Osvaldo Rivera Riffo

 

Lejos están los días en que los vecinos del gran Santiago podían disfrutar de grandes espectáculos, con producciones del más alto nivel profesional y con artistas venidos de todo el mundo. Todo esto se podía hacer porque había autoridades que respaldaban ese gran aporte al arte y por sobre todo al nivel cultural del pais.

Cayeron sobre comunas caracterizadas por ese tipo de proyectos nubarrones negros, que opacaron el brillo del gran Arte dando paso a lo mediático y populista y por ende de mala calidad.

Lo terrible es que se perdieron equipos completos de trabajo formados bajo el celo profesional de la calidad y del éxito.

Peor aún, allí donde había solidaridad, entrega, mística, autoridad y respeto se borraron de la faz de esa institución cambiando y re formulando su proyecto cultural, sin sentido alguno ni mucho menos con seriedad. Comenzaron entonces a desfilar cada ciertos meses los directores encargados y unos y otros cayeron como palitroques en el juego de la autoridad.

Nada serio se vislumbra, artistas de renombre se olvidan dando espacio a emergentes sin academia formativa. En muchos casos por la ignorancia que hoy caracteriza a los distintos  centros de actividad cultural  se cultiva por excelencia el feísimo y en otros se cae sin tropiezo en el mamarracho.

Con una sociedad exitista, cada vez mas velozmente emergente, tendrán siempre una carencia que no se suple con el status ni el dinero y sólo se logra  con conocimientos en las distintas disciplinas que gobiernan  el saber vivir: filosofía, estética, ciencias naturales, educación  cívica, moral, ética, religión, etc., solo así los mecenas de hoy no serán carne de los aduladores, mercaderes de talentos y podrán disfrutar de una obra de valor, en todo el sentido de la palabra: valor, color, formato, trazos, dibujo equilibrio, técnica, materialidad etc. y podrán lucir su adquisición con orgullo y donde el buen amigo no podrá enrostrarles  “te pasaron por el aro perrito “

A esto llamo cultura: a abrir los sentidos para que se pueda apreciar el talento, regocijándose con el don del artista, el que conmueve y hace vibrar  cada fibra de nuestro ser.

Como no va a ser maravilloso escuchar la interpretación de las grandes partituras de los maestros de la música clásica ((1600/1910) donde, el clasicismo, romanticismo e impresionismo tienen un rol estelar. ¿Donde hay hoy temporadas completas para todo espectador de dichos conciertos? A excepción de la Chile y de Corp Artes  poco y nada se sabe de estas iniciativas. Se prefiere un ciclo de espectáculos sin linea editorial alguna; hoy un ballet, mañana un humorista y pasado folclor.

 Desgraciadamente ciertos políticos han transformado nuestra sociedad en una comunidad vacía, sin horizontes y sobre todo "mediática". ¡Vamos mal Chile !!! 

 

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