lunes, 4 de marzo de 2019

 

        La subsecretaria y ministra (s) de Tierras, Alejandra Bravo, y el gobernador respectivo, autorizado por el Intendente, rompieron los candados e invadieron una propiedad particular, el fundo “Mónaco” de los hermanos Jaramillo Arriagada. Ingresaron al mejor estilo soviético, acompañados de 40 efectivos del GOPE y dos patrullas de Carabineros, seguidas de carros blindados lanzagases, encabezando una caravana de vehículos, ante las cámaras de televisión. El referido fundo deslinda con el mar y, por lo tanto, según la ministra (s), dado que la playa es de todos, no hay dueño que pueda oponerse a ser invadido.

La familia propietaria está atemorizada por esta exhibición de poder estatal: “Hemos quedado anonadados y con una inseguridad total, ya que siendo una propiedad agrícola extensa, no podemos ejercer su dominio, con prohibición de cerrar con candados y (hay gente) usando nuestros caminos de varios kilómetros hechos por nosotros, animales y bosques a merced de delincuentes y extraños, pasando de hecho, como lo hizo la ‘ministra (s)’, por nuestros patios”. Mujeres y niños han quedado traumatizados por esta exhibición de prepotencia estatal.

Los propietarios antes creían que estaban amparados por el “estado de derecho”. ¡Pero si eso no existe en Chile! En esos mismos días el presidente de la Corte Suprema, Haroldo Brito, lo proclamaba así, al inaugurar el año judicial, justificando las condenas por “delitos de lesa humanidad” de los años ’70 que sólo fueron incorporados a la legislación chilena en 2009, en circunstancias que la Constitución dice expresamente: “Ningún delito se castigará con otra pena que la que señale una ley promulgada con anterioridad a su perpetración”.

¿Qué Brito no sabe eso? Sí lo sabe, pero no le importa. Y a casi nadie le importa que no le importe. Pues hay una dictadura judicial, con complicidad del Ejecutivo (que patrocina querellas ilegales contra uniformados) y del legislativo, en que hay mayoría de izquierda, es decir, cómplice de Brito y apoyadora de su tesis de que se debe meter presos a uniformados por hechos de los 70 que son delito desde 2009.

¿Quién nos podría salvar de esta dictadura del “No” que no respeta las leyes? Ya no queda nadie. Los militares, que eran garantes de la Constitución, se rindieron en 2004, cuando admitieron a través de Cheyre que la culpa de todo era de ellos. Ahora se comportan como los civiles y “se llevan para la casa” platas fiscales como si fueran políticos que reciben “sobres con billetes”. Ni siquiera tienen derecho a nombrar un “Santiago Valdés”, como Piñera, para que responda de los delitos de su superior y sea el único mencionado en los “juicios por los diarios”, que son los peores para la honra de las personas.

El ministro de Defensa ha osado decir, a raíz de todo esto, que se requiere “mayor control civil” sobre los uniformados, pero el coronel (r) Jorge Tejos le ha escrito: “No me venga a contar cuentos de mayor control civil: le contaré que cuando yo era un simple militar…, existía dentro de mi institución un organismo fiscalizador inexpugnable, que era la “Inspectoría General del Ejército”, cuya función era justamente la de evitar casos como el de este señor que ustedes eligieron para comandar la más prestigiosa institución armada del continente.

“Esta inspectoría general nos revisaba y contaba hasta los alfileres, y si nos faltaba uno, lo teníamos que reponer con nuestro sueldo o enfrentarnos a un sumario administrativo con las penas del infierno”.

El coronel Tejos desafía: “Investiguen al señor Francisco Vidal, que ostentó este alto cargo (Ministro de Defensa) y el por qué terminó como asesor del Comandante en Jefe del Ejército. Investiguen en qué asesoraba, aunque hoy parece ser evidente en qué”.

Lo único bueno de estos días que recuerdan la UP ha sido el humorista cubano del Festival de Viña, que se burló de su país comunista en sus esfuerzos por pasar del Tercer Mundo al Cuarto, dijo que allá todos se morían de hambre y se querían ir, y por un par de rechiflas de los comunistas, se quedó sin gaviota. Pero la mayoría del público protestó y para calmar al “monstruo” le tuvieron que dar la de plata y la de oro.

Sorprendente: todavía quedan lugares en que los comunistas no mandan en este país.

Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/

 

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