Por Jorge Andrés Droguett
Director Fundación Voz Nacional


 

Hoy es tiempo para recordar algunos momentos de la vida de un hombre que vivió poco más de treinta años y que, en las pocas líneas de esta columna, trataremos de caracterizar destacando su forma de ser, pero, tomándonos la “libertad de juzgarle”, intentaremos someter su desempeño vital en diversos ámbitos del quehacer y querer a algunos parámetros de control de calidad. Para ello, ocuparemos un par de clásicas sentencias: la primera, para evaluar su fuero externo y la correspondencia que debió existir en su interior… “por sus hechos los conoceréis”; la segunda, para sondear su interior, examinaremos el brotar de sus palabras habladas o escritas, empleando al efecto… “la boca habla y la pluma escribe lo que en el corazón abunda”.

Para desarrollar esta tarea, de modo arbitrario, fijaremos la mirada en algunos momentos y aspectos de la vida del más grande y señero hombre que ha nacido en esta tierra maravillosa llamada Chile. Así las cosas, seccionaremos el objeto en análisis en ocho partes, todas igualmente relevantes, y terminaremos eso sí, en el ámbito superior y trascendente de nuestro personaje.

El niño pequeño, que llamaremos con cariño “Arturito”, de aspecto vivaz y de talla reducida, quien, a esas alturas, era hijo de una madre viuda y vivía en la calle que hoy lleva su nombre, asistía a una escuela ubicada en la segunda cuadra de calle San Diego de nuestra capital. Cuenta uno de nuestros historiadores que camino de la Escuela observó a dos muchachones abusando de otro pequeño. Sin dudar, exponiéndose al riesgo que implicaba, buscó un palo y arremetió con decisión en contra de estos dispares adversarios, logrando liberar a la víctima y ahuyentar al par de cobardes abusadores. Para mí, basta con este párrafo para perfilar la bravura del caballero de capa y espada que recordamos. Qué decir de sus acabados cumplimientos académicos y domésticos.  En este ítem, alcanza un 100%, Nota 7.0.-

El hijo, de él se conocen solo actitudes de respeto, cariño y preocupación por su madre. A tal punto llegaba el rigor de nuestro personaje en estudio, que varios de sus biógrafos han encontrado y coincidido, al revisar una de sus libretas de notas, que de cada ingreso que percibía, por menguado que fuese, anotaba la distribución en detalle del mismo y la ejecutaba, así, se registraba periódicamente el aporte que entregaba para su señora madre. Este hecho, que constituye una muestra de su agradecimiento, responsabilidad y generosidad hacia su mamá, lo siguió haciendo una vez casado y hasta su muerte. Por ello, va también por esta vía, un reconocimiento a la maravillosa y hermosa mujer que llenó de amor su vida y saltó junto a él a la inmortalidad, doña Carmela Carvajal de P. En este otro ítem obtiene un 100%, Nota 7.0.-

Miembro de una familia, los historiadores recogen sus vacaciones en el predio de uno de sus abuelos donde hoy se ubica la iglesia de la Divina Providencia, (entre Antonio Varas y Carlos Antúnez), no hay quejas de él. En su correspondencia hay registros de los saludos detallados que enviaba a sus seres queridos, no olvidaba celebraciones ni fechas importantes para ellos, era observador y preocupado por los detalles. Qué decir, ítem más que superado el  100%, Nota 7.0.-

Novio, esposo y marido, la correspondencia sostenida con la que fuera el amor de su vida, y que está contenida en un libro, nos perfila y devela al ser amoroso, al amante romántico, al marido preocupado y que sufre la distancia, al que sueña con el retorno a los brazos de la amada y al calor del hogar. Por supuesto, con tiempos mejores, al que se esfuerza en su trabajo y desvela por estudiar Derecho con el fin de brindar un mejor pasar a los propios con el producto de su desempeño profesional futuro. Realidad que duró muy poco y quedó en los sueños y esperanzas de la pareja de enamorados. Este punto es de suyo relevante pues marca la añoranza por estar con su mujer amada y con sus hijos, con todo, no dudó en cumplir con su deber. Ítem superlativo y superado con creces al 100%, Nota 7.0.- (pudiendo ser un setenta al menos)

