Osvaldo Rivera Riffo
Presidente Fundación Voz Nacional


"Lo más triste de la traición, es que nunca proviene de tus enemigos"


Para mejor comprender el sentido del título de la columna se hace necesario remontarnos al inicio del cristianismo y referir lo que dijeron los evangelistas en relación a Judas Iscariote 

Según relatan los cuatro evangelios Judas guio a los guardias que arrestaron a Jesús hasta el lugar donde lo encontraron, les indicó quién era besándolo (Marcos 14:42-46). Por su traición fue recompensado con 30 piezas de plata (Mateo 26:15-21). Sobre el tipo de monedas recibidas como pago hay diferentes interpretaciones.

El investigador Donald Wiseman quien fuera un erudito bíblico y arqueólogo, desempeñándose en la Universidad de Londres como profesor de asiriología por más de 20 años, sugiere dos posibilidades para la identidad de las monedas usadas para pagar a Judas. Podrían haber sido tetradracmas de Tiro llamados siclos (se acuña a en la ciudad de Tiro) o pueden haber sido estateros de Antioquía, en cuyas caras estaba impreso el rostro de César Augusto.

El Sanedrín habría pagado a Judas con las monedas que formaban parte del tesoro del templo. Las monedas validadas por el templo eran las acuñadas en Tiro.

Al poco tiempo, Judas se arrepintió de sus actos, e intentó devolver las monedas al Sanedrín, y al no aceptarlas, las arrojó en el templo. Luego, desesperado ante la magnitud de su delación, se suicidó ahorcándose en un árbol (Mateo 27:5).

Según otra historia, Judas habría comprado un terreno con el dinero que obtuvo gracias a su traición, pero sufrió una caída que le partió la cabeza derramándose sus entrañas, por lo que aquel campo fue llamado "campo de sangre.

Con el paso de los siglos, según la bibliografía se añadieron a su historia varios elementos novelescos. En la Leyenda áurea, una famosa colección de vidas y leyendas de santos de mediados del siglo XIII compuesta por Jacobo de Vorágine, aparecen insertos en la Vida de San Mateo, nuevos datos no contenidos en los Evangelios sobre la vida de Judas antes de conocer a Jesús. En ellos se basó un anónimo del siglo XIV para componer una obra titulada Leggenda di Giuda (Leyenda de Judas), que fue conocida en toda Europa.

Probablemente a causa de la instintiva tendencia a la concentración de las culpas en tipos representativos, la historia de Judas acabó tomando motivos del antiguo mito griego de Edipo: en la Leggenda di Giuda.

Se cuenta que los padres de Judas, Rubén y Ciborea, decidieron abandonar a las olas del mar a su hijo recién nacido porque en sueños habían sido advertidos de que causaría la ruina de su pueblo. Pero el niño no pereció ahogado, sino fue a parar a la isla Iscariote, de donde viene el nombre de Judas Iscariote. Educado por la reina del lugar, fue creciendo hasta que mató al hijo de su bienhechora, tras lo cual huyó a Jerusalén, donde entró al servicio de Poncio Pilatos.

Un día Pilato le ordenó que le trajese unas frutas; para obtenerlas Judas mató al dueño del huerto, que no era otro que su padre, Rubén. Pilatos lo nombró heredero del muerto y lo casó con su viuda. Cuando Judas descubrió el parricidio y el incesto con el que se había manchado, se hizo discípulo de Jesucristo para redimirse; pero pronto se dedicó a robar el dinero que el Maestro le confiaba y finalmente, por codicia, lo traicionó. Al arrepentirse de ello se ahorcó, y su cuerpo reventó esparciendo por el suelo sus entrañas a fin de que el espíritu malvado no saliese por la boca que había besado a Cristo.

Si se dan cuenta Judas representa en la historia de más de 2000 años de cristianismo y de la cultura occidental, la quintaescencia de la traición.

La palabra traición viene del latín, traditĭo, y se utiliza para referirse a cualquier falta que rompe la lealtad o la fidelidad que se debería guardar hacia una persona, objeto o idea. La traición consiste en renegar, ya sea con actos o con dichos, de un compromiso de lealtad previamente asumido.

Entonces analicemos en base a estos elementos bíblicos o históricos como en Chile han germinado, brotado y cosechado sacos de traición política de toda índole.

