lunes, 13 de enero de 2020

 

 

Tomas Bradanovic


Leo el delicioso artículo Fiesta, alcohol y entretenimiento Popular. Crítica y Prácticas festivas del Partido Obrero Socialista (Chile, 1912-1922), de Jorge Navarro López. Es de esos paper que parecen intrascendentes, dedicados a minucias, solo para hacer puntaje en Conicyt y ganar unas lucas de bono en la universidad, sin embargo esta aparente superficialidad es engañosa, se trata de un tema profundo, significativo y que nos da luces sobre un fenómeno muy interesante de la izquierda y -en general- de todo nuestro sistema político.

Para los que no lo saben, el Partido Obrero Socialista (P.O.S:) fue fundado por Luis Emilio Recabarren y es el antecesor del actual partido comunista de Chile, este partido ya extinto, es un verdadero fetiche, el Santo Grial de generaciones de sociólogos e historiadores criollos, que han desmenuzado su historia con una dedicación similar a la que emplean los sabios del Talmud en desentrañar el significado del Antiguo Testamento.

Gente como Gabriel Salazar y muchos del actual establishment de "historiadores" se han pasado buena parte de su vida haciendo exégesis al P.O.S. y a Recabarren. Y casi todos se dedican a hacer textos laudatorios, inventando una épica, a partir de la cual "explican" la sociedad chilena y toda nuestra historia moderna como fruto de los avances y retrocesos de lo que ellos llaman los "movimientos sociales"

Pero toda esta épica heroica de lucha de clases no se corresponde con algunas cosas que escribían los contemporáneos. Leo en el Tarapacá y Antofagasta ante las consecuencias del pasado de Julio Gaete Leighton (1931)

En medio de la general desconfianza, los gerentes de ferrocarriles, administradores de oficinas y jefes o dueños de fábricas, al recogerse a sus hogares, después de un día de dolores de cabeza, lo hacían sin saber ni tener la seguridad, si el personal iba a salir al trabajo o no al día siguiente, Las huelgas y "paros " hacían competencia a las caídas de Ministerios en Santiago. La política por un lado y la actitud disolvente, desquisiadora (sic), anti-patriota inspirada por el comunismo, por otra parte, estaban haciendo del país un verdadero cáos. Agreguemos a esto el entonces bullado Plesbiscito de Tacna y Arica en el cual se jugaba el honor de Chile. 

¿Y las autoridades? Ah! las autoridades no sabían qué hacer ni qué medidas tomar, porque la gente estaba como un "niño mal criado y regalón" a quien no se podía decir nada.

Los agitadores comunistas a que se refiere el autor eran justamente el Partido Obrero Socialista. Como ven, toda historia tiene dos versiones, aunque hoy se cuenta solo una, la que está de moda en el establishment.

Pero volvamos al artículo de Navarro, que describe una paradoja muy curiosa, aunque nada nueva en los movimientos políticos de izquierda. Resulta que el P.O.S. fiel a las directrices de Moscú en esos años, tenía una visión muy moralista acerca de "el hombre nuevo" que se necesitaba desarrollar para alcanzar el socialismo Escribe Navarro:

La noción de los socialistas chilenos de un progreso proyectado hacia el futuro estaba marcada por la utopía y la imaginación, pero no descansaba solo en el mundo de las ideas. Su utopía era una manifestación de la inconformidad con su presente y de sus esperanzas futuras, se construía desde las relaciones sociales e ideas existentes en esta coyuntura histórica, encarnándose así en sus imaginarios y prácticas cotidianas. “Cada día que pasa, cada día que llega nos acerca a un tiempo nuevo”, sostenía Luis Recabarren en 1915. Su discurso se sustentaba en la utopía del cambio permanente, de vivir una “nueva vida, con nuevas ideas, con nuevos sentimientos, que vengan siempre en una cadena sin interrupción, pero cadena de progreso y de amor que nos haga vivir la vida del eterno progreso paladeado y gustado por cada ser humano”

Como demostración de que el proyecto del POS iba más allá de la esfera política, a comienzos de 1922 un militante llamaba a innovar en los nombres de los hijos, pues, al “socialismo que todo lo invade y lo transforma, le corresponde ir desterrando la costumbre de bautizar a los niños con los anticuados nombres de santos”. En su lugar, proponía nombres de reconocidos autores asociados a la Ilustración (Galileo, Dante, Molière, Voltaire, Mozart o Franklin) y también de personajes simbólicos para la historia americana como Galvarino, Lautaro y Caupolicán, o con una carga racional como Olimpia y Luz

