Juan Pablo Zúñiga Hertz


Recuerdo una anécdota que oía cuando niño que contaba que, en una determinada época, ante la pésima campaña de la UC, la broma decía que “CDUC” significaba algo así como “cada domingo una c… más.” Por respeto a los lectores Cruzados, digamos que la letra “c” se refiere a cretinada.

Estos años de gobierno del Presidente Boric han sido tal como aquella broma: cada día una cretinada más. Los desaciertos de los primeros meses de su gobierno olían a inexperiencia y a las cretinadas propias del arrogante. Hoy en día ya está claro que las brutalidades desde el ejecutivo responden a un plan concertado, profundamente enraizado en la corrupción y en la incompetencia.

Los miles de fulanitos que apernaron en cargos públicos y en fundaciones de mala muerte, nos los encaletaron a todos. Sospecho que, una vez rechazada la monstruosidad de Constitución que nos querían imponer, se dieron cuenta que su gobierno estaba liquidado. Ante ello, pusieron en marcha el Plan B. Este plan consistía en dos partes: la primera, saciar a los hambrientos –que por supuesto no era el pueblo del que tanto hablan, sino ellos mismos– y, la segunda, dejar todo listo para legar al próximo gobierno su evidente inviabilidad.

La primera parte de lo que llamo de Plan B la han cumplido a cabalidad. Con más de 100.000 nuevos amigotes que llegaron a misteriosos cargos públicos con la servilleta puesta y con sueldos de no menos de 3 millones de pesos, tenemos que nos cuestan 318 millones de dólares (digamos en dólares sólo para fastidiar al Sr. Grau, quien nos iluminaba tiempo atrás diciéndonos que no nos debía importar el dólar si nuestra moneda es el peso) al mes. Haga la cuenta de lo que significan 4 años y, si desea aumentar su rabia, súmele lo que nos han costado las fundaciones. Es decir, ante el evidente fracaso y la inminente estampida de estos fulanos a final de año, era preciso al menos arreglarse los bigotes. ¡Y por Dios que les fue bien!

La segunda parte del plan tiene dos componentes: una evidente y otra oculta, que, como todo lo oculto, resulta siniestra. La parte evidente consiste en dejar decenas de miles de incompetentes listos y dispuestos para atornillar al revés y así bloquear al próximo gobierno de oposición. Si por esos trágicos designios de la historia terminamos con un próximo gobierno de la misma línea, bueno, remítase a los números del párrafo anterior y arremánguese la camisa para trabajar más duro para alimentar por cuatro años más a estos sujetos.

El plan oculto –y siniestro– involucra preparar una nueva asonada insurreccional. De eso no me cabe duda. Hace algunos años advertía en una columna sobre la paciencia y la malignidad del PC. No me cabe duda de que, ante un próximo gobierno de oposición, ya estén preparando el organigrama, actores y logística de una nueva insurrección que temo, si la ciudadanía responde muy diferente a que el 2019, nos empuje a un conflicto mayor.

¿Qué será lo que realmente traman? No lo sabemos, pero con experiencia, sentido común y algo de astucia, podemos sospechar lo peor. Sea lo que fuere, la única certeza que tenemos es estar atentos, porque entre cretinadas espontáneas y otras tantas premeditadas, de ellos sólo podemos esperar el juego sucio.

Fuente: https://viva-chile.cl/2025/05/que-sera-lo-que-traman/

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