Cristián Labbé Galilea


La noche del 4S fue especial: ¿Una esperanza? ¿Una oportunidad? ¿La confirmación que no estaba todo perdido?... Eso y mucho más, no sólo porque el Rechazo obtuvo un triunfo categórico, sino porque “se fueron al traste” las intenciones izquierdistas de desconocer la historia política e institucional del país, para instalar en él una utopía… una verdadera patraña, que no ha tenido éxito en ninguna parte del mundo.

Poco duró la bonanza. Antes que cantaran los gallos, lo que se había rechazado… se esfumó; el gobierno retomó su agenda y, a pesar de las encuestas, sigue dado señales de no estar dispuesto a renunciar a sus objetivos refundacionales. La oposición, por su lado, da muestras de no haber aprendido la lección: “en política, mientras más se vacila, más adhesión se pierde”.

La actitud del gobierno a nadie puede extrañar, pero ¿quién se explica que, después de todo, personajes políticos que votaron Rechazo ahora propongan una reforma constitucional en nada menos que aquellos aspectos determinantes en el triunfo del 4S: la defensa de la chilenidad, sus raíces republicanas, el Estado unitario y el sentimiento de ser… “una sola nación”.

Parlamentarios ahora sin domicilio conocido (ex DC), escoltados por el presidente de la UDI, han presentado una modificación constitucional proponiendo establecer que: “el Estado de Chile es… multicultural, intercultural y descentralizado” y, como si ello no fuera suficiente, se reconoce la existencia de pueblos indígenas con sus derechos inherentes… garantizándoles, no sólo la representación política y un registro electoral exclusivo, sino que también, autonomía en asuntos internos y locales.

A decir verdad, esta curtida pluma queda entre pasmada y épaté, al comprobar que dicha iniciativa fue elaborada íntegramente por cuatro organizaciones indígenas. Por lo mismo, surgen varias preguntas: ¿A quiénes representan estos “creativos e iluminados” personajes…? ¿Cuentan dichas organizaciones indígenas con el respaldo de las estructuras violentistas de la Araucanía… como para garantizar la paz en la zona? También es legítimo que alguien se pregunte: ¿qué mueve al presidente de un partido como la UDI a “seguir aguas” que sus bases parecieran no compartir, en lugar de priorizar la seguridad, la situación económica, el orden…?

Habrá quienes respondan que esta iniciativa no es más que un gesto, algo alegórico, algo declarativo. Quienes así piensen olvidan que el 4S el país habló fuerte y claro: nada ni nadie puede amenazar y menos pasar por sobre la identidad nacional, su historia, sus símbolos y sus raíces republicanas.

En pocas palabras, resulta inexplicable que, a estas alturas, y después que el país ha vivido un proceso de inestabilidad y descomposición política, de pérdida de autoridad, de intentos por seguir tendencias globalistas e identitarias ajenas al sentir nacional, aun existan sectores políticos cupulares que se sientan iluminados y no aprendan la lección que se les dio, pensando que pueden actuar de espaldas a la realidad… y que aun existan políticos a quienes todo lo que les entra por un oído, les salga por otro.

.