El alcohol y la fiesta ocuparon un lugar central en la crítica socialista hacia las costumbres populares. Una línea argumentativa señalaba que el alcoholismo era un “vicio” manipulado por los sectores dominantes para sostener la explotación de los trabajadores. En septiembre de 1912, El Despertar de los Trabajadores de Iquique advertía a sus lectores que el “licor le da a los ricos lo que le quita a los pobres. El licor lo fabrican los ricos para hacer grandes fortunas a costa del vicio de los pobres. Por el licor el trabajador pierde dinero en multas, remedios y faltas al trabajo”

Muchos años después, en 1972, Salvador Allende siendo presidente también fustigaba las borracheras y los borrachos

El ausentismo por alcoholismo es brutalmente alto en nuestro país. Y las consecuencias las pagan, no solo las empresas, sino todo el país. Los accidentes son numerosísimos. Por último, los hijos de los alcohólicos son  tarados  muchas  veces,  y  el  porcentaje  más  alto  de  epilépticos  es consecuencia  de  la  herencia alcohólica. 

En  esas  condiciones,  compañeros,  no  se  trata  de  que  le  diga  a  la  gente  que  no  "tome".  Yo,  les  digo, honestamente, no puedo almorzar ni comer, sin vino. Pero, una cosa es "tomar" en condiciones normales y otra cosa, compañeros, "es pegarle a la chupeta", hasta quedar poco menos que inconsciente. 

Resulta muy curioso este puritanismo, partiendo que es profundamente antimarxista. Atacaban el consumo de alcohol siendo que el propio Marx fue uno de los grandes borrachos de la historia, y no se avergonzaba de serlo. Más extraño es que atacaban al alcoholismo porque hacía a los trabajadores "menos productivos", el marxismo consideraba el trabajo asalariado y la exigencia de productividad como "alienantes", excepto cuando el estado era el patrón, ahí si que tenían que alienarse como fuera.

En su artículo Navarro escribe largamente sobre el combate al consumo de alcohol propagado por el POS y detallaba las "entretenciones alternativas" que consistían principalmente en diversas formas de adoctrinamiento. La verdad es que le creo poco y nada a la tesis del artículo, que simplemente repite textos de propaganda y los da por hechos ciertos, cosa que en especial con los moviientos de izquierda suele llevar a la construcción de grandes mentiras.

La ausencia de escepticismo y hasta de pensamiento crítico, es cosa común en los historiadores afines a la izquierda, simplemente recopilan propaganda afín a sus tesis y la presentan como si fueran hechos. Conozco gente que trató social y personalmente con Allende y me cuentan que chupaba como orilla de playa, tal como casi todos los políticos de su época por lo demás, de cualquier color político.

Porque hasta fines de los años sesenta existía la política de los banquetes, algo que venía desde el Siglo 19 en Chile, cuando los candidatos hacían campañas en torno a "banquetes", comilonas y tomateras donde todos terminaban borrachos como cuba, esto no tenía color político, era una tradición de izquierda a derecha y muchos amigos más viejos que yo me cuentan como era cuando los candidatos estaban haciendo campaña. Y para que hablar si ganaban una elección.

Yo alcancé a conocer uno de los clubes radicales, el que estaba en Recoleta, a un costado del cementerio y de una curtiembre que despedía un olor nauseabundo, pero igual veía a mis mayores comiendo y tomndo como si el mundo se fuera a terminar mañana.

La diferencia es que la izquierda siempre ha practicado la hipocresía, un discurso para la chusma y otra cosa en el comportamiento privado. Por eso no tiene nada de raro que los mocosos izquierdistas que llegaron al parlamento y despotrican contra la desigualdad y los privilegios son los primeros en aprovechar los privilegios y ostentar de lujos propios de cualquier piojo resucitado. No es nada raro, es natural de ellos. Ser inmoral, malo y borracho es característico de todo moralista que se respete.

¡Que vuelva la política de los banquetes! me decía mi buen amigo Gustavo el otro día, de allí me vino la idea de escribir sobre el asunto. Si en un universo paralelo me invitaran a hacer la estrategia de campaña de cualquier político, lo primero que haría sería empezar a hacer asados de camaradería, bien comidos y mejor regados, como fue siempre en Chile, esa costumbre fue probablemente la única cosa buena y decente que ha tenido nuestra política,

He ido a dos o tres reuniones cuando José Antonio Kast ha visitado Arica y siempre salgo furioso, aburrido de escuchar discursos estúpidos de improvisados "líderes de opinión" que quieren tener su minuto de fama ¡así nadie se entusiasma! Yo organizaría un asado con abundante cerveza, o una anticuchada o pollada como -creo- todavía se hace en el Perú. Por último a medio filo soportaría mejor a los pelmazos que hablan tonteras y seguro que todos saldríamos inflamados de ardor partidista, en lugar de aburridos y frustrados. ¡Que vuelva la política de los banquetes!

Fuente: https://bradanovic.blogspot.com/

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