Osvaldo Rivera Riffo
Director Fundación Voz Nacional
"Hay que estar en contra de la libertad de opinión"
Vladimir Lenin
El tema que intentaré abordar en esta columna no es fácil, pero es de fundamental importancia para comprender por qué hoy somos víctimas de un proceso comunicacional horroroso que está asestando un duro golpe a la democracia, poniendo la estabilidad y el devenir político de nuestro país y del mundo en grave peligro.
El filósofo francés Jean François Revel, de quien he tomado las principales ideas para esta columna, escribió varios libros y ensayos sobre este problema, que es consustancial a los regímenes políticos totalitarios y hoy, con mucho mayor claridad, a los intereses globalistas de organizaciones mundiales o de fundaciones que financian agencias periodísticas con estos mismos fines. Me refiero a la desinformación de que somos víctima permanentemente.
La mentira política hoy, y ello ya no es una novedad, tiende a engañar ante todo a la opinión pública.
Sin embargo la mentira política fue un arma usada por mucho tiempo a través de redes de inteligencia o diplomáticas para engañar a estados o gobiernos de una manera sistemática y organizada, fundamentalmente en el siglo XX, en el proceso internacional conocido como la Guerra Fría. Cuando los organismos especializados como la KGB, la Stasi, la Securitate (que convirtió a Rumania en la mayor prisión de Europa) empleaban dicha estrategia como arma de desestabilización política a nivel mundial. Esto así planteado en rigor ya no existe, ha sido reemplazado por otras instancias de inteligencia. Esa mentira directa entre poderosos ya no puede existir. Hoy disponemos de suficiente información pública o secreta, y cada oponente sabe sobre los medios del otro, sus recursos, su poderío militar, la solidez interna de su poder. Ambos pueden continuar, engatusándose recíprocamente sobre sus intenciones, pero ya es rarísimo que logren mentirse con éxito como en el pasado, sobre los hechos que ocurren o están por ocurrir.
Ya lo vemos en este último periodo con Wuhan y el Covid 19. No logran más que rodeos, o un conjunto de procedimientos indirectos de desinformación cuyo objetivo es emponzoñar las fuentes de información del otro.
Lo que hay que tener presente hoy en día, es que la desinformación influencia a los gobiernos a través de la opinión pública. Ella ha tomado a la opinión pública, como su primer objetivo. Así, actúan sobre los periódicos, los medios de comunicación, los expertos, los institutos de investigación, las Iglesias y “opinólogos” de toda clase, que condicionan a la opinión pública mientras acosan a los gobiernos y dirigencias con sus propuestas y reclamaciones, incluso azuzando las protestas, el caos y la violencia. Lo hemos visto a diario y los ejemplos los tienen a la vista, sólo enciendan el televisor y tendrán un abanico de desinformación. Algunos obedeciendo los intereses ideológicos de doctrinas totalitarias u otros obedeciendo al interés globalista que financiando medios de comunicación (como Open Sociality Fundation de George Soros) qué finalmente, persiguen el mismo fin: mentir, dañar la honra de las personas y conculcar la libertad individual. Ahí tenemos representantes oficiales de la mentira, enquistados en los poderes del estado y medios de comunicación, participando como asesores en cuanta posibilidad se les dé para actuar como agentes del mal, hoy llamado deconstructivismo, que no es otra cosa que la manipulación de la información para la destrucción de las raíces mismas de nuestra sociedad.
Por tanto el fenómeno de la desinformación hoy en día es en contra de la opinión pública nacional y mundial. Es una acción contra la humanidad en su conjunto.
¿Por qué actúa así la Mentira? Citaré para responder a Simón Bolivar: "La primera de todas las fuerzas es la opinión pública" de ahí que la privación de la verdad no es sólo contra los gobiernos, es contra el pueblo.
Ésta es la razón por la cual los que temen que la opinión pública esté demasiado bien informada, están interesados en actuar de manera que la primera de todas las fuerzas que pesen sobre ella sea la mentira la cual hoy se ampara en la libertad de expresión, abusando del concepto y de su valor clave y fundamental para la democracia
En los sistemas totalitarios, o serviles a ello, la mentira no es solamente una de las armas del poder político o de los intereses corporativos, sino que tapiza y acolcha la vida pública en su totalidad.
En ese tipo de régimen o en su defecto la estrategia para ese fin, la mentira no es sólo un ardid intermitente, es la afirmación permanente de lo contrario.
Como ejemplo tenemos lo que sucedió en las postrimerías de la URSS. Ahí existió la autorización excepcional para decir lo que todo el mundo sabía, o, más bien, de decir en voz alta lo que todo el mundo decía tiempo atrás, en voz baja. Ese fue precisamente el sentido exacto de la palabra "glasnost", puesta de moda por Gorbachov. Esa palabra, se tradujo incorrectamente en Occidente por «apertura» o «transparencia», pero de verdad significa más bien «divulgación» o «publicación». Es el acto por el cual se abre a la discusión pública lo que era de notoriedad pública: el alcoholismo, el absentismo, la corrupción, la insuficiencia y la mala calidad de la producción. De que se trataba entonces?: Solamente de culpar al antecesor y salvar el sistema. Es decir, la mentira al servicio del modelo ideológico que rige el sistema de sociedad
Pero en la medida en que no se ataca la causa verdadera y última del fracaso global del socialismo, es decir, el sistema mismo, no se pondrá fin a la mentira fundamental sobre la que se quiere construir la nueva sociedad.
La mentira totalitaria es una de las más complejas que la historia ha conocido. Su objetivo es impedir a la población recibir informaciones necesarias para fortalecer su espíritu crítico. En esos años los países detrás de la cortina de hierro y hoy en los regímenes totalitarios que quedan como el de Cuba, Venezuela, Corea del Norte, Nicaragua, etc. se aplica sin vergüenza la desinformación a sus ciudadanos.
Todos los autores que han narrado esa inmersión en la mentira, los Orwell, Solzhenitsin, Zinoviev, han insistido en la idea de que la mentira no es un simple coadyuvante, sino una componente orgánica del totalitarismo, una protección sin la cual no podría sobrevivir.
A menudo se oye a ciudadanos de países democráticos alabar a un hombre político por su astucia, su arte en embaucar a la opinión pública y en engañar a sus rivales. En cierto modo es como si los clientes de un banco aplaudieran al director por sus talentos como ratero. La democracia no puede vivir sin la verdad, el totalitarismo no puede vivir sin la mentira; la democracia se suicida si se deja invadir por la mentira, el totalitarismo si se deja invadir por la verdad. Como la humanidad se encuentra comprometida en una civilización dominada por la información, este país y toda la civilización no será viable, si sólo es regida de manera predominante sobre la base de una información constantemente falseada.
La única barrera para fortalecer la libertad es fortaleciendo la democracia, y sus instituciones, limpiándolas de los agentes del mal y dando paso a nuevos líderes comprometidos con la verdad en todos los ámbitos del quehacer nacional, sobre todo en justicia, poder político, educación, cultura y medios de comunicación.
Esta es la tarea que hay por delante, la cual sólo será exitosa en la medida que exista la voluntad de desenmascarar la mentira sistemática de la izquierda y el compromiso de la derecha de no transar en la defensa de principios y valores que hacen fuertes a las naciones y la democracia.
"Hay que apoyar todas las luchas callejeras, con demandas inviables"
Vladimir Lenin