26 diciembre, 2023 

 

 

 

 

 

por Magdalena Merbilháa


Hoy es el día que se ilumina el mundo, se renueva el ciclo y nosotros tenemos la oportunidad de enmendar y corregir nuestras vidas. Esto que es para el individuo lo es también para la sociedad y sin duda para nuestro Chile.


Este 25 de diciembre se renovó el mundo, la tierra y todo adquirió sentido. El nacimiento de Cristo es el hecho fundamental que explica y justifica todo. Eso es algo que suele olvidarse.

La Navidad es una fiesta que congrega y une a la familia. Es un momento donde todos nos deseamos lo mejor y sentimos que algo cambia en nuestras almas. Sin duda, las tradiciones de la sociedad de consumo han superado al nacimiento de quien sitúa esta fiesta. No en vano se habla de Charles Dickens como “el hombre que inventó la navidad”. Esa navidad victoriana con árbol de navidad, pavo, pudding y villancicos. Sin duda un ritual de belleza que terminó por obnubilar el verdadero sentido de esta fecha. 

La tradición germana de congregarse en torno a un árbol de navidad fue exportada por Alberto de Saxo Coburgo al Reino Unido y desde ahí al mundo. Hoy el árbol reemplazó al pesebre y el verdadero sentido quedó tapado por el “día de los regalos”. La figura del Nikolaus, inspirada en el santo Armenio, San Nicolás de Myra quien hacía regalos para el día del nacimiento de Cristo se combinó con el culto a Odin completando lo que sería conocido en el Reino Unido como Papá Noel. La idea del espíritu de la Navidad, que como dios germano cruza el cielo en un carro tirado por animales. Thor, dios del trueno, cruza el firmamento con un carro tirado por cabras; Freia, diosa de la belleza, con un carro tirado por gatos y ahora Papá Noel en un carro tirado por renos. Esta figura cruza el Atlántico y se convierte en Santa Claus, engorda y se viste de rojo como símbolo de la sociedad de consumo, que reemplaza el ser por el tener. Se pone la felicidad en donde ésta no está y produce un vacío interior que termina por popularizar los químicos para dejar de sentir el vacío. Se pierde el sentido de trascendencia.

Esta mezcla producida en la era de abundancia y progreso, también se combina con la era del secularismo. La no certeza de la existencia de Dios y la duda sobre la inmortalidad del alma serán la tónica de la época. La fiesta se reinventó desde un sentido pagano que se vació de cristianismo y fue abrazada por todas las religiones como una época de tregua para enfocarse en los buenos deseos, en una época que ya no cree en la verdad, el bien y la belleza como algo objetivo.

Las religiones de sustitución llegaron para reemplazar a la verdadera religión. Esa que como dice Tolkien tiene el verdadero mito, ese que da sentido a toda la realidad. Esa eucatastrofe que renueva la tierra, el mundo y las almas. La que nos recuerda que somos seres trascendentes y que la verdadera realidad está más allá de nuestra inmanencia. Como diría George MacDonald, teólogo y escritor escocés y padre de la fantasía moderna, “no es que seamos cuerpo y tengamos alma. Somos alma, que tiene cuerpo”. Eso es lo que se nos olvida.

No somos una especie más que evoluciona, tenemos mismidad. Somos seres libres porque Dios nos hizo a su imagen y semejanza, por eso tenemos dignidad intrínseca y valemos por nosotros mismos. Somos persona, cada uno distinto al otro, imposibles de emular. No somos colectivos, somos individuos con un alma inmortal y de naturaleza racional. Esa alma individual desea ser feliz y esa felicidad está en el camino del bien. Es por eso que este día es esencial ya que el mismo Dios decidió encarnarse para amar. Con el amor verdadero, ese que da la vida por el amado, murió en la Cruz para abrirnos las puertas al cielo y superar nuestra naturaleza caída. Hoy es ese día de infinito amor en el que Dios, ese que lo es todo, lo tiene todo, no le falta nada decidió hacerse hombre, algo finito y mortal por amor a todas sus criaturas. Hoy es el día de la mayor humildad jamás vista, por lo mismo es el día en el que Dios, desde Cristo mostró toda su grandeza. Nació en un pesebre en sencillez y será visitado por pastores y reyes. Unirá a la humanidad, sin lucha de clases. Hoy es el día que se ilumina el mundo, se renueva el ciclo y nosotros tenemos la oportunidad de enmendar y corregir nuestras vidas. Esto que es para el individuo lo es también para la sociedad y sin duda para nuestro Chile. Que la luz del Señor ilumine nuestras almas y nos guíe para avanzar hacia el camino del bien.

Fuente: https://ellibero.cl/columnas-de-opinion/navidad-y-la-renovacion-del-ciclo/

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