5 DE ABRIL DE 2023 

 

 

 

 

 

Hermógenes Pérez de Arce


Cuando Gabriel Boric inesperadamente giró sobre sí mismo durante el cambio de mando, las personas cuerdas supieron que algo andaba mal. Ya les había chocado que acudiera sin corbata. Pero la pirueta decía algo más. Se sabía que había estado internado dos semanas en un hospital psiquiátrico. Él mismo se había referido públicamente a su trastorno. No había sido buen estudiante. Sólo se destacaba por encabezar desórdenes y "tomas" e insultar a policías y militares durante el levantamiento de 2019. La fotografía más conocida de Boric lo mostraba pasando bajo el torniquete del metro sin pagar. Y estaba también el hurto en un supermercado. En fin, cantaba para la televisión su anhelo de "orinar en un casco militar". Hacía no mucho había declarado que tenía una enfermedad mental que lo obligaba a "realizar acciones repetitivas contra las cuales es difícil luchar". 

Ninguna persona cuerda lo habría elegido presidente, pero el 56% de los votantes lo hizo. Claro, esa vez sólo votó la mitad de los inscritos. Pero la irresponsabilidad del 50% que se abstuvo también dice algo. Sobre todo que el 4 de septiembre mostraron ser los de más sentido común. Algo anda mal en el país.  

El mundo cuerdo se ha dado cuenta de que los regímenes comunistas no sirven, pero acá hemos reemprendido el camino a otro. Quieren traspasar recursos básicos del mercado de capitales, los de la previsión, al Estado, el gran dilapidador, cuyo tamaño ha crecido durante estos años de izquierda y centroizquierda (incluidos los de Piñera), multiplicando por siete su gasto. Los sueldos que se autopaga la burocracia dorada son 50 % mayores a los de mercado. ¡Porque son "pitutos"! Entre fines del año pasado y marzo del actual ha caído el empleo privado, pero el Estado ha contratado cien mil "amiguis" más con sueldos millonarios, que cuestan al año más que todo lo que dio el cobre al gobierno en 2022. Una gran farra burocrática, Y en crecimiento del PIB volvemos a quedar a la cola de América Latina, igual que en 1973. 

Es que hay una cosa loca en Chile. En el mundo cuerdo los jueces persiguen a los delincuentes. Acá persiguen más a los policías. El país tiene como principal problema el temor a la delincuencia y al terrorismo. Pero hay 2.600 procesos contra carabineros, denuncia la abogada Nuria Vivanco. A los maleantes los indultan, a los carabineros los condenan. ¡A medio millar de delincuentes les han dado pensiones de gracia!

Entonces, no vengan con cosas: no es la locura de uno solo, es una falla general. 

Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/

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