Osvaldo Rivera Riffo
Presidente
Fundación Voz Nacional


El padre ausente es aquel que como su propio nombre lo indica, está ausente como padre en la educación y crianza de sus hijos, todos los niños necesitan un padre y una madre para desarrollarse de manera saludable y equilibrada a nivel físico, psíquico y emocional. Un padre ausente desatiende las necesidades de sus hijos o bien no está presente físicamente y, si lo está, no tiene o no quiere tener la empatía suficiente como para acompañar a sus hijos y atenderlos correctamente. De este modo, los hijos necesitan a un padre pero, con el paso del tiempo, comprueban que no pueden acudir a él porque es incapaz de atender a sus hijos, como realmente necesitan. Esto, con el tiempo, puede dejar en su interior una profunda herida emocional que condicionará su funcionamiento vital futuro, en relación al desarrollo de su confianza con las figuras masculinas y/o la autoridad.

Entre las características más sobresalientes de un adulto con dicha carencia está la ansiedad y el stress, tienden a ser arrogantes y descuidados, impulsivos y depresivos. Con inclinaciones cleptómanas, desinterés por completar su educación, uso de drogas y otras sustancias, problemas de comportamiento, problemas sociales y emocionales.

Todos de una u otra manera necesitamos de un referente que nos guíe, nos fortalezca tanto en la vida familiar como en la colectiva. En esta última está la función política donde comienzan a fortalecerse los vínculos de ideas comunes para un proyecto de sociedad, buscando la participación de todos sus miembros.

Revolución Democrática, el engendro político formado  por jóvenes con el síndrome del padre ausente, careció en política de la presencia del líder, del conductor, del ideólogo y despreciaron a todo aquel mayor de 50 años por caduco y comprometido fundamentalmente con el sistema capitalista neoliberal.

Ricardo Lagos fue adorado por los empresarios, lo que le significó el desprecio de las generaciones que pretendían hacer un cambio sustantivo del país proclamándolo como: “Refundemos Chile”.

Cuando vieron que el proceso podía fallar, agachando la cabeza fueron a conversar con el padrastro ausente y digo padrastro con toda propiedad, porque esa camada de jóvenes refundacionales de extrema izquierda no son necesariamente hijos de la concertación creada por Lagos, pero para el expresidente constituyen una añoranza de lo que fueron sus primeros aprontes en política, cuando apoyó sin tapujos el proyecto de la Unidad Popular y casi fue su embajador en la Unión Soviética. Los mira con nostalgia, sin duda, y de ahí su ambigua posición frente al desafío que enfrentó Chile este 4 de septiembre.

A pocas horas, el padrastro de los gobernantes emitía unas declaraciones a un grupo de periodistas y en particular al diario la Tercera y qué les dijo el domingo, “también se estaba votando un juicio político sobre el gobierno” y un “juicio político sobre el mandatario Gabriel Boric” y agregó: “El presidente Boric se la jugó por una opción, no vamos a decir que salió favorecido. Boric entendió que tenía derecho, como ciudadano, a decir cómo votar, pero generó un problema, su opción legítima hizo que se confundiera el rol de Presidente con usar el voto para evaluar su gobierno” Creo que lo que ayer ocurrió fue un conjunto de elementos, unos sobre otros, donde se estaba votando si bien es cierto una constitución, también un juicio político sobre el gobierno, un juicio político sobre el presidente y también un juicio político sobre las promesas del mandatario.

Me pregunto: ¿si todo salió mal, de que hablaron Lagos con Boric o si los consejos recibidos en su visita a la Fundación Siglo XXI no se consideraron y solo fue una visita comunicacional para hacer creer que el expresidente se manifestaba feliz con sus andanzas? Muy propio de la soberbia con la cual está manejando su gobierno. Lo concreto es que por los dichos del expresidente, el señor Boric se sometió a un juicio político y entonces los juicios traen por cierto resultados.

Y el juicio político expresado contundentemente por el pueblo soberano indicó que no es apto para la función que desempeña. No está a la altura de las responsabilidades que el cargo impone y por tanto debe renunciar. ¡Eso significa un juicio político!

Lo plantea claramente el padrastro de este conglomerado y por cierto que lo hace fríamente, ya que nunca sintió simpatías por estos hijastros de la izquierda que lo despreciaron y boicotearon siempre y, peor aún, se consideraron con superioridad moral superior a las castas gobernantes anteriores a la de ellos.

Pero resulta que Boric, que les dijo a los convencionales que no quería una constitución partisana, terminó haciéndola suya y transformándose en el vocero del conjunto de partisanos y actuando contra su propia autoridad.

Aquí se ven los defectos que trae consigo un padre ausente y en su caso no escuchar al padrastro.

Ahora debe irse. Un juicio político de esta envergadura es concluyente y no lo digo yo, lo dijo el pueblo y también así lo sugiere el expresidente.

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