(Primera parte)

 

 

 

 

 

 

Osvaldo Hernán Rivera Riffo
Biólogo-Ingeniero Agrónomo
Gestor Cultural
Presidente Fundación Voz Nacional


El presente artículo es una columna escrita en la revista Avanzada N 1 recientemente lanzada a circulación  en forma virtual y en papel por parte de la Fundación Artistas Libres.
https://www.avanzada.art/


 

La historia es la narración de los sucesos del pasado. La humanidad entera está envuelta en un relato que transita por los diferentes periodos llenos de epopeyas, descubrimientos, sabiduría y también llenos de la maldad del ser humano, homo homini lupus (Thomas Hobbes hizo célebre esta frase en el siglo XVII, en su obra De Cive, pero cuyo origen se circunscribe al  año 254-184 A.C por Plauco en su obra Asinaria).

Hoy como nunca la naturaleza del hombre está en peligro no por extinción sino por el odio incubado por grupos interesados en un nuevo orden (posmodernismo).

Vemos francamente horrorizados de la actitud ideológicamente salvaje de grupos en distintas partes de Occidente intentando reescribir la historia.

En el continente americano y particularmente en Chile, nos estamos remontando al comienzo civilizatorio con su descubrimiento y luego la conquista del país con toda la influencia cultural de España que, durante trescientos años fue consolidando la civilización de los nuevos territorios.

Con una visión revisionista de la historia se pone en tela de juicio, con una falacia intelectual, más de 500 años de historia de la humanidad.

¿Será posible que esto ocurra? ¿Qué ha perdido la humanidad en estos tiempos? Sin duda la razón y con ello, la negación a la realidad objetiva y la capacidad cognoscitiva de acceder directamente a la verdad. En este contexto, uno de los pilares fundamentales de occidente es la importancia de la belleza, que para Sir Roger Scruton no es una cuestión meramente subjetiva, sino la necesidad universal de los seres humanos: sin ella nos encontramos en una especie de desierto espiritual.

El presente artículo está dividido en 2 partes que serán publicados por separado y ambos basados en trabajos realizados por Ernesto Baltar, doctor en filosofía por la Universidad Complutense, (Belleza Arte Contemporáneo Conservadurismo y Elogios de la Belleza); en José Ramón Ayllón (Por qué la Belleza importa) y escritos del filósofo inglés Sir Roger Scruton.

Este último intelectual inglés, fallecido recientemente, es uno de los pocos pensadores contemporáneos que ha reivindicado con valentía, fundamento filosófico y dura crítica, el nexo clásico entre lo bello, lo bueno y lo verdadero que son en sí los tres trascendentes del Ser y que tan vilipendiados han sido en nuestros días.

Scruton defendía el estatus de la belleza como valor tan importante para la vida como el bien y la verdad, y con ello, mantenerse fiel a más de dos mil años de civilización occidental. Gracias a esta férrea defensa, como a la búsqueda permanente de la belleza, es que podemos percibir el mundo como un hogar habitable y aproximarnos a la comprensión de nuestra propia naturaleza como seres espirituales.

Hemos cruzado más de dos mil quinientos años de historia, heredando la cultura Helénica y luego la Romana, forjándose así nuestra civilización occidental. ¿De dónde si no, viene la palabra filosofía y su significado? ¿Quiénes se encargaron de orientar el pensamiento del ser humano? Etimológicamente, filosofía, significa amor a la sabiduría (filos: amor y sophia: sabiduría), y es el estudio de problemáticas diversas como son el conocimiento, la mente, la conciencia, la ética, el lenguaje, la belleza, la moral.

Es la filosofía la que aporta las herramientas para el pensamiento crítico que ayudan a comprender los conceptos de tradición, autoridad, poder etc. y la historia, en este marco permite identificar nuestro lugar en el mundo en relación a otras culturas.

Sin embargo, con la irrupción de las vanguardias en el siglo XX, el valor de la filosofía y de la historia comienza a relativizarse. El concepto de belleza dejó de ser importante, sustituyéndose por la “originalidad”: el objeto del arte ya no era lograr la belleza; sino perturbar, transgredir normas, romper limites y tabúes morales, ofender el buen gusto o reproducir las cosas negativas del mundo, comenzando el cultivo de la fealdad. En este proceso ideológico posmodernista la izquierda, en todas sus variantes, más los sectores liberales tomaron el control de las instancias de desarrollo cultural, matando la creatividad y manipulando a través del mercado y transformando el arte en un mero objeto de intercambio, donde lo que importa no es la obra en sí misma, sino las características del artista.

Esta es la gran batalla de la guerra cultural y quienes tenemos una fuerte formación valórica, derivada de nuestras costumbres, tradiciones e historia, estamos llamados a defenderla y no permitir como lo denunciaba Scruton, que el arte se transforme en un “afán de escándalo e impostura menoscabando el sentido de la vida”

Santiago, 10 de febrero de 2022

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