Publicado en La Segunda, 08.05.2024 

 

 

 

 

 

Fernando Claro


Joseph Stiglitz fue quien escribió el perfil de Boric en la revista Time en 2022. Había recién asumido la presidencia y el premio Nobel de Economía 2001 escribió tres párrafos para explicarle a los gringos, y al mundo, quién era este joven y barbudo político, tan de moda en Sudamérica y en quien todos los izquierdistas ponían sus esperanzas. Los dichos inaugurales de Boric que bautizaban a Chile como la cuna y, ahora, la tumba del «neoliberalismo» se habían convertido en la «bandera de lucha» de todos ellos, decía un Stiglitz algo excitado tras su pluma.

Estos días Stiglitz está preocupado de su glamorosa gira por Nueva York, Londres y otras metrópolis por su nuevo libro: The Road to Freedom: Economics and the Good Society.Supongo que hace alusión al Road to Serfdom de F.A. Hayek, publicado hace exactos 80 años, y a The Good Society, de Walter Lipmann, anterior al de Hayek —1937—, e inspirador de verdadero neoliberalismo, aquel que reaccionaba contra —ojo con ese contra— el libre mercado algo desatado del siglo XIX y contra los colectivismos que conquistaban el mundo: socialismo, nazismo y fascismo.


«Por su reciente columna en The Atlantic es claro que Stiglitz no tiene idea o se hace el tonto: está llenas de vaguedades, inconsistencias, lugares comunes e ideas falsas, que repite una y otra vez».


En 1938, intelectuales como Raymond Aron, Alexander Rüstow, Michael Polanyi y Hayek, entre otros, se juntaron a pito de este problema en un congreso que llamaron «Coloquio Walter Lipmann», para proponer un nuevo liberalismo: el neoliberalismo. Yo no sé si Stiglitz se referirá, o sabrá algo de esto —su libro no me ha llega aún—, pero conociendo sus escritos antiguos y por sus entrevistas y reciente columna en The Atlantic es claro que no tiene idea o se hace el tonto: están llenas de vaguedades, inconsistencias, lugares comunes e ideas falsas, que repite una y otra vez, como que los economistas creerían que los mercados son perfectos o eficientes, y que Hayek y Friedman abogaban por mercados sin regulación alguna. Ideas tan falsas y ridículas como las de Atria negando la propiedad de los ahorros en las AFP —y muchos le hacían caso— o las de Boric al reclamar, en vivo y en directo, a la periodista Angélica Bulnes que no lo sacara de contexto cuando ella simplemente le recordó su frase literal a Stephen Sackur en la BBC: parte de él quería derrocar el capitalismo. Es tal el desplome intelectual de la izquierda mundial que todos sus adherentes caen en estas bajezas mentales y argumentativas.

Joseph Stiglitz es hoy un economista despreciado por economistas —y The Economist—, pero es «el economista» de la izquierda, como explicaba el Financial Times, y él mismo se reconoce, sorprendido, de que «exista todavía mucha gente que defienda la idea de una economía libre y sin regulaciones». Otra frase sin sentido, como las que ha sostenido hablando maravillas de Chávez, a quien asesoró; de Evo Morales, a quién aconsejó, y de los Kirchner, a quienes, obviamente, también ayudó. Con esta izquierda, futuro esplendor.

Fuente:  Stiglitz y Boric sin ideas - Fundación para el Progreso (fppchile.org)

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