Cristián Labbé Galilea


Errar es propio de la naturaleza humana, condición recogida en el aforismo “Errare humanum est…”, al que se recurre últimamente con frecuencia para justificar los errores políticos, táctica comprensible si el errar fuera ocasional, y no “permanentum” como ocurre en nuestra realidad. Esta busquilla pluma recuerda a sus comedidos contertulios que dicha máxima… “le lleva un cogollito”, a saber: “sed perseverare diabolicum” con el cual advierte que perseverar (en el error) es diabólico.

Por lo mismo, resultan siniestros e inexplicables los errores que ha cometido el gobierno durante el corto tiempo que lleva en funciones: el impasse con el Rey de España, el viaje de la ministra del Interior a la Araucanía, la falsa denuncia de un avión con extranjeros deportados que debió retornar con ellos a bordo, el cambio de “primera dama” por “Gabinete Irina Karamanos”, los indultos… y lo último.

El trascendido de la reunión sostenida por la Canciller y su equipo asesor, a raíz de las declaraciones del Embajador Argentino… dijo “fuera”:, el lenguaje usado por las máximas autoridades de la diplomacia chilena, la ligereza de los argumentos, la carencia de una visión estratégica, la improvisación, la desprolijidad para tratar temas de alta política… no son sólo una vergüenza, es la constatación que el país está en manos de irresponsables iletrados.

Siendo la diplomacia un mundo donde la prudencia, la sensatez, la discreción, la forma y las señales hablan por sí solas, resulta inexplicable que, a horas del viaje presidencial al vecino país, se filtrara el tenor de dicha reunión, y que lo ocurrido sea visto como una desprolijidad que sólo le costó el puesto a una funcionaria de segundo nivel de la Cancillería.

Conocer los hechos, y comprobar el festín que se han dado los medios de comunicación nacionales e internacionales sobre el caso, generan, con toda razón y a todo nivel, una justificada vergüenza y una tremenda desazón en la opinión pública, situación que se ha venido repitiendo cada vez con más frecuencia, y que se refleja en la baja adhesión y el alto rechazo que genera el gobierno.

¿Se imagina, mi ilustrado contertulio, qué habría pasado si hubiésemos estado en manos de estos personajes, el año 78, cuando se produjo la crisis con nuestros vecinos por las islas del Canal de Beagle? Mejor ni pensarlo. ¿Qué tienen que ver estos improvisados diplomáticos con cancilleres como Hernán Cubillos Sallato, René Rojas Galdames…? ¡Nada! Con este equipo de mequetrefes todavía estaríamos en guerra, y nunca habríamos logrado la paz ni la mediación de su Santidad Juan Pablo II.

Hay que decirlo, el ambiente está enrarecido: se persevera en los errores; los problemas van quedando, si no olvidados, a medio morir saltando; el gobierno persiste en errar, se disculpa, pero sigue avanzando, y; la oposición, las dirigencias políticas, gremiales, regionales y sectoriales… siguen empantanadas en minucias. Mientras tanto, la sociedad civil va, poco a poco, perdiendo la paciencia y es sabido que: la paciencia maltratada… se transforma en ira.

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