Columna Semanal:
 
 

Comparto en mis tertulias con un grupo variopinto de almas de diferentes edades, sexo, credos y posiciones políticas (dentro de un rango, por supuesto). Todos animados por el interés de intercambiar opiniones, aprendiendo “de cada uno, un poco”. Además de revisar algún tema de cultura general -historia, literatura, bellas artes, etc.-, cada parroquiano aporta su visión de la contingencia... generándose, a veces, apasionadas porfías.

Últimamente producto de las elecciones, las ponencias no sólo se han dividido, sino que se han inflamado. Por un lado, están los “optimistas” que creen que se puede ganar en primera vuelta y por el otro, están los “asustados” que creen que no hay que correr riesgos y que hay que votar por el mal menor.

Acostumbrado a no intervenir y a “dejar correr”…argumentos y contraargumentos, fui sorprendido sin rodeos, por un… ¿profe y usted que cree que va a pasar?

Se produjo un breve silencio, que me permitió encontrar un factor común entre las dos posiciones: “coincidamos que los dos puntos de vista parten de la base que se gana -sí o sí-… (En primera o en segunda vuelta) lo que es muy positivo y que comparto plenamente…”

Ante la cara de sorpresa de algunos, señalé: “los entendidos en cuestiones electorales estiman poco probable que la elección se resuelva en primera vuelta”. Dicho lo anterior, no se hizo esperar la pregunta… ¿qué se hace en primera vuelta?

Como la respuesta no era nada de fácil, quise contestar en forma cordial y afable, recordando que en la cultura popular existía un personaje conocido como Pedro Urdemales, de cuyas andanzas supe -hace ya muchos años- de boca de modestos campesinos, porque se pasaban horas contando cuentos de este pillo que “engañaba hasta al diablo”.

Enfaticé a mis contertulios -a modo de advertencia- que este "pícaro andante" se caracterizaba por invertir verdades, "re-velar" obscuridades, que no había oficio que no practicara o herramienta que no dominara y que su especialidad eran… “los cantos de sirenas”.

En igual sentido, advertí que “la quimera de ganar en primera vuelta” se parecía mucho a los cuentos de Urdemales, pues me parecía que con marrullería, engaño y sentido de oportunidad se estaba aprovechando la ingenuidad de los electores para venderles -al mejor estilo de Urdemales- “la gallina de los huevos de oro”.

Requerido por los que votaban por “el mal menor”, les recordé que la engañifa de Urdemales no consistía en inventar tramas complejas, sino sencillamente, en interpretar y abusar de la necesidad de los otros. Ni más ni menos, lo que todos conocemos como “El cuento del tío”, que consiste básicamente en estafar a una persona haciéndole creer que está realizando un buen negocio, cambiando algo importante por algo que carece de valor. “Pedro Urdemales cambiaba dinero, por un boleto premiado de la lotería…” ¡hoy estamos cambiando principios por la ambición de ganar!

Concluí insinuando a mis contertulios que algo me decía que Pedro Urdemales había regresado en gloria y majestad, que no había que dejarse engañar, y que había que votar por lo que uno creía… (No por fantasías, ni mucho menos por temores).

 

Fuente: https://www.facebook.com/notes/cristi%C3%A1n-labb%C3%A9-galilea/columna-semanal-el-regreso-de-pedro-urdemales/1246544598813927/

 

.