Nos interesa hojear las páginas de los últimos 50 años. Saltan a la vista, sin duda, las Garantías Constitucionales impulsadas por la Democracia Cristiana para votar por Allende en el Congreso Pleno y ungirlo Presidente. Garantías que sólo fueron un pretexto estratégico que luego traicionarían en su letra y espíritu para liquidar a Chile, y que la izquierda de ayer, de hoy y de siempre, agradeció con una burla macabra asesinando al destacado democratacristiano Edmundo Pérez Zujovic.

También las declaraciones de Frei Montalva a Mariano Rumor y Aylwin llamando a los militares a restablecer el estado de derecho y limpiar el país de los terroristas que lo asolaban. Una vez establecido el orden se aliaron con los mismos que ayudaron a derrocar, enjuiciando y condenando a los militares "que hicieron el trabajo sucio", según afirmara un ex supremo.

Pero lo que es peor: Aylwin presionó a la Corte Suprema mediante una carta para conseguir enjuiciar a los militares, a los cuales antes había llamado a cumplir con su deber constitucional y con ello pagó el apoyo político de la izquierda para llevarlo a la presidencia: indultó a los terroristas presos, incluidos los que más tarde asesinaron al senador Guzmán

Las páginas de los últimos 50 años de la política chilena han ido de la mano con el ejercicio de la traición en la forma y fondo de su definición académica.

Pero uno de los Judas que mejor representa hoy esa maldita condición del comportamiento humano es el ministro de justicia, quien aparece por primera vez en la arena política sentado en el féretro del asesinado senador Guzmán. Representando al electorado de derecha por más de 20 años y 6 dirigiendo un partido cuyos principios consagraban el reconocimiento al Gobierno Militar como propulsor del desarrollo político económico y social, ejemplo para el resto del mundo y adalid en la derrota del comunismo. Sin embargo hoy se puede colegir que usando una chapa de derecha, fue destruyendo internamente el partido que lo cobijó y, trasgrediendo los nobles principios de la amistad y lealtad, torció el camino trazado por el difunto senador, cuyo carro mortuorio fue empujado por los Judas de hoy, votando a favor, faltando o absteniéndose en el proyecto presentado por el Partido Comunista para terminar con la Cárcel de Punta Peuco y transformar en reos comunes a los presos políticos militares.

Los nombres de todos los judas que siguieron el llamado del Líder del Mal y de su recadero, quedarán esculpidos en piedra en la historia y serán conocidos en el futuro como el execrable grupo de parlamentarios de Evopoli, UDI y Renovación Nacional que recibieron las instrucciones del Sanedrin para condenar a los héroes del 73.

La diferencia estará en que su traición no irá acompañada de arrepentimiento y tampoco tetradracmas con las que pudiesen comprar decencia y por lo tanto no existirá la soga y el árbol donde debieran colgarse.

Aquí además existe cobardía moral, por lo que seguirán, como si nada hubiese ocurrido faltando, como tantas veces lo han hecho, al pueblo que los eligió, ya que la traición parece formar parte de sus características intrínsecas.

Pero existen dos castigos mayores: sus nombres, como los Judas de Chile, quedarán en la historia para vergüenza personal y familiar por generaciones, como a su vez el desprecio de sus electores los mandará a vivir el resto de sus días a la "tierra de sangre" que ellos regaron con sus acciones.

Abundan las fotos y cartas que dan testimonio de estas "lealtades" traicionadas.


El Peor Enemigo

"Una nación puede sobrevivir a sus tontos, e incluso a los ambiciosos. Pero no puede sobrevivir la traición desde dentro. Un enemigo a las puertas es menos formidable, porque es conocido y lleva sus banderas abiertamente. Pero el traidor se mueve puertas adentro libremente, su astuto susurro corre a través de todas las galerías, oído en la misma sala del propio gobierno. Pero el traidor no parece un traidor - habla con el acento familiar a sus víctimas, y lleva su rostro y su ropa, y él apela a la vileza que se encuentra profundamente en los corazones de todos los hombres. Carcome el alma de una nación - trabaja en secreto y desconocido en la noche para minar los pilares de una ciudad - infecta el cuerpo político de modo que ya no puede resistir. Un asesino es menos de temer"
Cicerón


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