Padre, en las propias epístolas a que aludimos recién, se palpa con emoción el profundo cariño paternal que profesaba a sus retoños, incluso, el desgarro de la pérdida de una de sus hijas, lo cual no le hizo perder el aplomo ni el equilibrio para amar sin medida a los otros. Sin embargo, volviendo  a las fuentes indicadas, podemos recorrer su permanente recuerdo y melancolía, que unidas a la imaginación, nos permite visualizar cómo desde la cubierta del Huáscar, donde quedó su cuerpo sin vida, emprende el vuelo hacia el cielo tomado de la mano de su adorada Carmelita. Si enmarcamos esto dentro de la situación nacional convulsionada por una frontera con tres vecinos que se aprontaban a declararnos la guerra y a hacer ocupación efectiva de la parte sur de la Patagonia, que por derecho nos correspondía (esto último, lo observó e informó a las autoridades de la época), nos permite construir un entorno azaroso, tenso y a ratos sombrío. Así y todo, derramó todas las caricias y cuidados que pudo a sus hijos. Otro 100% y Nota 7.0.-

Marino, abogado y chileno, cierto es que por cada uno de estos temas se han completado capítulos y libros enteros, pues se trata de un individuo como pocos y que, afortunadamente, nació en nuestra querida tierra. Si nuestro héroe vivió 31 años y fue marino por espacio de poco más de 20 años, sin lugar a dudas, corría sal por sus venas; como pocos, su paso por la Armada Nacional de la época lo aferró a los maderos y trapos de la “vieja mancarrona”. Siendo un niño aún, ingresó a formarse como oficial de marina siendo parte de un curso que pasaría con los años a ser conocido como el curso de los héroes. Destacó por su laboriosidad, honradez, veracidad, responsabilidad, severidad, preocupación por sus subalternos, fidelidad y  profundos valores cristianos. Como abogado, defendió con éxito a uno de sus cercanos amigos. En sus dichos y escritos jamás se encontró un comentario desleal o inapropiado respecto de terceras personas, en resumen, en el gran Arturo alcanzaron el nivel de heroicas las más elevadas y deseadas virtudes humanas. Tanto amó a Chile que, sin importar, su vida la ofrendó a los pies de nuestra Madre Patria. No hay porcentaje ni calificación que permita la semblanza de nuestro máximo héroe naval, sin embargo, habremos de conformarnos con los acostumbrados 100% y Nota 7.0.-

El Comandante Prat, formador y paternal con los tripulantes que eran adolescentes, justo y exigente con los demás miembros de la tripulación, Capitán de Fragata graduado; un líder de excepción, y que, con su arenga, ordenó el quehacer de casi 4 horas de combate. Muerto él, todos cumplieron el encargo con el ánimo y valor que les pidió. Sus palabras resuenan hasta hoy en el alma Nacional. En sus pensamientos, en sus dichos, en sus escritos y en todos los hechos que se le conocieron apreciamos a un ser íntegro, coherente, a un caballero de carta cabal. 100% y Nota 7,0 quedando cortos en la apreciación.

Católico, apostólico y romano,  si en las encrucijadas de la vida de Agustín Arturo Prat Chacón nos preguntáramos ¿qué hubiera hecho Cristo en su lugar? Creo firmemente en la casi perfección del actuar cristiano del héroe, por eso, justa y precisamente, su vida entera es ejemplar en todo sentido. Nuestro Señor ya le juzgó, evaluó y calificó, por ello hasta hoy le admiramos. Su corona de laureles celestial la constituyen el 100% y la Nota 7,0 que atesoramos en su inmortalidad y vigencia para todos los chilenos.

Para terminar estas líneas, es del caso preguntarnos ¿qué sería de nuestro país sin héroes como él?, ¿sin personas que estén dispuestas a sacrificarse por aquello que nos une como chilenos?, o ¿sin esa garra y pasión con la que nos apoyamos entre compatriotas? (o al menos debiéramos hacerlo). En estos tiempos tan complejos y, a ratos, tan desesperanzadores en el que nos encontramos, quisiera invitarlos a pensar en el mundo sin Dios a que algunos ideólogos y políticos quieren llevarnos, teniendo en perspectiva la epopeya de Iquique más la audacia y arrojo exitoso de Punta Gruesa… debemos sentir el eco de la imperecedera arenga y, sabiéndonos sus oficiales, sabremos cumplir con nuestro deber. Basta de inacción, tolerancia irracional y permisividad. ¡Vamos a la carga compatriotas y a luchar por un Chile mejor!