13 junio, 2025
por Juan Lagos
Para que Chile no vuelva a convertirse en un “maldito infierno”, lo mínimo es entender que detrás de esas “cositas materiales” hay vidas, esfuerzos y sueños quemados. Solo quienes no han construido nada pueden tratar la destrucción con tanta liviandad.
En marzo de 2020, la diputada Maite Orsini intentó minimizar los saqueos en Puente Alto diciendo que lamentaba la pérdida material y las “cositas” que perdió el locatario. La frase causó indignación, y con razón. No solo fue torpe, sino profundamente reveladora de una desconexión total con lo que significa emprender en Chile. Lo mismo ocurrió con el diputado Gonzalo Winter, que en 2024 declaró que los daños sufridos por locatarios durante el estallido delictual eran “marginales” frente a las demandas sociales. En su lógica, perderlo todo sería un sacrificio menor si se trataba de una causa mayor. Y como si se tratara de un conflicto bélico, Diego Ibáñez llegó a decirle a Carlo Siri, dueño de la Antigua Fuente, que fue un “daño colateral” del proceso.
Ese es el verdadero problema: hablar de saqueos como si fueran externalidades inevitables, justificar incendios como si fueran erupciones de la historia, tratar a las víctimas como si debieran entender que sus pérdidas sirven a un fin superior.ll Pero no hay proyecto político que justifique pisotear los derechos de otros. Y no hay nada más peligroso que un político convencido de que la legalidad puede ser suspendida en nombre de una causa.
Para alguien que nunca ha tenido que ahorrar para abrir un negocio, que no ha tenido que pagar sueldos, soportar deudas ni enfrentar la incertidumbre del día a adía, la destrucción de un local puede parecer solo una pérdida económica. Pero para quien ha vivido eso, perder su negocio no es perder “cositas materiales”: es perder un sueño, un hogar, una identidad. El ser humano se desarrolla también a través de lo que construye con esfuerzo, y habría que ser muy ignorante -o muy cómodo- para no entenderlo.
La crítica pueril del materialismo sostiene que lo material es malo por sí mismo, que es prescindible, casi un estorbo en la vida humana. Pero eso es una caricatura. Los seres humanos no somos entes flotando en el vacío: necesitamos cosas, espacios, herramientas, bienes para vivir y para realizarnos. Lo material no es solo consumo: es proyecto, es trabajo encarnado, es historia personal. Por eso, considerar que la pérdida de un negocio, una casa o una fuente de sustento puede ser trivial frente a la causa política de turno es reducir al ser humano a un instrumento, despreciando su arraigo en la realidad concreta. Quien cree que lo material es irrelevante no ha entendido nada de la dignidad del ser humano.
Y lo más curioso de todo es que la izquierda -muy especialmente el Partido Comunista- entiende perfectamente el valor de lo material, sobre todo, cuando se trata de lo suyo. No olvidemos cuando el PC desalojó una toma en Lo Barnechea, instalada en una de sus múltiples propiedades. Y está bien: la propiedad se defiende. Lo que no está bien es exigir respeto para lo propio mientras se relativiza o se banaliza el daño sufrido por otros. ¿Por qué su terreno merece protección, pero el local de un emprendedor debe ser resignado con espíritu revolucionario? Este caso revela claramente que no es la propiedad lo que les molesta, sino quién la posee.
Si queremos evitar que Chile vuelva a caer en el caos, debemos restablecer el respeto por los derechos fundamentales. Nadie está autorizado a atropellarlos en nombre de una causa política. La decencia mínima que se espera de un político es que respete el Estado de Derecho que juró defender y que mes a mes le paga el sueldo. Y algo anda muy mal cuando los medios de comunicación coinciden, casi sin matices, con cadenas como las de Irán o Rusia, que solo buscan sembrar el caos. No es casualidad: cuando los líderes abandonan los principios mínimos de una sociedad libre y estable, y los medios pierden el juicio, lo único que queda es la ley del más fuerte. Y ya sabemos cómo termina eso.
Para que Chile no vuelva a convertirse en un “maldito infierno”, lo mínimo es entender que detrás de esas “cositas materiales” hay vidas, esfuerzos y sueños quemados. Solo quienes no han construido nada pueden tratar la destrucción con tanta liviandad.
Fuente: https://ellibero.cl/columnas-de-opinion/cositas-materiales/
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