Osvaldo Hernán Rivera Riffo
Presidente Fundación Voz Nacional


Siento el grito ahogado y desgarrador de una noble mujer madre de tres hijos.


Con impotencia nos hemos enterado del alevoso crimen de otro carabinero en la zona roja de Chile: la Araucanía… la víctima 1.222

No existe explicación alguna para justificar la inoperancia del Ejecutivo y de los altos mandos de la institución, quienes con declaraciones altisonantes y huecas declaran "este crimen no quedará impune" como si con los otros 1.221 carabineros asesinados se hubiese hecho justicia o se hubiese aplicado mano dura con el terrorismo. Todo lo contrario, se los persigue por hacer cumplir lo poco de legalidad que nos queda.

Un país en manos de la barbarie, dirigido por la patética presencia de un Presidente que ha perdido toda noción de la realidad.

No conforme con entregar la institucionalidad al dominio de la izquierda extrema, haciendo añicos la Constitución del 80 que en su origen incluso fue firmada por su propio hermano José, no ha trepidado en firmar cuanto engendro legal se le ha propuesto para agradar a los enemigos del estado de derecho y de la tranquilidad y la vida de todo un pueblo. Si hasta al Ministerio de la Mujer se le agregó un rotulo infame: "… e identidad de Género"

Su comportamiento me lleva a pensar en la famosa obra de Shakespeare, Romeo y Julieta, que trata de una apología del amor juvenil.

Su comportamiento político ha dejado a la vista el patetismo del desenlace que vive Chile bajo el gobierno que, revestido de un falso realismo y naturalidad, ha convertido la vida de los chilenos en un drama por ese inconfesado amor por la izquierda. Tal como en Romeo y Julieta, obra tan querida por los románticos, ideal para tratar el enamoramiento, la intolerancia y la idea del destino.

Destino manejado por el sumo sacerdote que a diario inmola, para sus propios fines, la vida de un carabinero como ofrenda a los dioses del mal.

Los secuaces del mal han asesinado al Sargento Primero Francisco Benavides García de la dotación de Collipulli. No encuentro las palabras adecuadas para expresar los sentimientos que cubren de desgracia y miseria el Alma Nacional. A pocos días de celebrar silenciosamente el mayor acto heroico de la historia de Chile, el 21 de Mayo, otro hombre del pueblo entrega su vida por la Patria amenazada.

Cómo rendirle homenaje sin acrecentar el dolor de su familia que, sumida en la tristeza, busca sin encontrar respuestas en un país despedazado.

Lo haré contando la inspiración de Franz Liszt para componer el poema sinfónico número 11, La Batalla de los Hunos. Hay un famoso cuadro pintado en 1850 por el artista alemán Wilhelm von Kaulbach. La pintura describe la batalla de los Campos Cataláunicos en el año 451, en la que el ejército huno liderado por Atila, luchó contra una coalición entre el ejército romano, dirigido por Flavio Aecio y el ejército visigodo, comandado por Teodórico. Según la leyenda, la batalla fue tan feroz que las almas de los guerreros muertos continúan luchando en el cielo. La obra de este gran compositor deja escrita en la partitura como se debía tocar y con qué instrumentos, para que se reflejara en el sonido y la armonía musical el fiel sentido de la batalla.

Creo firmemente que todos los carabineros muertos han formado un ejército en el cielo y, tomando la espada del arcángel Gabriel, tocan las espadas de los hombres de armas terrenos para impulsarlos a luchar y defender la sangre derramada que está regando esta tierra, por tantos años soberana y hoy tiranizada por la guerrilla subversiva y el odio, antesala del futuro que nos espera.

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