propuesta ideologizada e indigenista, que busca fragmentar a nuestra nación.

Es ilusorio pensar que solo los delincuentes usan la violencia. Unos y otros tienen vasos comunicantes con variados intereses, donde claramente el fin de ellas es lograr reivindicaciones y en pos de ellas se usan todos los caminos y con ese objetivo se acompañan con los más diferentes socios. Ya la CAM y otros grupos lo han manifestado claramente y los hechos lo demuestran. Por ejemplo, recientemente un convencional mapuche Adolfo Millabur Ñaitul,  manifestó en relación al rechazo del texto propuesto para la constitución: "No se va a repetir una Nueva Pacificación de la Araucanía. Ya que ahora tenemos suficiente fuerza, dignidad e historia para jamás  doblegarnos".  Este convencional mapuche defiende la Identidad Territorial Lafkenche, organización que lucha por la autonomía y la recuperación de territorios, defiende un estado plurinacional, intercultural, los derechos de la naturaleza y  propicia la redistribución del poder. Estos políticos-mapuches han conseguido elaborar un proyecto de constitución indigenista que persigue fracturar y aniquilar Chile.

Los violentistas mapuches, para el control territorial se han financiado mediante el narcotráfico, el robo de madera y financiamiento extranjero para así ir escalando hasta obtener el control primero de personas y a continuación de comunidades... ya se ve como se han expandido hasta lograr poseer y controlar diferentes zonas del territorio nacional "liberadas", tal como de hecho existen hoy. Zonas que dominan y no permiten el acceso a autoridades o de cualquier connacional. Escalada que avanza en su dominio mediante la extorsión, la amenaza y el cohecho, herramientas con que los violentistas esperan controlar a dirigentes, políticos y/o autoridades y desde luego atemorizar al poder judicial. Ante esta escalada de violencia el gobierno ya que no le resultó el "dialogo" con quienes propician la violencia rural, ahora dispone una maleta repleta de dinero del erario nacional para comprarle tierras y paz. (Se comenzara con $35.000.000.000.- solo para el 2022.).  Lo que será el inicio de un interminable camino de prebendas y con una violencia que es muy difícil que disminuya. Ya anteriormente la Conadi compró terrenos y se los entregó a aquellos que más ruido hacían... la escalada de violencia nunca se detuvo, es más, ha aumentado.

Tal como recientemente lo manifestó en entrevista el político DC, Género Arriagada, en relación a la macro-zona sur: "Lo que existe en la Araucanía es "guerrilla". Y muchos pensamos lo mismo al ver las actuaciones, atentados y víctimas que claramente lo ratifican. Pero ni el estado, ni los políticos, ni menos el gobierno, lo quieren reconocer.

En democracia es al gobierno a quien la voluntad popular le entrega la fuerza y el poder para mantener el orden y la tranquilidad de los ciudadanos. Pero para lograr aquello se debe enfrentar a los violentistas, llámense como se llamen, ya que el estado tiene los instrumentos que otorga la constitución. En consecuencia, a la violencia terrorista se le ataca con el poder del estado, el único autorizado a usar la fuerza  coercitiva mediante las instituciones especialmente preparadas para ello. Y para los tres casos, para combatirla existen instituciones, instrumentos y especialidades.

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