Osvaldo Rivera Riffo
Presidente Fundación Voz Nacional


País huinca oí decir a la persona que oficia de presidente de la Comisión Constituyente.

¿Qué quiso decir con dicha expresión? Nada más y nada menos que ella no pertenece a la Nación hiunca y con ello está sindicando a los millones de chilenos que habitamos un territorio llamado Chile, es decir a personas de raza blanca porque huinca significa en mapudungun justamente, hombre blanco y específicamente referido a los conquistadores del siglo XVI.

Pues bien, sí la Machi en cuestión sostiene en dicha tribuna una expresión de esa naturaleza no está haciendo otra cosa que establecer criterios xenofobos con aquellos miles de habitantes que no comparten en nada las características que dice poseer.

Lo espectacular es que esta xenofoba esta llamada por los huincas a redactar un nuevo texto constitucional para regir sus destinos futuros y cuyos gastos se pagan con los impuestos de los mismos huincas discriminados por esta apóloga de la violencia verbal.

Pero como ella dirige el show constituyente mantiene a los medios de comunicación en directa atención a sus dichos y proposiciones al extremo de darle un punto de prensa para quejarse de la hambruna que están pasando en este agobiante trabajo “si muchos de mis compañeros han bajado de peso” comenta la Machi

Para continuar con su jerga tratando de imponer un nuevo lenguaje para los nuevos tiempos.

Es tanta la estupidez reinante que hace unos días visité una librería y oí a un señor con cara de agonía preguntar por un diccionario mapuche. No me pude privar y le pregunté  ¿Por qué busca un diccionario de una lengua que no tiene escritura y es solo fonética?

Me miró sorprendido y me contestó no sabía que no tenía escritura. Mire usted el ejemplo que da la Loncón lo llama huinca a usted y a mí y se puede escribir como le dé la gana o como lo escuche Winca, huinca o guinca.

A la llegada de los conquistadores no tenían la escritura y luego de la conquista buscaron los sacerdotes una forma de expresión escrita para evangelizar usando 26 letras de alfabeto ROMANO y así asimilarlos al fonema que escuchaban. O sea, en resumidas cuentas, es una jerga que solo funciona en base a cómo se escucha. La forma más conocida es el grafemario de Raguileo que es un alfabeto romano formado por 26 letras, en que cada sonido del idioma es representado por una sola letra; de modo que queda como sigue: a, c, z, e, f, q, i, k, l, b, j, m, n, h, ñ, g, o, p, r, s, t, x, u, v, w, y.

Raguileo no reconoce la ”t” interdental y omite el uso de letras distintas para el tono afectivo y el despectivo (las letras b, h son usadas solamente si estos sonidos corresponden también a un contexto neutro). Se evita el uso de dígrafos, lo que economiza espacio, y no hay ambigüedades cuando se forman grupos de consonantes en las palabras.

Pues bien con esta sola explicación basta para comprender en definitiva que dicho lenguaje no pasa de ser un dialecto fonético de uso básico y de difícil compresión para quienes primero aprendieron hablar castellano, la lengua madre del chileno.

Pero reina el concepto de la inclusión y por ende obligar como lengua oficial al uso de esta jerga a un pueblo completo, como si hubiésemos sido conquistados por una minoría insana de mente y espíritu.

Nos están llevando por un difícil camino que puede tener graves consecuencias políticas, sociales, culturales y económicas a un país conformado por chilenos que es históricamente uno, grande y libre. La historia nos enseña que el revisionismo por lo general nunca ha traído beneficios solo duda, confusión y violencia.

Durante la década de 1940 y de 1950, el término revisionismo fue utilizado dentro del movimiento Comunista Internacional por los estalinistas para referirse a los comunistas que proponían enfocarse en los bienes de consumo en lugar de la industria pesada. El término es usado para referirse a varias ideas principios y teorías basadas en una revisión significativa de las premisas fundamentales del materialismo histórico de Karl Marx en el siglo XIX.

Se dan cuenta por el camino al que nos están empujando. Hoy con la ayuda totalitaria de los socialistas posmodernos y de la derecha liberal, la carga será muy pesada si no corcoveamos antes y nos zafamos de este bulto que trajo consigo la lógica de votar por el mal menor.

Tome en serio la historia y no acepte que su voluntad sea coaptada por minorías que trasgreden los principios y valores que nos hicieron fuertes como Nación. Únase a todos los que estamos por salvar a Chile de un destino negro y de bailar al son de la trutruca.

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